Todo listo en Argentina para el lanzamiento del segundo satélite de comunicaciones de fabricación nacional

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El satélite de telecomunicaciones Arsat-2 partió ayer rumbo a la Guayana Francesa, desde donde será lanzado al espacio el mes que viene. El avión ucraniano de carga Antonov AN 124 despegó desde el aeropuerto de Bariloche con destino a la base espacial que la Unión Europea tiene en Kourou. Esa es la última escala antes de que un frenético viaje deposite al cohete en una órbita a miles de kilómetros de la Tierra. Si todo sale bien, será el segundo artefacto satelital para la comunicación completamente diseñado y fabricado en el país.

El lanzamiento del Arsat-2 al espacio está previsto para el 30 de septiembre. Se ubicará en la posición orbital 81 Oeste y a través de sus tres antenas tendrá cobertura en todo el continente americano, desde Canadá hasta la Península Antártica. Al ser de tipo “geoestacionario”, es decir que siempre “ilumina” el mismo punto del planeta, tiene continuidad en la transmisión de datos, que es necesaria para brindar servicios de televisión, Internet, datos y telefonía sobre IP. Argentina, junto a Estados Unidos, Alemania, Francia, Rusia, Japón, India y China son los únicos países con desarrollo de este tipo de satélites.

El primero de la serie en la apuesta satelital en telecomunicaciones del Gobierno fue el Arsat-1, enviado al espacio hace casi un año, con resultados satisfactorios en la prestación de servicios. Prácticamente toda la televisión digital que se ve en el país proviene de la señal emitida por el Arsat-1, que ya recibió casi todos los clientes que operaban en el satélite AMC6, que el país antes alquilaba. El Arsat-1 costó 270 millones de dólares y permite obtener ingresos por 50 millones de dólares al año, cuando antes se gastaban 25 millones en alquiler.

Los satélites nacionales son propiedad de la empresa pública Arsat, que encargó el diseño y la construcción al Invap, la sociedad del Estado de la provincia de Río Negro, con sede en Bariloche. A su vez, fueron testeados en el Centro de Ensayos en Alta Tecnología (Ceatsa) creado en 2010 por Arsat e Invap. Los directivos de esas empresas estuvieron presentes ayer en el acto de “despedida” del Arsat-2, que consistió en el despacho del satélite en la gigantesca panza del Antonov, avión que suele transportar locomotoras y fuselajes de aviones. Arsat contrató una empresa local que se encargó de alquilar la aeronave y hacer los arreglos logísticos para el traslado y el estacionamiento del satélite en la pista.

El satélite entró al avión por la trompa, que luego se volvió a acoplar a la nave. Adentro cuenta con una cubierta para aislar y regular las condiciones de la carga, un soporte suspendido donde se ubica el satélite y una base con un sistema de resortes para aislar las vibraciones. Previa escala en Ezeiza para recargar combustible, el avión se dirigió hasta la ciudad de Cayenne, capital de la Guayana Francesa. Desde allí será lanzado al espacio por la empresa Arianne Space.

El Arsat-2 costó 250 millones de dólares, algo menos que su predecesor. Fueron entre 600 mil y 700 mil horas hombre frente a 1,3 millón de horas hombre del Arsat-1, lo que habla de los frutos de la acumulación de conocimiento. Se necesitaron siete años para el completo desarrollo del Arsat-1, mucho menos para el segundo.

“Por eso nos da bronca cuando algunos políticos o medios de comunicación que no tienen idea de lo que se trata el proyecto o son malintencionados comparan este desarrollo científico con los celulares de Tierra del Fuego”, comentó a los periodistas Héctor Otheguy, CEO de Invap. “En los 40 años de Invap nunca hubo un apoyo a la ciencia y la tecnología como durante la última década”, agregó, en una carpa improvisada para resguardarse del frío viento andino. Desde 2003, el Invap cuadruplicó su plantilla de personal, mientras que Arsat la duplicó en apenas dos años. En ambos casos, las incorporaciones en su mayoría son de trabajadores jóvenes altamente calificados recibidos de la universidad pública.

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