Diana Wechsler, directora artística de BienalSur: «El Sur es nuestro lugar de enunciación»

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Por Daniel Cholakian – NodalCultura (Foto: Rocía García / ANCCOM)

Diana Wechsler es Doctora en Historia del Arte e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina. Reconocida internacionalmente como curadora recibió en el año 2004 el premio Konex en la categoría Ensayo de arte, Wechsler es actualmente directora del Departamento de Arte y Cultura de la UNTREF, Universidad Nacional de Tres de Febrero, que lleva adelante la BienalSur, en la cual ocupa el lugar de directora artístico-académica.

La Doctora Wechsler explicó que la integración de la Universidad con la Bienal se articula a partir de las investigaciones de estudios curatoriales que se desarrollan en la UNTREF, donde, dentro de la historia del arte moderno contemporáneo, las bienales son u objeto de observación. “Nosotros desde el lugar de estimular el pensamiento crítico decidimos ensayar otros formatos y para esto invitamos a colegas a encuentros donde nos sentamos a discutir estas instituciones y a partir de revisarlas, decidimos empezar a transitar otros caminos. Así surgieron otras vías, que nos invitaron a pensar en este sistema colaborativo más allá de estas estructuras cristalizadas. En ese sentido otra de las originalidad que plantea este proyecto es de trabajar horizontalmente entre instituciones que no siempre trabajan en colaboración, justamente por estas distintas energías que las gobiernan”.

La directora artística de BienalSur dialogó con Nodal Cultura la dimensión global que ha alcanzado este evento que comienza por estos días en Buenos Aires.

¿Es una locura esta Bienal que finalmente han concretado?

Yo no sé si es una locura. Creo que es un gran sueño. Hay una frase que me gusta decir siempre y con la que crecí y con la que crecieron mis hijos, que es que hay que permitirse soñar algo. Después está en uno poder concretarlo. Esto es a la vez un sueño y un juego. Había un juego que jugaba cuando era chica que era “El cerebro mágico”. En ese juego había una serie de coordenadas y si lo hacía correctamente se encendía una lucecita. Este proyecto tiene mucho de eso. Tienen que existir una serie de cosas que se asocien y se enciende la luz.

Fue mucho trabajo de contar el proyecto, de pensarlo con los otros. No nació así desde un principio sino que se fue construyendo en el proceso, en el diálogo, fuimos afinando detalles. Incluso muchas veces nos encontramos con situaciones ante las cuales nos preguntamos “¿y ahora…?”. Cuando llamamos al Open Call, primero teníamos miedo de que no hubiera proyectos suficientes como para hacer algo importante. Pero después nos encontramos con el problema de que teníamos demasiados proyectos y demasiada diversidad. Entonces tuvimos que convocar a un equipo de colegas para evaluar que tuvieran también la mirada diversa que les permitiera contribuir también en esa lectura. Cada paso nos fue marcando elementos que nos permitían que fuera creciendo el proyecto.

¿Cuántos proyectos tuvieron y cómo trabajaron con todos ellos una vez recibidos?

En la convocatoria recibimos 2543 proyectos de 78 países del mundo. A partir de ahí, con el equipo internacional que veníamos trabajando –y que tuvimos que ampliar para incorporar especialistas en arte africano y arte oriental- establecimos criterios que eran básicamente de interés y calidad. Que fueran proyectos que nos permitieran pensar el mundo contemporáneo más allá de los temas específicos. De allí quedaron 379 proyectos. Nosotros no nos habíamos impuesto ningún límite a la cantidad de proyectos que podían ser seleccionados. Todos ellos tenían interés y posibilidades reales de ser realizados. A partir de ahí fuimos trabajando más puntualmente con cada grupo y cada artista viendo la factibilidad y la localización, porque la idea de la Bienal es la deslocalización. Es decir trabajar con artistas argentinos en Brasil o España, con franceses en Argentina o en Perú. Todo este tipo de cruces nos parece que enriquece también esta búsqueda de pasar fronteras

Aparece en esta descripción una dialéctica interesante entre ser la Bienal del Sur, pero a la vez ser una Bienal deslocalizada ¿Cómo resuelven esta relación entre ambas características?

Nosotros cuando hablamos del Sur, hablamos de nuestro lugar de enunciación. Inevitablemente estamos en el sur y me doy cuenta que por más que trabajo en distintos lugares del mundo, pienso desde este lugar. Es parte de mi construcción mental. A la vez hoy en día pensar en una posición única sin pensar en la trama global y en la multiconectividad y todo aquello que nos mantiene en todos lados, sería imposible. Por eso en un momento nos dimos este lema “Sur global” con el que salimos a invitar a estos encuentros internacionales de diálogo, que se hicieron por streaming, que tuvieron mucho público tanto presencial como por ese canal, y creo que eso fue también lo que nos fue dando este nivel de difusión y este alcance, por el que vinieron proyectos de tantos países a los que ni sabíamos que habíamos llegado, Lituana, Australia, Japón, Benin, Madagascar. Haber llegado a recibir propuestas de países africanos y asiáticos no lo imaginábamos.

¿Cómo articula esa enunciación con aquella obra que enuncia desde distintos puntos del mundo y distintas culturas?

Yo creo que de algún modo estar en el Sur, es estar en una posición de pensamiento, por lo tanto el Sur puede estar en Madrid o en Oslo.

Ustedes pusieron mucho énfasis en el uso de la tecnología para comunicar, integrar y presentar multilateralmente la Bienal ¿cómo se imagina que va a funcionar esto?

Nos imaginamos que esta es la condición que va a permitir por un lado darle carnadura a esta experiencia que nosotros hacemos todos los días. Pones un buscador de internet una silla y aparece una que te gusta mucho y resulta que le buscador te mandó a un lugar en Noruega y vos no la podés comprar. Esto que nos pasa todos los días, puede mover al pensamiento en un ámbito específico como es el del arte. Lo que nos imaginamos que los sujetos que concurran a la muestra pueden querer compartir y hacerse también la pregunta sobre cómo será esta Bienal en otro lado. Entonces puede querer dialogar con el otro que está en otro punto. O tomar conciencia que habrá con quienes no puede dialogar por la diferencia horaria. Ese tipo de cosas nos sirven para pensar el mundo globalmente, pero desde otro lugar, más experiencial.

Las muestras van a estar filmadas en 360, por lo tanto en las pantallas que están instaladas en cada espacio, se van a poder microvideos de las otras muestras filmadas de ese modo. A su vez en nuestra web se van a poder recorrer las sedes, pero no solo como un habitual recorrido virtual a partir de fotos animadas, sino a partir de filmaciones con cámaras 360 que van a permitir acceder de otra manera a esta experiencia, que por más que sea virtual, tendrá otra calidez.

 

 

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