El ministro de Educación de Ecuador habla sobre los desafíos de los próximos cuatro años

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Fander Falconí formó parte del equipo de transición. Y en el nuevo gobierno de Lenín Moreno asumió el Ministerio de Educación. Tiene una larga experiencia en la administración pública; en el ejecutivo anterior, el de Rafael Correa, fue canciller y titular de la Secretaría de Planificación y Desarrollo (Senplades). Ahora define sus prioridades en este cargo de enorme responsabilidad social.

¿Cuáles serán los ejes de su gestión?

Hay tres ejes: la calidad educativa sincronizada con las necesidades nacionales y mejorada según los altos estándares internacionales; el segundo, una infraestructura en constante renovación que requiere el sistema educativo; y el tercero, la protección de los derechos estudiantiles de la niñez y adolescencia con inclusión y equidad.

¿Se mantendrán los altos niveles de inversión en infraestructura que vimos en los últimos 10 años?

Cumpliremos con lo que está proyectado y daremos paso a nuevos requerimientos, tanto en infraestructura como en equipamiento. Entre el 24 de mayo, cuando asumimos y este momento, hemos inaugurado dos unidades educativas que han sido repotenciadas y 10 unidades del siglo XXI. Para este año tenemos proyectado, hasta diciembre, construir 18 unidades del milenio adicionales, ocho unidades repotenciadas y 35 unidades del siglo XXI especiales. Entendemos las restricciones a nivel macroeconómico, las priorizaciones que deben hacerse en el plan anual de inversiones, pero también como sociedad deberíamos comprender que las mejores inversiones son las que se realizan para construir capacidades humanas, esto es educación y salud. Las escuelas del milenio fueron objeto de debate durante la campaña electoral.

¿Ese tipo de infraestructura se va a mantener?

He podido visitar algunas unidades educativas del milenio y hay un sentimiento generalizado de que se ha elevado la cobertura y dignidad en la que se desenvuelve el proceso educativo ecuatoriano. Estoy haciendo una evaluación rigurosa del impacto de las escuelas del milenio. Tengo resultados preliminares que son positivos en cuanto al aumento del acceso y de  logros. Haré oficial este estudio en los próximos 15 días, pero en algunos casos tiene que seguir todo el plan de infraestructura diseñado.

¿Cómo se combatirá el consumo de drogas en los colegios?

El Ministerio de Educación emitió un Acuerdo Ministerial en 2013 que dispone a los planteles que mantengan previsión y control estricto para evitar el consumo de drogas. Todas las autoridades educativas tienen responsabilidad en esta situación. Adicionalmente en 2015 se emitió un protocolo de actuación. El protocolo marca la ruta para la denuncia, el control, la prevención y la erradicación del alcohol, tabaco y otro tipo de drogas. Tenemos una estrategia para consolidar los Departamentos de Consejería Estudiantil, los llamados (DECE). Son unidades especializadas que tienen los colegios. En este momento tenemos 54% de DECE en planteles de más de 900 estudiantes y el proyecto interno es consolidar estos espacios de prevención, tratamiento de uso y abuso de drogas, pero también en la construcción de una cultura de derechos estudiantiles.

Hay otro protocolo ante una denuncia de abuso sexual en los planteles, ¿cómo ha sido su puesta en marcha?

El Ministerio tiene una política de cero tolerancia frente a la violencia o abuso sexual en las aulas. Emitimos tres instrumentos la semana pasada: un acuerdo ministerial que tipifica la acción frente a casos de violencia sexual; el protocolo de actuación en el caso de detectar este tipo de casos; y políticas para la admisión del personal docente en los centros educativos particulares, fiscomisionales, municipales del sistema educativo. Estos instrumentos normativos de política nos permitirán mejorar la prevención y control. Sin embargo existen excelentes prácticas de acompañamiento docente, que vienen dadas desde la comunidad educativa. Tenemos que recoger este conjunto de experiencias y entender que este es un problema de corresponsabilidad de toda la sociedad. Tiene que haber la intervención de padres, madres, abuelos, que son parte del sistema. Tiene que haber un compromiso de la sociedad, de los medios públicos para tener una política de cero tolerancia y de prevención.

¿Hay un plan para incentivar la lectoría en los estudiantes?

Nuestros jóvenes leen poco. De acuerdo con datos de la Unesco, en Ecuador se lee un promedio de medio libro por año. Esto significa que hay ecuatorianos que no leen ni siquiera un libro por año. A partir de este dato, emprendimos la campaña ‘Yo leo’, que es parte de una estrategia interinstitucional que llevamos a cabo con el Ministerio de Cultura y que se la presentará al país el 9 de agosto, el Día de la Cultura. Hemos generado un conjunto de acciones en los planteles, alrededor del plan de lectura, es una campaña masiva, dinámica, dirigida a los actores de la comunidad educativa para fortalecer una acción integral de los aspectos relacionados con la lectura.

¿Cómo incentivar el aumento de lectura frente al uso masivo de la tecnología?

No son estrategias contraproducentes. Hay a quienes nos encantan los libros físicos, pero también hay jóvenes que acceden a una literatura digital. Tenemos que generar el acceso al libro y también la posibilidad de masificarlo en línea o digitalizado. La campaña tiene estrategias, por un lado la formación de lectores que es un trabajo compartido con las escuelas y colegios. Hay un componente editorial, por ejemplo buscar los géneros que atraen y las colecciones de acuerdo con la edad.

¿Es necesaria una reforma a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI)?

La norma actual trae avances y consolida un conjunto de aspectos relacionados con la educación, su carácter inclusivo e intercultural, los cuales tardan en solidificarse para medir su impacto. Tenemos una ley que está en marcha, que hay que esperar como sociedad para evaluar. Podríamos pensar en reformas puntuales, pero que siempre sean pensadas en mejorar el espíritu integral de la ley. Hay indígenas que defienden las escuelas unidocentes.

¿Se revisará ese modelo?

La microplanificación en el sistema educativo, en el de salud y seguridad ha sido exitoso. Ya se cuenta con zonas de planificación, en este caso el Ministerio tiene nueve y está actuando en el territorio a través de sus distritos y circuitos.  Hace falta fortalecer una visión más ligada al mejoramiento de la calidad en el territorio. Sin embargo, una estructura desconcentrada nos permite operar de mejor manera en el control de una infraestructura de calidad, en el seguimiento educativo, en la injerencia educativa que se requiere en el territorio y en la desconcentración de inversiones. Es un modelo que funciona con éxito y que por supuesto hay que fortalecerlo. En las escuelas unidocentes habría que revisar casos específicos, según amerite cada situación, para mejorar el sistema. Pero en lo esencial, el sistema  funciona de manera adecuada.

Una vez que se ha avanzado en infraestructura educativa, ¿cómo hacerlo en la calidad?

La calidad de la educación se puede sintetizar en los logros. En las experiencias educativas exitosas, en términos teóricos y prácticos, la clave es la interacción entre el docente y el estudiante. El punto central es cómo lograr un acompañamiento adecuado desde el Ministerio. Veo a maestros motivados alrededor de la educación, y eso me da las pautas de que podremos establecer un trabajo beneficioso y colaborativo para mejorar los niveles de calidad e interacción. Estamos con varias estrategias. Una tiene que ver con el acompañamiento docente que llamamos mentorías en el territorio, que es trabajar a un nivel de circuito con los profesores y mejorar el proceso de aprendizaje. El otro aspecto es disminuir el rezago estudiantil. Tenemos una población que no ha terminado el bachillerato, estamos generando una estrategia para que los jóvenes tengan acceso. La clave son los programas de educación flexible y el bachillerato intensivo como una alternativa para generar una escolaridad acelerada para disminuir el rezago estudiantil en los jóvenes y adultos.

¿Cuál es su meta en cuatro años?

La misión que tenemos todos es disminuir el rezago estudiantil, que universalicemos la tasa neta de asistencia a la educación básica, media y superior, que prioricemos inversión de calidad, que dejemos un país libre de analfabetismo, que hagamos una reducción notable del abandono escolar, que tengamos un proceso educativo innovador y creativo, que fortalezcamos el bachillerato técnico, en sus distintas modalidades que tenemos ahora, como una que estamos impulsando en este nuevo periodo, que es el bachillerato técnico productivo, esta modalidad incrementa aproximadamente un año el bachillerato técnico con la finalidad de generar las competencias laborales para un estudiante y engranar de mejor manera el bachillerato con el sistema de educación superior.

¿Este bachillerato técnico productivo alarga la colegiatura?

La idea es aumentar un año la colegiatura para mejorar un acoplamiento con las necesidades productivas de cada zona. Ese estudiante que tenga la posibilidad de hacer este bachillerato tendría una certificación laboral que trabajamos con la Setec, esa certificación le permite acceder al mundo del trabajo, pero adicionalmente le permitiría cubrir parte de la malla curricular en la educación superior.

El Telégrafo

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