Paz Encina, cineasta paraguaya: “Esta es una película sobre la memoria, más allá del caso Goiburú”

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Por Daniel Cholakian – NodalCultura

“Ejercicios de memoria”, la última película de Paz Encina, realizadora de “Hamaca Paraguaya”, cuenta la historia del médico paraguayo  Agustín Goiburú, uno de los más férreos opositores a la dictadura de Alfredo Stroessner en su país. Goiburú fue secuestrado y desaparecido en Argentina, en el marco del plan Cóndor, un plan sistemático de represión urdido por las dictaduras latinoamericanas. En ese sentido, “Ejercicios de memoria” se articula perfectamente con los cortometrajes que Encina realizó a partir de material del Archivo de la memoria de la dictadura de su país.

“La película en la que trabajo es una mezcla entre ficción y también imagen de archivo. La imagen de archivo tiene una realidad tan hermosa como tremenda. Todo lo hermoso y todo lo tremendo está ahí”, explicaba hace un año la realizadora a NodalCultura, mientras trabajaba en el montaje de este documental

Conversando a propósito de la película antes de su estreno en Asunción, Encina se mostraba muy entusiasmada con el mismo. Sin embargo las condiciones que le habían prometido no se cumplieron “El estreno fue muy particular porque casi sobre el 1° de marzo (día del estreno) me avisaron que me daban una sola sala, por apenas una semana y en un solo horario. Tuve que aceptar esas condiciones, porque aunque parezca mentira fueron las mejores condiciones que conseguí. Vengo intentando desde septiembre del año pasado estrenar la película. Fue un estreno muy difícil. Tuvimos hermosas críticas aquí en Paraguay, y si hubiera estado una semana más supongo que podría haber triplicado el público. Hay un proceso al que responden este tipo de películas, se estrena, vienen las críticas, las recomendaciones y con los días comienza a acercarse el público. Incluso tuve menos de una semana. Fueron 6 días. Estoy pensando en liberar la película en Paraguay, a quien me ofrezca buenas condiciones de proyección. Creo que va a ser la mejor manera de distribuirla aquí”.

“Ejercicios de memoria es para mí una película sobre la memoria a partir del caso Goiburú. El suyo es un caso muy paradigmático en Paraguay, porque Agustín se convirtió en un enemigo muy importante de Stroessner, estuvo cerca de matarlo varias veces. Pero es una película sobre la memoria, más allá del caso Goiburú. Es una película a partir de ese caso y a partir del testimonio de los hijos” relató Paz Encina en diálogo luego del estreno en Asunción y a unos días de su estreno en Buenos Aires.

¿La película es sobre la memoria y no tanto sobre el caso Goiburú?

En un principio yo quería hablar específicamente del caso Goiburú, pero nosotros tuvimos una dictadura duró 35 años, por lo que se me hacía muy difícil abarcar todo el caso, y todo el contexto y un montón de otras cosas que hubiera pedido esa película. Entonces empecé a hacer una película de voces. Está mi voz, están las voces de los hijos, está la voz del represor también, que es muy importante poder hacerla presente en la película. Hay muchas voces. Esto hace que sea justamente una película sobre la memoria.

En aquella entrevista citada y en el mismo la realizadora relataba “La verdad que lo primero que hice fue con esta película fue grabar el sonido. Me fui con los hijos de este hombre desaparecido a hacer casi te diría un rodaje sonoro. Grabé imagen porque me dijeron “¿Cómo no vas a grabar imagen y vas a hacer solo registro sonoro?” A partir de ahí empecé a construir la película. De estos sonidos que fui encontrando en los archivos, hay un también un dialogo entre este registro del reprimido y este registro del represor. Lo que me interesa mucho de estos archivos sonoros, es que es la historia contada desde el represor”.

El punto central de la película de Encina es el modo en que construye el relato. A las imágenes de un hogar vacío, abandonado en la huída de quien es perseguido. A los platos a medio vaciar. A las camas desechas y a las puertas que quedaron  abiertas, le sigue el relato de la historia familiar contado por los tres hijos de Goiburú, en el presente. La transición la sostiene el audio de una grabación recuperada en los archivos de la dictadura, en el que el represor habla con la policía, con lo que la realizadora desmonta los mecanismos de la mirada y el control total durante el stronissmo.

Los hijos del militante desaparecido hablan desde el presente en off, pero las imágenes son los recorridos de los tres niños, que fueron o pudieron ser, por la tierra de la infancia. Dos planos del relato que coinciden y se resignifican, permitiendo pensar la dictadura más allá de la dictadura, de lo meramente instrumental, como también lo que significó el Plan Cóndor para los países del Cono Sur.

En la narración trabaja sobre dos planos divergentes entre el sonido y voz. Lo bucólico de aquella infancia atravesado, desde el relato del presente, por la brutal dictadura. ¿Cómo tomo esa decisión que es lo que permite que, en definitiva, logre poner en ese la memoria?

Hay algo muy lindo que me dijiste luego de ver la película sobre estos niños, que parecen expulsados del paraíso. Uno ve todo eso hermoso que puede contener la infancia, y que siempre preservamos en algún lugar de la historia personal, y sin embargo esas imágenes tan lindas son parte de un relato muy triste y muy desgarrador. Sentí que la vida de ellos era un cruce de todo eso. Tal vez sea parte de la vida de todos, pero ocurrió con estas vidas específicamente. No todos tenemos una vida cruzada por la desaparición. O por una persecución permanente. Eso es muy fuerte. Entonces trabajar en esos dos planos que se encuentran todo el tiempo era lo más cercano que yo todo el tiempo veía en la historia de ellos y por lo tanto era la manera que tenía que contarlo.

En una película de belleza inusual para este tipo de relatos, Paz Encina toma decisiones notables. En un espacio bucólico, esos niños, que podrían estar viviendo un relato de aventuras infantiles clásica, son atravesados por el texto en off, dichos en el presente, y en ese acto son expulsados de aquel  paraíso por explorar. Esos niños son hablados por la historia, que los despierta de la bella siesta campesina.

¿Cómo pensó a esos niños que hoy son adultos y hablan desde el presente ese pasado?

Lo primero que hice fue hacer con ellos, con los tres hijos de Agustín, fue un recorrido por todos los lugares donde habían estado en el exilio. Fueron aproximadamente 15 días, porque fueron varios lugares. Ahí fue que sentí quería hablar desde la infancia, eso fue muy fuerte. Ellos son adultos, tienen entre 50 y 60 años, pero querían hablar desde una infancia. Entonces era una película desde los niños para aquellos niños. Es esa generación la que va a ver en Paraguay esta película.

La belleza plástica, sostenida por un gran trabajo de arte y una iluminación impecable del Matías Mesa, no es casualidad o puro formalismo. Tiene el sentido de reponer aquello que aquí funciona como inusual en su espacio original, con lo que Encina logra hacer visible cierta extrañeza, sustancial para esta  puesta en escena. Esta decisión estética supone implicar la política revolucionaria y la resistencia –incluso violenta- como parte de un espacio natural amplio, bello, sonoro ,a partir del cual surge una rebelión potente y popular.

Este vínculo entre lo vital y la resistencia, es un ejercicio notable de memoria. Una memoria para el presente.

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