La posdemocracia de barras y estrellas de Milei – Por Marcelo Rosa

Compartir:

La posdemocracia de barras y estrellas de Milei

Marcelo Rosa*

Argentina se encamina hacia las elecciones del 26 de octubre mientras en EE.UU se diseña para nuestro país un régimen económico e institucional que pretende blindar un nuevo ciclo de entrega, pero esta vez con consecuencias más gravosas que en otros períodos neoliberales.

El gobierno de Trump hace rato viene interviniendo en Argentina en momentos de elecciones. Lo hizo con Macri a través del préstamo del FMI de cara a las elecciones que el ex presidente perdió con el Frente de Todos en 2019 y lo hace todavía más desvergonzadamente ahora con Milei a través de dos hechos concretos.

Uno de ellos es la condena a CFK por la causa vialidad, puesto que la sentencia estaba escrita de antemano. En marzo de este año, antes del fallo, Trump ya había sancionado a Cristina por corrupción y le prohibió su entrada a EE. UU. En mayo, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina criticó severamente el rechazo a la Ley de Ficha Limpia. Resulta evidente el intento por moldear la política argentina y de correr a quien, en mayor o menor medida, tuvo algún grado de enfrentamiento con esos intereses.

El segundo hecho es el salvataje financiero para sostener el modelo de Milei. Primeramente, en abril, el FMI otorgó un préstamo de US$ 20.000 millones. Dicho préstamo no se hubiese otorgado sin la presión del principal accionista en el Fondo: EE.UU. Como no fue suficiente para controlar la pérdida de reservas y, tras la derrota del gobierno argentino en las elecciones de la Provincia de Buenos Aires, el Secretario del Tesoro Scott Bessent anunció un rescate financiero por otros US$ 20.000 millones.

Estos dos hechos descriptos constatan la intervención directa del gobierno de Trump en las elecciones argentinas para incidir en los resultados y favorecer a Milei. No obstante, el objetivo va más allá de la coyuntura electoral y no es otro que el de conformar un nuevo estatuto de coloniaje.

A partir de la compra de pesos argentinos por el Tesoro estadounidense, será la administración trumpista la que fijará la política cambiaria y monetaria de nuestro país. En efecto, Bessent ya se arroga facultades para opinar que el “peso argentino está subvaluado.” Se trata de una transferencia de facultades del gobierno argentino a EE.UU y será Bessent quien decidirá si hay devaluación y de cuánto debería ser. Es decir, las herramientas de política económica ya no están más en Casa Rosada sino en la Casa Blanca. Esto no ocurrió nunca porque si bien Menem y De la Rúa aplicaban las recetas del FMI, en última instancia, las medidas se aplicaban desde Argentina. Se trata de condicionar indefinidamente al país con independencia de quien gobierne.

Como si todo esto fuera poco, Bessent también sostuvo que el país debía alejarse de China y desistir de cualquier inversión proveniente del país asiático por lo que las relaciones exteriores de Argentina también estarán digitadas desde el norte. A su vez, esto debe analizarse junto con el anuncio de la licitación pública nacional e internacional para privatizar el 44% de las acciones de la empresa Nucleoeléctrica Argentina S.A en un viejo anhelo estadounidense para liquidar cualquier posibilidad de soberanía tecnológica.

El escenario que se abrió desde el anuncio del Secretario del Tesoro, en las vísperas del encuentro de Milei con Trump en la Casa Blanca, implica la confirmación de un cambio de régimen en Argentina y un sometimiento sin precedentes. En este sentido, resulta evidente que hay una clara decisión norteamericana de sostener a Milei a como dé lugar. Por tal motivo, los deseos de juicio político o incluso que el gobierno implosione parecen distantes de la realidad. El contexto de repliegue estadounidense de otras regiones del mundo hace que América Latina sea su prioridad y, por ende, respaldarán a Milei al que no dejarán caer tan fácilmente, puesto que es su principal espada en el sur del continente ya sea en su disputa con China como en la apropiación de los recursos estratégicos de nuestro país.

Ante una intervención imperialista tan directa en nuestras instituciones en pleno proceso electoral, cabe preguntarse qué tipo de democracia tenemos cuando una potencia extranjera se entromete con un claro apoyo político y financiero al oficialismo. Asimismo, también surge legítimamente el interrogante sobre las posibilidades de Milei de desconocer el resultado de las elecciones y concretar la ruptura del orden constitucional que, hace tiempo, aparece en el horizonte.

Por un lado, cuenta con el apoyo de Trump en un contexto en el cual el derecho internacional está obsoleto, tal como se ve con el genocidio en Gaza o con el despliegue militar en el Caribe por parte del ejército yanqui que amenaza con una invasión a Venezuela. Por el otro, el poder judicial está colonizado por la Embajada al igual que las élites económicas, cuya subordinación cultural a Estados Unidos es histórica, incluso cuando sus intereses están contrapuestos. Como se ve, Milei no tiene tantos impedimentos si optase por recorrer un sendero al margen de la democracia formal.

En suma, se puede afirmar que la democracia argentina, tal como la conocimos, está llegando a su fin y transmuta en una posdemocracia de barras y estrellas, administrada por el gendarme del norte global.

En consecuencia, es importante que el gobierno libertario sufra una derrota en las elecciones del 26 de octubre pero eso no parece suficiente porque la amenaza de un nuevo coloniaje no puede ser enfrentada únicamente con la representación política e institucional. Se debe organizar un ciclo de luchas sociales y de rebeldía popular contra la reforma previsional y laboral que se viene desde el FMI y contra la dependencia de EE.UU.

Está claro que no va a ser sencillo, pero será imposible cambiar este presente sin las mayorías populares en la calle, asumiendo una nueva radicalidad acorde al peligro que enfrentamos.

*Marcelo Rosa. Abogado. Militante. Argentina.


 

Más notas sobre el tema