Latinoamérica: pérdida de confianza en la democracia y necesidad de un nuevo relato de la izquierda – Por Álvaro Verzi Rangel

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Por Álvaro Verzi Rangel *

La sensación de inseguridad respecto al progreso y la estabilidad económica de sus sociedades, además de la corrupción, figuran entre las causas de la pérdida de confianza en la democracia de varios países de la región, mientras las izquierdas y los movimientos progresistas y populares, conminados a construir otro relato político, se debaten entre la nostalgia y la pérdida del pensamiento crítico.

De acuerdo al informe de Latinobarómetro de este 2018, Annus Horribilis, existe un retroceso de la democracia como un todo en la región, con una pérdida progresiva de confianza en éste tipo de régimen político, y un incremento de opiniones que valoran más la autoridad, el orden y la seguridad, por encima de las libertades y los derechos que usualmente están asociados con la democracia en el mundo.

La chilena Marta Lagos, fundadora de Latinobarómetro, señala que se trata de una tendencia hacia los autoritarismos que se da no sólo en Latinoamérica, sino en América como continente, así como en Europa y Asia, y justamente en países donde la democracia se encontraba en pleno avance hace un par de décadas. “El fin de la tercera ola de democracias”, define.

Si, la democracia ha retrocedido como forma de gobierno de preferencia, ya que sólo el 65% del promedio latinoamericano considera que esa es la mejor forma de gobierno, mientras 14% del continente cree que no vive en una democracia. Se trata de una encuesta, que hasta ahora ha tenido credibilidad en nuestras sociedades.

El fenómeno no ha afectado a todos los países por igual. En Bolivia 66% aún es partidario de la democracia como mejor forma de gobierno y sólo el 13% considera que no vive en una democracia. Mientras, en Nicaragua sólo el 50% considera que es la mejor forma de gobierno, y 35% considera que no vive en una democracia.

De hecho, en Bolivia 37% de los bolivianos considera que su democracia tiene grandes problemas, el 32% de los bolivianos que tiene pequeños problemas y 26% está satisfecho con su democracia.

En promedio, 79% de los latinoamericanos considera que los gobernantes gobiernan en su propio beneficio. En Brasil 90% piensa así; en Bolivia 60%, siendo el país con el menor porcentaje de personas que piensan así. Inversamente, en promedio, apenas el 17% de los encuestados en Latinoamérica considera que su gobierno gobierna para todo el pueblo. El país que menos está de acuerdo con ésta afirmación es Brasil, con 7%; el país que ésta más de acuerdo con ésta afirmación es Bolivia, con 33%.

García Linera y la reorientación progresista

El vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera, en el Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico de Clacso. señaló que “en lo práctico las izquierdas tienen que hacer otras combinaciones de gestión económica y en lo político tienen que construir otro relato, otra manera orgánica de concentrar expectativas distintas a las que han prevalecido en las últimas décadas

Indicó que la izquierda mundial tiene que sacar lecciones tanto de los logros pero también de las derrotas, y recordó que los países que tenían una fuerte presencia estatal en la economía ahora hablan de globalización y librecambio. “Debemos buscar salidas y alternativas, desde el ámbito de lo popular, a este derrumbe de certidumbres y horizontes compartido por parte de las grandes potencias mundiales”.

El pensador boliviano insistió en la necesidad de una profunda renovación de los lenguajes que permita generar nuevas preguntas donde las antiguas no son suficientes para proponer algo en el mundo, donde, la idea de que la globalización era el medio mediante el cual la humanidad iba a progresar fracasó, fue una promesa fallida.

“Necesitamos una gran dosis de creatividad, porque se agotó la narrativa y se agotó el combustible de la acumulación neoliberal que surgió en los años 70, y la lógica de un mundo dirigido a procesos cada vez más globalizadores y de aperturas de fronteras que se supone que iba a generar bienestar y progreso para todos, no funcionó”, indicó.

En lo práctico las izquierdas tienen que hacer otras combinaciones de gestión económica y en lo político tienen que construir otro relato, otra manera orgánica de concentrar expectativas distintas a las que han prevalecido en las últimas décadas. La izquierda llega al gobierno con un discurso movilizador agrupando a los agraviados, planteando una reivindicación, pero cuando fruto de sus acciones hay una parte que asciende socialmente, el discurso del desagravio ya no funciona, recuerda.

Otra cuestión clave, para García Linera, es que las políticas de movilidad social de los sectores populares tienen que tener una sostenibilidad en el tiempo porque cuando no lo son, los sectores sociales que ascendieron fácilmente pueden adoptar el punto de vista de los sectores más conservadores que desde un inicio se opusieron a estas políticas de movilidad social. Y entonces se da la paradoja que gobiernos progresistas pierden por la votación de personas que habían logrado ascender socialmente gracias a la política económica de los gobiernos progresistas.

Para el vicepresidente boliviano, una de las claves de la sostenibilidad de un gobierno progresista es y tiene que ser la economía y esa fue una de las debilidades que se ha mostrado en esta primera oleada. En el caso de Bolivia, parte del éxito radica en esta preocupación de la economía, que se basa cuatro cuestiones centrales.

Ella son que el Estado controle como propietario los principales sectores generadores de excedente económico: hidrocarburos, electricidad y telecomunicaciones; redistribuir la riqueza pero de una manera sostenible de forma que los procesos de reconocimiento y ascenso social de los sectores subalternos populares e indígenas tenga una sostenibilidad en el tiempo; apuntalar el mercado interno; y lograr la articulación entre el capital bancario y el productivo, para que el 60% de los ahorros de los bancos se dirija al sector productivo, generando mano de obra. “Nosotros estabilizamos la moneda y bolivianizamos los ahorros”, dijo.

Al hablar sobre el auge de los fakenews, señaló que no cree que las redes fabriquen victorias, sino que debilitan las fortalezas del opositor. La pregunta es ¿qué condiciones latentes hay en la sociedad que pueden ser explotadas y radicalizadas mediante las redes?, señaló.

Lo que es interpelado con las redes es un conjunto de componentes del sentido común neoliberal: el miedo, el individualismo, la competencia, el gregarismo, el racismo y la salvación externa. Este sentido común popular está latente desde hace mucho tiempo y el momento progresista no lo pudo anular, simplemente los fracturó temporalmente.

“ Todo ese tema nos agarró a los gobiernos progresistas en pañales, porque quienes son más hábiles para manejar esos temas son los que usan los algoritmos en las empresas, los que ya hacen negocios. Cuando entras al celular, esas empresas ya saben tus compras, tus preferencias. Hay un algoritmo que es utilizado para incentivar a comprar otra cosa. Mientras nosotros estamos pensando como mostrarnos buenas gentes en las redes, otros supieron utilizar las emociones para generar animadversión contra los compañeros”, analizó García Linera.

No es posible ser permanentemente impune ante los agravios, ante la gente. Los abusos que se están incrementando en América latina no pueden ni van a ser indefinidos. Los agravios se acumulan, los abusos se sedimentan y habrá un momento en que la gente se canse de los abusos y de los maltratos.”Y ahí es cuando estallan las protestas, las resistencias y las indignaciones morales que mueven a sociedades”, indicó.

García Linera se refirió a que la derecha en Bolivia no tuvo la capacidad de interpelar las estructuras de crecimiento y por ende lo que está en debate en las próximas elecciones no es un modelo económico, como si pasa en el resto de la región, sino quien le da continuidad a nuestro proyecto económico: Evo es el único que puede garantizar la continuidad.

“Este es un corto invierno para nosotros porque la vuelta al mando de las fuerzas neoliberales carece de expectativas de mediano y largo plazo. Los gobiernos que están dirigiendo ahora la política latinoamericana no han fundado su regreso en el diseño de un horizonte de esperanzas, de expectativas, sino que han basado su regreso en una muralla de resentimientos y de odio, y ese no es un combustible que dure mucho. La derecha está ahora en un momento de impasse histórico”, añadió.

Para García Linera, ésta es una derecha tacticista y no puede mantener indefinidamente una sociedad en una situación de incertidumbre estratégica. Ninguna sociedad aguanta. Esta es una derecha sin brillo y que no puede generar adhesiones fuertes y duraderas.

* Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


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