¿Qué temas quedaron afuera de la Nueva Agenda Urbana elaborada en Hábitat III?

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La Nueva Agenda Urbana, documento que será adoptado tras finalizar la Conferencia sobre vivienda y desarrollo urbano sostenible, Hábitat III, incluye la propuesta de crear ciudades más seguras, tecnológicas y ordenadas. Sin embargo, el evento que se desarrolló en la Casa de la Cultura Ecuatoriana no ha estado alejado de las protestas.

Precisamente este jueves 20 de octubre de 2016, día en el que finalizaba el evento, llegaron hasta la sede de la Conferencia manifestantes que representaban a nacionalidades indígenas y colectivos sociales nacionales y extranjeros. Ellos criticaron, entre otras cosas, que las agendas oficiales se centren en la urbanización y que se deje de lado a las personas que viven en el campo. Además solicitaban que se de más atención al trabajo de campo y menos al de las ciudades tecnológicas

Dentro de la sede también existieron manifestaciones. Cerca de las 11:00, ciudadanos de Corea del Sur realizaron un performance pacífico. Ellos alegaban que la vivienda es un derecho y que el no tener dinero no debe ser un impedimento para que las personas puedan acceder a ella.

Según manifestó Soo-na Kim, de la Alianza local de sustentabilidad de Corea del Sur, “creemos que Hábitat III y la nueva agenda urbana no están representando a la gente. No son incluyentes como dicen”. Las personas que participaron en esta actividad eran en su mayoría de la isla de Jeju y reclamaban por la creación de una base naval allí. El joven sur coreano expresó: “queremos asentarnos, no luchar. Por eso estamos aqui». El martes, 20 de octubre nos al de las ciudades tecnol tambiyorener dinero no debe ser un impedimento para que las personas puei

Si bien en las discusiones se habló sobre cómo hacer ciudades más seguras para mujeres y niños, la intersección entre las localidades y las personas de los grupos Glbti también fue poco discutida en la conferencia. Algo que, en cambio, sí fue tratado en el Hábitat III alternativo que se desarrolló en la Flacso, según la atropóloga María Amelia Viteri.

A diferencia de Hábitat III, el evento que tuvo lugar en la Flacso era abierto al público. ¨Esta propuesta alternativa plantea una mirada crítica a la Nueva Agenda Urbana y constituye una respuesta propositiva e incluyente que agrupe a diferentes voces y visiones de las y los ciudadanos que producen colectivamente las ciudades», afirmó.

Dentro de la sede oficial del evento organizado por Naciones Unidas sí se trató el tema de los derechos de las comunidades Glbti en un conversatorio que tuvo lugar el 19 de octubre a las 16:00. En él participó la alcaldesa de Oakland, EE.UU. quien reconoció que su ciudad tenía la suerte de ser incluyente, pero sabe que no es lo mismo en el resto de las ciudades del mundo.

De hecho, en el sitio Change.org se creó una petición para promover una declaración Queer en la Nueva Agenda Urbana que está dirigida al secretariado general de Hábitat III y tiene hasta hoy, 20 de octubre de 2016, 251 simpatizantes.

Este documento fue aprobado en Vancouver en julio. Los participantes en este conversatorio reconocieron que, si bien existen avances, que han sido fruto de luchas sociales y no de políticas públicas, se sigue hablando de ciudadanos de primera y segunda categoría.

Danielo Manzano, activista por los derechos Glbti en el Ecuador, considera que “la nueva agenda urbana debería incluir los derechos básicos de todas las personas”. Mencionó como ejemplo a Jamaica, un país en el que, según explicó, esa comunidad vive debajo de los puentes “donde se arroja la basura”.

Según el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica…”. Para el activista, esto no se cumple en el país.

Al final, ellos reconocieron que luego de la adopción de la Nueva Agenda Urbana, el paso siguiente es la implementación por lo que la batalla todavía no está perdida.

El Comercio

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