Alí Rodríguez Araque, secretario general de Unasur: «La integración se ha fortalecido tanto que ya es difícil volver atrás»

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Nota de Tiempo Argentino

El delicado momento que atraviesa Venezuela –y, por ende, Latinoamérica en general– fue uno de los temas que más preocupó en las últimas semanas a líderes y pueblos de la región. Los intentos desestabilizadores de la oposición, liderada por el encarcelado dirigente Leopoldo López, derivaron en jornadas de protesta y violencia con 28 muertos incluidos. La respuesta de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) fue clara: ni un resquicio para las prácticas golpistas. Más diálogo, más debate y más democracia.
La declaración se hizo pública el pasado miércoles, cuando los cancilleres de los países del bloque se reunieron en Santiago de Chile para discutir el caso Venezuela. Uno de los participantes fue el actual secretario general de la Unasur, Alí Rodríguez Araque, de amplia experiencia como funcionario público durante el gobierno de Hugo Chávez y vasta trayectoria en el terreno diplomático, quien llegó a la Argentina para brindar una conferencia de prensa en la que habló no sólo del momento de Venezuela –su país–, sino también de la realidad política, económica y social de Sudamérica.
–¿Qué balance hace sobre la reunión de la Unasur en Santiago de Chile?
–Es ampliamente positivo en dos direcciones. La primera, por la unidad que se observa internamente en Unasur. Independientemente de que un canciller o un funcionario piensen de determinada manera, hay un común denominador que es ya la norma en todos los eventos del organismo. Eso que ya se hizo una expresión común: es la unidad en la diversidad. En la reunión de Santiago todos coincidimos en el rechazo enérgico a las manifestaciones de violencia en Venezuela. En segundo lugar, se hizo una defensa irrestricta de la democracia y todo intento de romper lo que establece la Constitución y las leyes venezolanas. Además, a solicitud de Venezuela se acordó enviar una delegación integrada por los cancilleres de Unasur a fin de ayudar, junto con la Conferencia de Paz que convocó el presidente Nicolás Maduro, para ampliar el diálogo que ya se ha iniciado en el país.
–¿Cuán importante es la cuestión del petróleo para entender la actual crisis de Venezuela?
–Venezuela cuenta con una reserva de petróleo suficiente para abastecer cualquier incremento de demanda de este recurso natural estratégico. Eso explica la posición de algunas potencias, y en particular de una, que con una población del 5% dentro de la población mundial, consume más del 25% del total de energía del mundo. Hay documentos oficiales de Estados Unidos en los que se establece que el acceso a los recursos naturales, como el petróleo, es un problema de seguridad nacional. Si es un problema de seguridad nacional, entonces aquel país que establezca políticas soberanas como Venezuela, se considera una amenaza. Más con el hecho de que haya aparecido un liderazgo como el de Chávez, que no sólo estableció una política soberana en materia petrolera, sino que además dio un fuerte impulso a la integración y planteó que un país puede ser independiente. Para Estados Unidos, todo lo que huela a independencia y soberanía en las decisiones, sobre todo de los recursos naturales, es una influencia negativa.
–¿En qué hechos queda reflejada esa política de Chávez?
–El problema de fondo son las regalías. En Venezuela, durante la etapa neoliberal, las regalías, que eran del 16%, fueron llevadas al 0 por ciento. Hugo Chávez llevó las regalías primero a ese 16% y luego al 33 por ciento. Entonces, esa enorme tajada que antes se quedaban las grandes corporaciones, ahora queda en el Estado, que con sus políticas distributivas la orienta a solucionar problemas de la población. Venezuela ya ha dedicado más de 600 mil millones de dólares a atacar el problema social, de salud, de educación. Eso terminó en una mejoría del nivel de vida promedio de la población venezolana. El segundo problema es la materia tributaria. Durante la apertura petrolera se llevaron los impuestos del 67% al 34%, igual que los que pagaba cualquier panadería o ferretería. Ese era otro factor de enorme ganancia para las empresas: menos impuestos, más ganancias. Ese impuesto, con Chávez, se llevó al 50 por ciento. Otro problema radicaba en la participación del Estado en la actividad petrolera que con la apertura pe se redujo al 35% y la de las grandes corporaciones pasó al 65 por ciento. Hoy, el mínimo para el Estado es del 65% y para las corporaciones interesadas es del 35 por ciento.
–Como hombre de la revolución bolivariana, ¿cuáles cree que son los desafíos que tiene Venezuela ante los intentos desestabilizadores?
–Lo primero es mantener una política de cara al pueblo. Eso es fundamental para un gobierno revolucionario: que sus acciones se hagan pensando en los intereses del pueblo. El gran reto es la defensa incondicional de la soberanía de Venezuela. Porque sin soberanía olvidemos que haya democracia en ningún país. Hoy lo que predomina en la región es la necesidad de defender la soberanía para que exista democracia. Y por supuesto que el gran reto es derrotar las amenazas que en distintos ámbitos se vienen desarrollando. La política imperial tiene dos grandes vertientes. La primera es el aislamiento internacional. La segunda, una inmensa campaña propagandística. Usted pone cualquier canal de televisión fuera de Venezuela y es asombroso cómo se desfigura la situación del país. Cualquiera piensa que hay una guerra, que está incendiado.
–¿Cree que en un futuro Estados Unidos y los países latinoamericanos podrían llegar a tener relaciones de igualdad, tal como planteó el presidente Maduro?
–Hay que soñar un poco. Qué bueno sería que los líderes de la Casa Blanca algún día entendieran que una relación en condiciones de igualdad, de cooperación con la región, sería mutuamente muy beneficiosa, no sólo para la región sino para Estados Unidos también. Más allá de las críticas que en el ámbito político se pueda hacer a los Estados Unidos, no hay dudas de que el pueblo americano ha logrado avances en el campo de la ciencia, la tecnología. Y sin embargo gran parte de la población norteamericana padece los mismos problemas que padece cualquier sudamericano.
–¿Cuánto preocupa a Unasur los altos niveles de desigualdad, pobreza e indigencia en la región?
–En mi opinión ese debe ser el tema central de la Unasur hasta tanto el fenómeno sea superado. Pese a que se ha reducido el nivel de pobreza, en la región tenemos según la Cepal unos 134 millones de pobres, de los cuales un alto porcentaje son indigentes. Y lo paradójico es que esas millones de personas deambulan sobre una riqueza descomunal: nuestros recursos naturales. La clave es debatir cómo poner al servicio de los pueblos esos recursos para solucionar el problema de la pobreza. Aquí están todas las fuentes primarias de energía. Somos una potencia energética. ¿Pero cómo hacemos para garantizar que hasta el último hogar en la región tenga electricidad?
–¿Siente el avance de la derecha en la región como una amenaza al proceso de integración regional?
–El sentimiento de integración se ha fortalecido a tal nivel que es muy difícil echar marcha atrás. La integración no es sólo un problema de los países progresistas. El ALCA era un proyecto de integración: el tema es hacia dónde se proyecta esa integración. Si se trata simplemente de convertir esto en un ámbito para la competencia en materia comercial, o si se concibe como un espacio para los acuerdos entre los países a fin de mejorar tanto la estabilidad democrática como la defensa de la soberanía para beneficio de la población. Ese camino es el que transita Unasur.
Protagonista
José Alí Rodríguez Araque nació en la ciudad venezolana de Mérida en 1937.
Abogado de profesión y antiguo líder comunista durante los años ’60, ocupó diversos cargos en el gobierno de Hugo Chávez. Fue ministro de Energía y Minas, de Relaciones Exteriores, y de Economía y Finanzas. Además, fue presidente de PDVSA, secretario general de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y embajador de Venezuela en Cuba. Llegó a la Secretaría General de la Unasur el 11 de junio de 2012. En el libro Antes de que se me olvide, la periodista Rosa Miriam Elizalde conversa con Rodríguez sobre su vida personal, entrecruzada con la historia política reciente de Venezuela.
Chávez y kirchner, impulsores
–¿Cómo impactaron la desaparición física tanto del ex presidente bolivariano como del ex presidente argentino Néstor Kirchner en el funcionamiento de Unasur?
–Obviamente que tratándose de dos líderes de la talla de Kirchner y Chávez su desaparición provoca un impacto inocultable, porque fueron factores fundamentales de impulsión de la integración sudamericana. Fueron líderes profundamente convencidos de la necesidad de materializar ese viejo sueño. La desaparición tan súbita, como fue el caso de Kirchner, y en buena medida de Chávez, genera un vacío. Ahora, esta fuerza centrípeta que se ha generado en torno a la necesidad de la unión entre nuestros países no solo resistió hasta ahora, sino que además puede seguir avanzando aún con estas sensibles ausencias. Y debe seguir avanzando, porque estoy seguro que si ambos hubiesen tenido la posibilidad de hacer un testamento, hubieran afirmado que debe continuar la marcha hacia la unión. Porque esto ni siquiera se puede atribuir a su pensamiento. Esto es una idea que está en el origen de nuestras naciones.

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