Teresa Herrera, activista feminista uruguaya: «No pretendemos la supremacía de género, queremos la equidad»

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Por José Luis Aguiar.

A pocos días de se apruebe el proyecto del Poder Ejecutivo para incluir el “femicidio” entre las “agravantes muy especiales” del homicidio —con penas de 15 a 30 años de penitenciaría— Herrera manifiesta su preocupación de que se legisle “para la tribuna” el nombre de un delito, y no se apruebe una ley integral que obligue al Estado “a prevenir, proteger y sancionar, marcando las formas en que debe hacerse”. De éste y otros temas que han estado estos últimos días en el foco de las medios, habla en esta entrevista.

—Aunque parezca una discusión trivial, hay dudas sobre cuál es el término con que deberían designarse los asesinatos de mujeres cometidos por hombres. La RAE no admite «femicidio» (lo considera una españolada derivada del inglés). Prefiere «feminicidio». Los proyectos de ley uruguayos adoptan el término «femicidio». ¿Hay diferencias de concepto entre ambos?

—Varios autores y autoras se han referido al feminicidio cuando se trata de crímenes sin protección del Estado o aun con la complicidad del mismo (como en los casos de las mujeres asesinadas en Tijuana, México). Sería una contradicción hacer una Ley de Feminicidio. Las leyes, en todos los países que las tienen, son sobre Femicidio. La RAE, como en tantas otras palabras, llegará tarde a su legitimación.

—¿Cuántos países tienen leyes sobre «femicidio»?

—Al año 2015 según Cepal, hay leyes en 16 países de America Latina.

—¿Qué circunstancias deben darse para considerar la muerte violenta de una mujer como un femicidio? Cuando una mujer muere como consecuencia de una rapiña, ¿debería tratarse como «femicidio» u «homicidio»? Cuando otra (como un notorio crimen reciente) es asesinada por su hija, ¿cómo debería considerarse el delito?

—El femicidio es un crimen de odio, como los crímenes raciales. En este caso, se la mata por ser mujer, como en otros por ser afrodescendiente o judío. Los ejemplos que menciona son muertes por otras razones; en el primero, para robar; en el segundo, por violencia intrafamiliar (que no siempre es de género). Dolorosas, condenables como todas las muertes violentas, pero no son femicidios.

—Los crímenes contra judíos o afrodescendientes, o contra gays, no tienen otra razón que el odio, y por ello son indiscriminados: se atenta contra cualquier persona por su sola pertenencia a esas colectividades. En el caso de las muertes de mujeres, hay una relación previa entre el matador y la víctima y los casos son singulares. No hay en Uruguay asesinatos indiscriminados de mujeres por odio o menosprecio.

—La mayoría de los casos son de violencia doméstica, es cierto, pero su origen es el menosprecio a la mujer por el hecho de ser mujer. La inmensa mayoría de los violentos ejerce violencia con más de una mujer. Tienen una trayectoria, por eso son femicidios.

—Los proyectos a estudio del Parlamento prevén penas más elevadas para el «femicidio» que para otros homicidios intencionales, cualquiera sea el sexo de la víctima. ¿Eso no viola el principio de igualdad ante la ley?

—Los proyectos no prevén más de 30 años, que es lo máximo ya previsto en el Código Penal. Poniendo nombre al delito se pretende la comprensión de una etiología (una causalidad diferente, que se sustenta en el sistema patriarcal). Además, como lo habitual es que a los femicidas se les aplique la pena más benigna, también se pretende que se aplique el máximo castigo previsto en el Código.

Lamentablemente, lo más probable es que se apruebe solo el texto que tipifica el femicidio en el Código Penal y no la Ley Integral que legisla sobre todas las formas de violencia de género y que duerme un incomprensible sueño en el Senado. Incomprensible, dicho irónicamente. Legislar para la tribuna el nombre de un delito, es bien distinto que aprobar una ley que obliga a prevenir, proteger y sancionar, marcando las formas en que debe hacerse.

—Esa legislación diferenciada que promueven las feministas, ¿no consagra una supremacía «de género», equivalente a las leyes de supremacía racial, por ejemplo?

—Creo que es todo lo contrario; es reconocer la situación de vulnerabilidad en nuestra sociedad, que afecta a la mayoría de la población (52%). Ser mujer es tener menos oportunidades en todos los ámbitos, por lo tanto lo que se pretende no es supremacía, es equidad. No partimos del mismo lugar.

—Hay un tema poco transparente en relación con la financiación que reciben las organizaciones feministas. Como vocera de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual, ¿podría explicar cómo se financia su organización?

—La Red es una agrupación integrada por diversas organizaciones de todo el país. Fue fundada en 1992 y actualmente somos más de 30 organizaciones, de la más diversa índole: de atención a víctimas; de atención a victimarios; de investigación; de capacitación; de denuncia y movilización, hasta la Comisión de Género del Pit-Cnt la integra. Nuestra financiación es transparente, la Bancada Bicameral Femenina nos destina un pequeño subsidio anual (votado por todos los partidos) desde hace 3 años; las organizaciones aportamos una cuota mensual, hemos tenido proyectos con la Unión Europea, con ONU Mujeres y con el BID, que nos apoya actualmente. Pero sin dudas, la organización se sostiene por el voluntariado de sus integrantes. Recién en el 2016 pudimos tener una sede, en comodato con la Dirección Nacional de Vivienda (era una pizzería) a la cual estamos arreglando con pequeñas donaciones en especies.

—Cuando ocurre algún hecho que moviliza a las feministas, en los medios se reciben con frecuencia mails que llevan la firma (o el sello) de organizaciones como «Cotidiano Mujer», «Mujeres de Negro», «Mujeres en el Horno» y varias otras similares. No es fácil saber a cuántas mujeres representan cada una. ¿Por qué hay tantas organizaciones diferentes si todas tienen un objetivo común?

—Me sorprende siempre que me hacen esta pregunta. Creo que es una demostración más del trato desigual a las mujeres y los estereotipos sobre las feministas. ¿Por qué no le preguntan eso a las organizaciones de Derechos Humanos o a las Ecologistas?

Una de las organizaciones que usted menciona, Mujeres de Negro, integra la Red Uruguaya. Otras de ellas no tienen como objetivo central el tema de la violencia, si no otros aspectos de las inequidades de género, por ejemplo la baja participación política, los temas de salud sexual y reproductiva, etc.

—»Violencia contra las mujeres siempre hubo», sostuvo usted en una entrevista que publicó Hoy Canelones. Pero no siempre ha habido esta cantidad de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. ¿A qué lo atribuye?

—En realidad, certezas de números tenemos desde el 2005, cuando el Observatorio de Violencia y Criminalidad comenzó a contabilizar específicamente las muertes por parte de parejas o ex parejas. Como académica, yo creo que las muertes, sobre todo las perpetradas por las ex parejas, se deben a que las mujeres ya no toleran como antes una relación abusiva durante toda su vida. La maté porque era mía, como dice el tango, está, por desgracia, cada vez más vigente. Las virulentas reacciones que han tenido algunos varones en este último período, demuestran que, como sostiene la teoría feminista, que es un problema de poder y muchos se sienten amenazados.

—La Ley Integral contra la violencia de género que pretenden aprobar organizaciones como la suya, incluye a las mujeres «trans» como víctimas de femicidio. No ha habido casos de mujeres trans asesinadas por sus parejas, ni víctimas de violencia doméstica. ¿Por qué deberían incluirse en los casos de femicidio?

—Hay que aclarar algunos conceptos: el femicidio abarca todos los crímenes de odio por ser mujer, no solamente la violencia doméstica, la más difundida en nuestro país. Si una mujer es violada y asesinada en la calle, es femicidio, independientemente de la relación que tenga con el asesino. Las mujeres «trans» que son asesinadas por su identidad de género, son víctimas de femicidio.

—Si se incita a las mujeres a denunciar violencia doméstica, ¿qué protección brinda el Estado para evitar que esas denuncias no generen más violencia en el hogar y, acaso, deriven en la muerte de la mujer?

—Las ONG, denostadas por algunos, son las que sostienen toda la política pública de atención a las víctimas. El Estado uruguayo no tiene servicios propios. Todos son convenios con ONG, que no están precisamente bien pagadas. En referencia a las denuncias, es real: denunciar tiene, muchas veces, los mismos trágicos resultados que no hacerlo.

—¿Cree que las mujeres uruguayas comparten y aprueban los postulados de las organizaciones feministas? Lo pregunto porque dos recientes y notorios fallos judiciales, que han motivado críticas de organizaciones feministas, fueron dictados por juezas mujeres. ¿Hay menos conciencia de los derechos de la mujer en el Poder Judicial?

—Como en todos los procesos sociales, no hay unanimidades. Si todo el mundo pensara lo mismo y actuara en consecuencia, las ciencias sociales no tendrían razón de existir. En el caso concreto del Poder Judicial, las leyes de Uruguay son de hace siglos y la ideología predominante en el sistema es sostenedora del patriarcado. Todos los días seguimos viendo resoluciones judiciales que dicen: Se exhorta a las partes a llevarse bien, cuando ley vigente prohíbe expresamente la mediación. Todos tenemos claro que este tipo de resoluciones, más tarde o más temprano, salvo que surjan hechos nuevos, terminan con la muerte de las mujeres.

Mujeres de 30 países harán paro el 8 de marzo y marcharán reclamando igualdad de derechos.

El próximo miércoles 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Durante esa jornada, mujeres de más de 30 países de Latinoamérica, Europa y Asia se unirán en un paro y una marcha bajo la consigna «Las mujeres paran el mundo».

Varios objetivos coinciden en la misma marcha: manifestarse «contra la violencia machista», contra las asesinatos de mujeres a manos de hombres, contra la desigualdad económica y salarial, y contra los crímenes de odio hacia lesbianas y transexuales, entre otros.

En Montevideo la concentración será a partir de las 18:00 horas en la Plaza Libertad. Desde allí las organizaciones convocantes se dirigirán hasta la explanada de la IMM.

La marcha en Uruguay se da en circunstancias especiales. En los primeros dos meses del año, según el Ministerio del Interior, «se registraron seis femicidios comprobados y dos que se investigan bajo la presunción de femicidio». En los últimos cinco años 106 mujeres perdieron la vida a manos de sus parejas o ex parejas varones, y en el mismo período fueron asesinados 28 hombres a manos de sus parejas o ex parejas mujeres.

La marcha evoca la fecha del 8 de marzo de 1857, cuando un grupo de obreras textiles tomó la decisión de salir a las calles de Nueva York a protestar por las míseras condiciones en las que trabajaban. Distintos movimientos se sucedieron a partir de esa fecha.

El 5 de marzo de 1908, Nueva York fue escenario de una huelga polémica para aquellos tiempos. Un grupo de mujeres reclamaba igualdad de salarios, la disminución de la jornada laboral a 10 horas y tiempo para poder amamantar a sus hijos. Durante esa huelga, fallecieron más de 100 mujeres quemadas en una fábrica, en un incendio que se atribuyó al dueño. En 1910, durante la Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenhague (Dinamarca) se aprobó declarar el 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Con el tiempo, la celebración fue perdiendo su carácter obrero y pasó a ser una jornada en la que se reclama la igualdad de derechos.

Perfil:

Coleccionista de búhos.

Teresa Herrera nació en Argentina y reside en Uruguay desde hace 37 años.

Es socióloga, doctorada por la Universidad de Buenos Aires y vocera de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual. Su organización, que integran varias agrupaciones feministas, patrocina uno de los dos proyectos de ley sobre «femicidio» que están a estudio en el Parlamento.

Herrera es admiradora de Lisbeth Salander, la heroína de la serie Millennium. Tiene una colección de más de mil búhos, animal que admira porque «es el bicho de la sabiduría y el de las brujas».

El País

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