Miles de fieles festejaron la beatificación de «Chiquitunga», la primera beata del país

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Chiquitunga, la primera beata paraguaya: crónica de una fiesta de fe – Por Robert Bourgoing

Ya desde tempranas horas, un importante número de personas se iba acercando hasta Barrio Obrero, conocido por el pueblo cerrista como “la capital del sentimiento”, frase que no pudo ser más cierta ante la festividad que estaba preparándose.

De norte a sur, de este a oeste. Todo lo que se veía en las calles era alusivo a la carmelita descalza que este sábado fue la homenajeada del día y se convirtió en el centro de atención.

La beatificación de María Felicia de Jesús Sacramentado, más conocida como “Chiquitunga”, fue el tema del momento a lo largo de la semana, acaparando la atención de todos los medios de comunicación y la ciudadanía en general hasta el punto de convertirse prácticamente en una causa nacional.

A lo largo de la Avenida Quinta y las inmediaciones del estadio “La Nueva Olla” del club Cerro Porteño se podía ver a personas de todo tipo. Jóvenes, ancianos, religiosas y sacerdotes, sin dejar de mencionar a servidores y laicos, todos se congregaron en el mismo punto para ser partícipes de la beatificación.

Un importante dispositivo de seguridad fue desplegado con motivo de este acontecimiento, con agentes de la Policía Nacional que se encargaron de mantener el orden, al igual que la Policía Municipal de Tránsito (PMT) de Asunción que acompañó el control vehicular en la zona.

Los vendedores no desaprovecharon la ocasión y ofrecieron al público un sinfín de productos que iban desde remeras y rosarios hasta tazas y banderas, sin dejar de mencionar a los puestos de comida rápida que buscaron dar a los comensales exigentes las mejores opciones gastronómicas.

Todo el ambiente que se vivía en Barrio Obrero era acorde a la solemnidad que estaba a punto de ser celebrada por la Iglesia Católica en Paraguay. Sin duda alguna, la fiesta de fe de Chiquitunga se trasladó de los altares a las calles.

Al escuchar a la gente, conocer sus testimonios y ver en sus rostros el fervor y la emoción, uno podía darse cuenta de la importancia de este evento. Uno de las historias más emocionantes que pudimos rescatar en nuestro recorrido fue el de la hermana María Felicia (coincidentemente, tenía el mismo nombre que Chiquitunga), quien vino desde Ciudad del Este con algunas religiosas de su congregación para participar de la beatificación. Ella mencionó que hace un tiempo atrás, una de sus sobrinas estaba enferma y pidió la intercesión de la carmelita villarriqueña para que ella pueda sanarse, cosa que sucedió finalmente y motivó la devoción especial en ella.

Historias como esta podían escucharse de entre tantas miles de personas que se encontraban presentes para la ceremonia, siendo una muestra fiel de cómo la fe y la esperanza son capaces de obrar en la vida de tantos paraguayos que anhelan conseguir algo mejor.

Puntualmente a las 14:00 horas arrancó la previa a la beatificación con un espectáculo cargado de emotividad y entusiasmo, amenizado por la animación musical, los shows artísticos y el fervor de la gente en las gradas del estadio, lo cual fue demostrado a lo largo de dos horas y media.

A las 16:30, más de 45.000 personas habían ocupado sus respectivos asientos en “La Nueva Olla”, copando con un lleno total el escenario deportivo más grande de nuestro país, y al mismo tiempo, superando las expectativas de los organizadores que prevían una cantidad máxima de 40.000 asistentes. Debido a la gran cantidad de fieles que quedaron afuera, a última hora se tomó la decisión de habilitar el sector de Gradería Sur (ubicado detrás del altar) y abrir el portón ubicado entre los sectores de Gradería Norte y Plateas para que más gente pueda ingresar al predio.

El público católico acompañó en todo momento la ceremonia, aguardando con ansias el momento en el que el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos, haga lectura de la carta apostólica del Papa Francisco que oficializa la beatificación de la Venerable María Felicia de Jesús Sacramentado, quien a partir de ese momento se convertía en la primera beata paraguaya.

En ese preciso instante, se descubrió el rostro de Chiquitunga que había sido elaborado con miles de rosarios por el artista plástico Koki Ruiz, quien con muchos esfuerzo, dedicación y tras varios meses de trabajo finalmente pudo dar a conocer la que considera como “la obra más importante de su vida”.

Los miles de fieles que se encontraban participando de la misa no dudaron en hacer sentir su júbilo mediante un monumental aplauso que se escuchó por todo Barrio Obrero. En ese momento, la fe se transportó a las manos de cada uno de los que acudieron para ser parte de la beatificación.

Un hecho que vale la pena destacar es la homilía del cardenal Amato, quien aprovechó la ocasión para hacer un repaso de la vida de Chiquitunga y destacar sus virtudes heroicas que la hicieron merecedora de un lugar privilegiado entre los beatos de la Iglesia Católica. Su entrega, amor a Dios y voluntad de servir a los más necesitados fueron los principales valores que la caracterizaron.

El arzobispo de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela, brindó un mensaje final de agradecimiento antes de concluir la solemne ceremonia, agradeciendo a quienes hicieron posible la realización del evento. Casi al cierre de su alocución, se dirigió al público presente en el estadio para preguntarles si estaban dispuestos a pedir que ocurra otro milagro que le permita a Chiquitunga convertirse en santa, a lo cual se escuchó un unísono y arrollador SÍ.

Es así como los católicos de Paraguay tuvieron la oportunidad de celebrar la beatificación de María Felicia de Jesús Sacramentado en un evento que quedará marcado en la historia de la religiosidad popular de nuestro país como una de las mayores muestras de fe.

HOY


Papa Francisco: Chiquitunga, ejemplo de vida para jóvenes paraguayos

«El testimonio de esta joven beata es una invitación para que todos los jóvenes, especialmente los paraguayos, vivan la vida con generosidad, mansedumbre y alegría», afirmó el Papa desde la ventana del palacio apostólico del Vaticano, momentos después del rezo del Ángelus.

Francisco recordó que Chiquitunga vivió «en la primera mitad del siglo XX, se unió con entusiasmo a la Acción Católica y se ocupó de los ancianos, los enfermos y los presos».

«Esta fructífera experiencia de apostolado, apoyada por la eucaristía diaria, dio como resultado la consagración al Señor. Murió a los 34 años, aceptando su enfermedad con serenidad», resumió.

El pasado marzo el Papa firmó el decreto que reconocía el milagro requerido para beatificar a Chiquitunga.

El milagro que se le atribuye implica a un recién nacido paraguayo en 2002 que presentó complicaciones en el parto y que estuvo 20 minutos sin signos vitales tras cortar el cordón umbilical.

La obstetra que asistió el nacimiento fue quien, con el niño en brazos, pidió la intercesión de Chiquitunga, a quien atribuyen el milagro de su vida.

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