Ecuador | Cuando gobierna la derecha pierden las mujeres

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Ecuador | Cuando gobierna la derecha pierden las mujeres

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Cada 28 de septiembre conmemoramos la acción global por el aborto legal, seguro y gratuito. Causa que nos ha movilizado desde diferentes partes de mundo con el fin de exigir que nuestros cuerpos dejen de ser territorios de disputa. Ninguna de las conquistas que logramos con el paso de los años ha sido fácil, siempre ha pasado por la lupa del patriarcado que se niega a reconocernos como autónomas, independientes y capaces de decidir.

En Ecuador, su discusión ha sido centro de movilizaciones, apelaciones constitucionales y disputas simbólicas. Pero más allá de la disputa legal, el aborto revela conflictos de poder: ¿quién decide sobre los cuerpos? ¿qué supone la autonomía en contextos de desigualdad? La defensa de la interrupción voluntaria del embarazo no puede reducirse a una reivindicación técnica o médica: debe leerse como exigencia ética y política, una invocación de soberanía corporal frente al aparato patriarcal y neoliberal que impone costos individuales sobre cuerpos históricamente subyugados.

Nuestra lucha es tan política y está en la izquierda y el progresismo, que los gobiernos de derecha, neoliberal y extrema violencia, encuentran en nosotras un objetivo a derrotar, a eliminar. Cargados de señalamientos morales y, muchas veces, acompañados de la iglesia, gobiernos como el de Xavier Milei (Arg) o Daniel Noboa (Ecu) encuentran la forma de infiltrar las organizaciones y, a modo de compensación, otorgar cargos, cooptan a compañeras que pasan de reclamar en la calle a callar en las oficinas desde la comodidad del cargo y sueldo fijo, recortan presupuestos, dan de baja convenios, mantienen en zozobra a organizaciones que con mucho esfuerzo suplen el rol del estado, para luego, cuando la inmovilización está asegurada, dar el golpe final y así eliminar cuanto espacio hayamos conseguido.

Con el discurso del “estado obeso” y la falsa austeridad, en Ecuador sufrimos la fusión, que es realmente la eliminación de Ministerio de la Mujer, institución creada tras el feminicidio de María Belén Bernal dentro de un cuartel policial. La cartera de estado también tenía entre sus competencias la defensa de los Derechos Humanos y generación de políticas públicas para las diversidades sexuales. Sin una entidad a cargo, cada una de las conquistas que requieren presupuesto, seguimiento, sostenimiento y fortalecimiento quedaron en la nada, sin una sola respuesta.

Este debilitamiento no viene solo, la narrativa se instala desde todos los frentes posibles que, con injusta carga moral, abren un debate lleno de lugares comunes y donde las únicas culpables somos nosotras. No nos creen cuando denunciamos acoso o violencia, no nos creen cuando denunciamos discriminación, no nos creen cuando decimos que ganamos menos por hacer lo mismo que un hombre, nos condicionan las oportunidades si somos madres, y si no queremos serlo, tampoco se nos permite porque si no es para “dar vida”, ¿para qué más estamos aquí?

Ocurre más o menos así y léase lo siguiente con bronca, es necesario:

– Si el embarazo es producto de violación, ni se te ocurra abortar, lo que te pasó no fue el cometimiento de un delito, mucho menos un ejercicio de violento de poder, sino una prueba de vida que Dios no te daría si no supieras como encarar.

– Si llevas el embarazo a término, no vayas a pedir salud gratuita y apoyo del estado porque todo quieres gratis y debes esforzarte lo suficiente para comer, trabajar, educar y maternar.

– Si lo interrumpes eres asesina, mala mujer, mala cristiana, hasta mala ciudadana

– Si decides no ser madre, tu vida no tiene sentido, llegarás a vieja sola y sin haber sido genuinamente feliz

– Si eres madre a los 20, no disfrutaste tu juventud

– Si eres a los 30, vas tarde porque a los hijos se les debe entregar la juventud

– Si eres madre de una niña, apúrate que te falta el varón.

– Si eres madre de un varón, siempre viene bien la parejita.

Esto que bien podría ser una conversación de sobremesa, es en realidad una apuesta política machista y hasta neoliberal, que no opta por empoderar sino por delegar, entonces, la decisión recae completamente en la persona gestante, sin políticas de acompañamiento, sin redes de salud pública robustas, sin educación sexual integral. El aborto clandestino cobra vidas, la falta de salud pública, cobra vidas. entonces, no es que no haya abortos, ese no es su fin, tampoco buscan infancias felices o erradicar la violencia de género, apelan al individualismo como salida, al silencio, al abandono. A la derecha le conviene que el aborto sea un tabú, así, se impide que el debate se desarrolle desde una voz legítima y fuerte que no solo involucre a las mujeres, y que las llamadas “cuestiones íntimas” sigan escondiendo desigualdades estructurales.

Las mujeres en política, desde la izquierda, tenemos un reto inmenso cuando del otro lado de la orilla gobierna el fascismo, el negacionismos, la mediocridad, y ese reto no es de ahora, es una herencia de nuestras ancestras y será una posta para las generaciones que vengan, ese reto es no callar, es levantar la voz cada 28S y cada fecha de conmemoración para recordarles a nuestro países, a nuestros gobiernos, a la gente, que estamos para cambiarlo todo, que, mientras las reglas impuestas sostengan el desequilibrio en el que vivimos, desde la trinchera feminista defenderemos la vida, la vida digna, libre de violencia, libre de prejuicios.

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