Una opción más – Diario El Espectador, Colombia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

 

Marcha Patriótica, que primero fue conocido en las calles por sus manifestaciones de protesta y que se hizo famoso como movimiento político por reunir un conjunto de fuerzas sociales algo disímiles —incluso, aseguraban organismos de seguridad del Estado, ilegales—, está listo para pasar de la infancia a la adolescencia política: se presentará en las elecciones regionales de 2015, según lo que dijeron sus líderes naturales, David Flórez y Piedad Córdoba.

El movimiento vivió toda una etapa de consolidación: cinco años en los que, pese a estar presentes en muchos debates y hacerse oír de distintas formas sobre el acontecer nacional, se mantuvieron al margen de la representación pura y dura: eso de tener un escaño en alguna corporación pública por obra del voto confiado entregado por los ciudadanos. Para ello tuvieron que recorrer el país y construir lo que los medios llaman el “caudal político”: una suerte de legitimidad en las esquinas de Colombia. Al parecer, y luego de cinco años de aprendizajes, están listos para dar ese primer paso.

Una buena noticia, sin duda, que refrescaría (esperamos) con caras nuevas el quehacer político nacional y que redundaría en una expansión de la representación: pensamientos distintos, modelos de Estado diferentes, propuestas novedosas. Eso nunca sobra. Al contrario, si por algo se ha caracterizado la política nacional, mucho más allá de la polarización endémica de siglos enteros, es por la falta de representantes de la izquierda: el fantasma de la guerrilla, que la cubre siempre con su sombra, en conjunto con los escándalos que rodean a algunos de sus gestores y las avanzadas de la ultraderecha para aniquilarlos físicamente, han sido las manchas de dichos movimientos. Esta es una oportunidad renovada. Ojalá sepamos sacarle provecho.

A juicio de Flórez, “el país se ha dado cuenta de que el poder de la movilización social de la Marcha Patriótica reside en las regiones del oriente, el nororiente y el sur del país. Donde el movimiento agrario, afro e indígena es fuerte hemos hecho un trabajo importante y seguro. Allí nuestra participación electoral será muy positiva”, lo que implica, resulta obvio a esta altura, que allá es donde oiremos sobre las primeras gestiones de ese movimiento. Les deseamos la mejor de las suertes, en un país con sectores poderosos que aún no entienden la importancia de esta clase de propuestas.

Pero no todo es pureza y candor. Resultan inquietantes, al mismo tiempo, las versiones opuestas de lo que esta noticia significa. Por un lado, la esperanza de que este sea el movimiento por medio del cual las Farc lancen su “plataforma política”. Por el otro, la misma idea pero rodeada por el miedo: que la Marcha Patriótica sea el brazo político de un grupo terrorista. Dos versiones diametralmente opuestas de una misma sospecha que, si resulta cierta, es inaceptable.

Tachar a Marcha Patriótica de ser el brazo político de las Farc es cerrarle el paso a nivel simbólico: ese mismo muro que les impide a los movimientos de izquierda surgir en Colombia. Pero igual de preocupante es pensar y aceptar que el camino político legal de las Farc —que aspiramos sea posible— se pueda echar a andar al compás del fuego de sus armas. Primero y ante todo, estas debe ser cambiadas por palabras.

Mucha sospecha en una noticia que debería resultar enteramente positiva. El único camino, para que lo fuere, es la transparencia plena. Nada menos podemos esperar de un movimiento que ha dado muestras de seriedad en estos últimos cuatro años, incluso ante los señalamientos infames. Adelante, entonces.

El Espectador

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