Juan Carlos I y América Latina – Por Carlos Malamud

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Desde el mismo momento de su coronación D. Juan Carlos comenzó a tejer una particular relación con América Latina. A mediados de la década de 1970, coincidiendo con la muerte de Francisco Franco, encontrábamos dictaduras militares en varios países de la región. Una de ellas estaba encabezada por Augusto Pinochet, que pensó que el funeral de estado y la nueva coronación eran una oportunidad ideal para legitimarse ante un mundo que mayoritariamente le era hostil.

Y si bien Pinochet pudo cumplir con la primera parte de su plan, acompañado de muchos como él, no pudo realizar la segunda, que le hubiera permitido cubrir sus máximas aspiraciones. En 1978 el rey de España realizó un controvertido viaje a la Argentina de Videla. Sin embargo, su paso por Buenos Aires sirvió para que algunos presos de la dictadura militar argentina pudieran exiliarse en España.

Coincidiendo con la apuesta creciente de los gobiernos de Adolfo Suárez y Felipe González por América Latina, el monarca comenzó a tener un mayor protagonismo en el subcontinente, en estrecha coordinación con la diplomacia española, como se pudo ver posteriormente en los procesos de paz centroamericanos. No hay duda que la transición sirvió para cambiar la imagen de España, un país cada vez más moderno y democrático.

En ese ejercicio la labor de Juan Carlos sirvió para reforzar unas tendencias que iban cobrando cada vez más vigor. Paradójicamente su presencia no chocaba con el sentir republicano de las sociedades que visitaba, aunque era capaz de provocar el fervor de las multitudes atraídas por su real figura. El inicio de las Cumbres Iberoamericanas a partir de 1992 fue fundamental en el estrechamiento de vínculos con una América Latina cada vez más democrática.

Uno de los grandes beneficiados de estas cumbres fue Fidel Castro, que gracias a ellas pudo romper el aislamiento internacional, mucho más sangrante en las instituciones latinoamericanas, al que estaba expuesto. Para los impulsores de este ejercicio de diplomacia multilateral que fueron las cumbres se trataba de facilitar, tras la caída del Muro de Berlín, la transición en Cuba, algo que finalmente no se cumplió. Pese al acercamiento con Castro, Juan Carlos nunca realizó una visita bilateral oficial a la isla, salvó en ocasión de la IX Cumbre celebrada en La Habana.

Hasta la Cumbre de Cádiz, en 2012, el rey de España fue un participante permanente en las mismas, lo que le permitió mantener estrechos lazos con la mayor parte de los presidentes latinoamericanos. De este modo pudo trabajar abiertamente, pero también discretamente cuando las circunstancias lo requerían, por la defensa de los intereses de España en América Latina. A partir de ahora será el próximo Felipe VI quien con toda seguridad seguirá sus pasos, en una labor constante por reforzar la relación de todas las partes (América Latina más España y Portugal) que componen Iberoamérica.

http://www.infolatam.com/2014/06/02/juan-carlos-i-y-america-latina/

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