Sindicatos y oficialistas medirán fuerzas en marchas simultáneas

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Cuando los trabajadores convocan a una movilización, como la que ocurrirá esta tarde, es inevitable fijarse en los números. Es, en cierto modo, la exhibición de una fuerza que puede ser cuantificable. Y en ese juego político se lanzan las apuestas y se elaboran los análisis políticos.

Es algo que no dejará de ocurrir esta tarde, cuando, por una parte trabajadores y distintas organizaciones sociales y políticas marchen desde el parque El Ejido hacia la plaza de San Francisco convocados por el Frente Unitario de Trabajadores (FUT). Y desde el lado gubernamental, se concentren alrededor de una tarima en un festival artístico en demostración del respaldo que tiene la revolución ciudadana.

Y en la política las apuestas funcionan. En el sindicalismo son cautos. Con llegar a concentrar a 12 000 personas se dará por satisfecho. Del lado gubernamental, en cambio, deslegitiman numéricamente la concentración de trabajadores calculando que apenas serán 3 000. En cambio, sostienen que en su festival estarán no menos de 30 000 aliados suyos.

“La batalla de las cifras es parte consustancial a la dinámica política. La política de la protesta entraña esa puja por las cifras, que es lo que permite tener representatividad y legitimidad”, dice el analista y académico Franklin Ramírez.

Pero para el profesor de teoría política de la Universidad Católica, Miguel Chavarría, una política sustentada en números es más fruto del marketing político. Pero se equivocan en un detalle que la experiencia de los indignados de Madrid o la ‘Primavera árabe’ enseñó: “partió de un pequeño grupo, pero las innovaciones políticas de este grupo llegaron a ser la reivindicación de una totalidad”. Si las demandas de hoy se quedan solamente en un marco sectorial, difícilmente lograrán objetivos de mayor alcance.

¿Hay una totalidad en las reivindicaciones que uno y otro grupo que se concentra hoy manifieste?

El antropológo Salomón Cuesta sostiene que entre una y otra marcha hay factores comunes: una oposición desarticulada que no logra dar soluciones a problemas estructurales, en cambio la revolución ciudadana propone salidas cosméticas a esos problemas. Tanto una y otra movilización serán una prueba para la capacidad organizativa de Alianza País, a quienes se les ha delegado unir a la izquierda, movilizar la gente para ganar elecciones y opacar a los opositores.

De lo que no dudan ninguno de los tres analistas es que esta será una jornada de prueba para las dos agrupaciones. “Será una jornada de extrema significación política”, dice Ramírez, por esta medición de fuerza y capacidad de convocatoria.

Ramírez añadirá que esta marcha nace de una constancia: el impacto político luego de las elecciones del 23 de febrero. A ello se añaden algunas políticas que se están implementando, como el Código Laboral (cuyo texto no se conoce aún), Código Penal, el fin de la Iniciativa Yasuní-ITT, las enmiendas, el acuerdo comercial con la UE, entre otros.

“Sin ser un pronosticador, hay una saturación de cómo reacciona el Gobierno y puede generarse un ciclo de protestas”, añade Chavarría, sobre todo por “el abuso de regulaciones en la relación gobernantes y gobernados”. Y ello ocurriría porque el Gobierno se está quedando “sin ideas para gobernar si no es por códigos”.

Los temores sindicales
Hay preocupación en los trabajadores. Organizar la manifestación y que todo salga bien es apenas una parte de la tarea. Los dirigentes sindicales tienen también un plan para precautelar la seguridad de los participantes.

Entre los planes del FUT y de la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas Unitarias de Trabajadores (Cedocut) está demostrarle al Gobierno que no se trata de una marcha desestabilizadora y que la protesta será pacífica. ​

Para esto cada sindicato aportará con al menos dos personas que formen parte de las brigadas de seguridad. Ellos recorrerán los costados de cada bloque de sindicalistas. Quieren asegurarse que no haya enfrentamientos con eventuales provocadores que, creen, podría haber.

En ningún momento planean llegar a Carondelet. Primero saben que ahí no podrían ubicar a toda la gente con la que llegarán a la plaza de San Francisco. Según los cálculos de Mesías Tatamuez, presidente de la Cedocut, en la Plaza de la Independencia es imposible tener a 30 000 personas, como anunció el Presidente.

Ayer, en las centrales sindicales se ultimaban los detalles: banderas, tambores, pancartas y carteles. Ahí también prima la seguridad, los soportes de las banderas y pancartas son delgados tubos de plástico y no de madera. A toda costa quieren evitar actos violentos.

Por eso, entre sus preocupaciones está la posibilidad de que alguien extraño a los gremios intente exacerbar los ánimos y provocar enfrentamientos. Incluso por los comentarios que puedan hacer las personas que observen el recorrido.

En las centrales sindicales se lamentan los impedimentos que tienen los trabajadores de otras provincias para llegar a la capital. Este tipo de denuncias se han hecho en otras movilizaciones anteriores, cuando, por ejemplo, buses interprovinciales eran detenidos en los exteriores del Distrito Metropolitano para impedir su ingreso.

El Comercio

Presidente Correa dice que protestas buscan ejercer presión para imponer agenda política

El presidente Rafael Correa cuestionó el objetivo de las protestas anunciadas por sectores de oposición para este miércoles que buscan “ablandar” a su gobierno para imponer su agenda política.

“No nos engañemos esto es un diálogo de sordos. Son los mismos de siempre que se oponen a todo y que buscan volvernos al pasado”, manifestó el mandatario socialista, la noche de este miércoles durante un conversatorio con periodistas en la ciudad de Milagro, en la costera provincia del Guayas, a donde acudió a inaugurar obras del ferrocarril ecuatoriano.

Correa dijo que atrás de las protestas pero con diferentes membretes está el Movimiento Popular Democrático, recientemente eliminado del registro electoral por no contar con el mínimo de votos en las dos últimas elecciones en el país.

A este grupo se han sumado empleados de telefónicas privadas y ciertos dirigentes de los médicos vinculados con agrupaciones políticas de oposición. “Si se unen a marchas políticas, tendrán respuestas políticas”, advirtió el presidente.

También dijo que no dialogará con estos grupos porque tienen una plataforma de pedidos a los que calificó de “mediocres” porque, entre otras cosas, buscan derogar los avances en la educación superior como la categorización de universidades y el examen de ingreso a esos centros.

“El mundo al revés. Los que no pagaban impuestos, los que tercerizaban el trabajo, no afiliaban a la seguridad social a sus trabajadores, los que destrozaron la educación, los que no declaraban utilidades son los que se oponen a los avances en materia laboral”, sentenció el jefe de Estado.

Finalmente, insistió que no cederá a las presiones de estos grupos políticos, a los que –dijo- juntos derrotarán en las urnas en un caso de adelantarse las elecciones previstas para 2017.

Andes

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