Otro 27 de octubre: el legado educativo de Néstor Kirchner – Por Noelia Naranjo y Mariano Yedro

Foto: Sergio Quinteros / Télam / jcp

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Otro 27 de octubre: el legado educativo de Néstor Kirchner

Por Noelia Naranjo y Mariano Yedro*

El 27 de octubre vuelve a poner el nombre de Néstor Kirchner en la memoria colectiva. En tiempos donde la educación pública vuelve a ser puesta en discusión, su figura reaparece como símbolo de reconstrucción estatal. A más de dos décadas de su llegada a la presidencia, su política educativa sigue siendo un punto de inflexión: marcó el fin de un ciclo de desmantelamiento y desfinanciamiento y el inicio de otro, donde el Estado recuperó el rol de garante de derechos.

Cuando Néstor asumió en 2003, el país acarreaba el rumbo  político signado en los años 70, donde el gobierno militar se encargó de desfinanciar el campo educativo; que fue profundizado por más de una década de políticas neoliberales en los 90 que habían reducido la educación a una cuestión de mercado. La descentralización impuesta en los años noventa, junto con la privatización y la falta de financiamiento, había fragmentado el sistema educativo y debilitado el salario docente. La imagen de la Carpa Blanca (levantada por maestras y maestros frente al Congreso entre 1997 y 1999) condensaba ese deterioro.

A tan solo 48 horas de asumir, Kirchner viajó a la provincia de Entre Ríos, donde los docentes llevaban cinco meses de huelga por falta de pago. Prometió saldar los salarios y lo cumplió. Ese gesto fundacional anticipó una política educativa que entendía al Estado como responsable de garantizar derechos, no de tercerizarlos. A partir de allí, se inició un proceso de re-centralización que buscó equilibrar las desigualdades provinciales sin avasallar autonomías.

Durante su gestión, el Ministerio de Educación conducido por Daniel Filmus, impulsó leyes clave. En 2003 se sancionó la Ley de Garantía del Salario Docente y los 180 días de clase, que estableció la asistencia financiera nacional para las provincias más postergadas. En 2005 llegó la Ley de Financiamiento Educativo, que fijó un compromiso conjunto: el Estado nacional aportaría el 40 % del incremento y las jurisdicciones el 60 %. Un año después, la Ley de Educación Nacional reemplazó la vieja Ley Federal de los noventa, restituyendo al Estado nacional la obligación de planificar, financiar y supervisar el sistema educativo en todos sus niveles.

Ese marco normativo se completó con políticas emblemáticas. En 2006 se creó el Instituto Nacional de Formación Docente (INFD), encargado de planificar la capacitación inicial y continua del magisterio. También se aprobó la Ley de Educación Técnico Profesional, que recuperó un área relegada, y la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), que estableció el derecho de niñas, niños y adolescentes a recibir información y formación en salud y vínculos. En el año 2020, un estudio del Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires reveló que entre el 70 % y el 80 % de los adolescentes de 12 a 14 años identificaron situaciones de abuso gracias a las clases de ESI: una evidencia concreta de su impacto social.

Nestor Kirchner también impulsó la creación de la Paritaria Nacional Docente, el primer espacio de negociación colectiva a nivel nacional para salarios y condiciones laborales. Participaban los sindicatos docentes – CTERA, UDA, SADOP, AMET y CEA-, el Ministerio de Trabajo y representantes provinciales. De allí surgió un piso salarial que redujo brechas y consolidó una interlocución institucional con los gremios, inexistente en la etapa previa.

La inversión en educación fue otro pilar. Entre 2003 y 2010 el presupuesto educativo creció del 3 % al 6 % del Producto Bruto Interno (PBI). En términos reales, en el período 2003 – 2015 la inversión aumentó 191 %, el salario docente se elevó 650 % y el financiamiento universitario se multiplicó por más de siete hasta 2015. En ese mismo período se crearon diecisiete nuevas universidades nacionales, ampliando el acceso a la educación superior. El canal Encuentro, inaugurado en 2007 por el propio presidente de la nación, llevó contenidos educativos a millones de hogares, articulando política pública, cultura y pedagogía.

Esa arquitectura institucional permitió, años después, que los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner consolidaran políticas de inclusión y ampliación del derecho educativo. Como señalan las investigadoras Myriam Feldfeber y Nidia Gluz, Néstor diseñó la estructura jurídica para que Cristina luego despliegue su desarrollo. Ambos compartieron una convicción: la educación pública es una inversión presente y futura en soberanía.

Hoy, en un contexto donde resurgen las ideas de ajuste y mercantilización, recordar a Néstor Kirchner es recordar un modelo de Estado que eligió fortalecer la educación como herramienta de igualdad. Su legado educativo no se mide solo en leyes o cifras, sino en haber devuelto a la comunidad educativa el orgullo de ser un sector fundamental en el desarrollo del país y de la población argentina, en clave de soberanía científica y dignidad para su pueblo.

*Mariano Yedro es Profesor y Licenciado en Historia (UNRC) y Magister en Comunicacion y Cultura contemporánea (UNC). Docente en la UNRC. Noelia Naranjo es Licenciada en Ciencia Política y Administración Pública (UNCUYO) Especialista en Docencia Universitaria (UNLP). Docente en UNCuyo. Ambos miembros del Centro de Estudios y Formación en Política Educativa (CEFOPED), asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)


 

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