Vientos revolucionarios del sur -Por Raúl Benoit

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No hay que olvidar que Zelaya es chavista puro. Dijo hace poco que “Libre se ha consolidado como se ha fortalecido el proceso de la izquierda en América Latina”.

Si los salvadoreños no se pellizcan y despiertan, el próximo año los impactará la llegada definitiva de una izquierda totalitaria.

La campaña del candidato Salvador Sánchez, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), es apoyada por el gobierno “revolucionario” de Venezuela.

Me llevé una sorpresa al visitar El Salvador. El precio de la gasolina está por arriba de los cuatro dólares el galón, a pesar de las dádivas del chavismo. Otro asombro fue conocer que la violencia y la delincuencia son armas políticas electorales y por lo tanto tienden a empeorar. También me pasmé al presenciar un evento político del FMLN colmado de pan y circo y enterarme que era patrocinado por una empresa llamada Alba Petróleos de El Salvador.

En su página de la Internet indica que es “la síntesis del nuevo concepto de cooperación entre los pueblos donde concurren la visión del futuro del Estado venezolano en concreción de los sueños de Bolívar y Martí por la integración y la Unidad de América Latina”.

Dicen que fue constituida con fondos públicos de alcaldías, dinero que se convirtió en títulos de inversión, pero supe que el chavismo está tras bambalinas. Para lograr la aceptación de la gente, prometieron que bajarían el precio del combustible. Al llenar el tanque de gasolina me cuestioné ¿en qué beneficia esa alianza al ciudadano común si el valor del galón está por las nubes? ¿Dónde se queda el dinero de las ganancias?

Es inquietante lo que está ocurriendo en El Salvador a la vista y seguramente bajo la anuencia del presidente Mauricio Funes, aunque en público él pareciera estar distante del partido que lo llevó al poder, el FMLN.

El narcochavismo ha ido penetrando en Centroamérica por culpa de la ineptitud de dirigentes ambiciosos y codiciosos que les importa un bledo resolver los problemas sociales.

En Nicaragua, por ejemplo, se consolida la dictadura de Daniel Ortega, quien censura, compra empresas para su beneficio familiar y reprime con bandas paramilitares que ejecutan acciones como autoridad legítima. El sandinismo (léase mejor orteguismo), abusa del poder. Ciertos ricos nicaragüenses guardan silencio cómplice mientras reciben su tajada, pero, tarde o temprano, serán castigados.

En Honduras, que vive una grave crisis económica y social, el zelayismo avanza peligrosamente con Xiomara Castro, esposa de Manuel Zelaya. Ella es la candidata del partido Libre a las elecciones del próximo 24 de noviembre. No hay que olvidar que Zelaya es chavista puro. Dijo hace poco que “Libre se ha consolidado como se ha fortalecido el proceso de la izquierda en América Latina”.

El problema no es la izquierda como tal. El peligro son los izquierdistas descarados que fingen luchar por el pueblo y llegan al poder a devastar las arcas del Estado, como ocurre en Venezuela, donde la ingobernabilidad ha hecho que escaseen productos de la canasta familiar, desde el papel higiénico hasta la carne, mientras le echan la culpa a la oposición.

Tengo la ilusión de que los ciudadanos no sean tontos, perciban los vientos revolucionarios que soplan del sur y eviten que el narcochavismo les robe el futuro y la esperanza.

 

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