Elecciones en Uruguay: entre alegrías, dolores y broncas – Por Esteban Valenti

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Esteban Valenti(*)

Conocemos una aproximación del resultado electoral de la segunda vuelta. La fórmula Lacalle Pou- Beatriz Argimon, aventaja por solo algo más de 31 mil votos a la formula Daniel Martínez- Graciela Villar y hay más 34 mil votos observados. Formalmente no hay nadie proclamado, pero un mínimo análisis permite establecer que Lacalle será el próximo presidente del Uruguay. No es posible descontar 32 mil votos en 34 mil votos observados.

La pelea fue hasta el último voto y es notorio que las previsiones de todas las encuestadoras, que daban diferencias de entre 4 y 8% de los votos fueron duramente desmentidos por los ciudadanos en las urnas. Ellos nos explicarán como siempre.

Hay una explicación básica, el pueblo frenteamplista, sobre todo el de Montevideo y en parte el de Canelones llegado el momento de una definición entre dos opciones, volvió masivamente a su voto. Montevideo es la clave para interpretar este resultado. Mientras el FA perdió en casi todos los departamentos del interior, le ganó por una amplia mayoría a toda la coalición en la capital.

Mientras en octubre se había producido, luego de 15 años de gobiernos del FA un notorio desplazamiento electoral y político hacia el centro derecha, en noviembre el país se dividió por la mitad, con muy poca diferencia. Y eso a pesar de los errores y las encuestas, la gente realmente tomó en sus manos la consigna de disputar voto a voto y la concretó en un gran esfuerzo.

La corte electoral anuncia que el viernes próximo se sabrá el resultado definitivo. Esta victoria tan ajustada de la formula de la coalición tiene muchas lecturas, que habrá que analizarlas en los próximos días, pero una es clara, si seguimos por un camino de quiebre y de murallas entre los uruguayos, esta tensión nos hará un enorme mal.

Esa tensión que el general (r ) Manini Ríos quiso sembrar con su último mensaje al personal de las Fuerzas Armadas y le salió el tiro exactamente por la culata. En todo sentido.

Esperemos que comience un debate, un análisis de parte de dirigentes políticos, de politólogos, de analistas varios a nivel nacional e internacional. Este resultado se da en el cuadro de una situación regional de grandes cambios y esos cambios son notoriamente contradictorios. Las lecturas unilaterales y simplistas aseguran graves errores.

Volvamos al Uruguay. Nadie puede dudar que a pesar de ser muy apretada es una derrota importante para el Frente Amplio que se había fijado como objetivo central de esta campaña la conquista del cuarto gobierno nacional y por otro lado la oposición en su conjunto se proponía un cambio y ganó la oposición y el cambio. Los anuncios de esta posibilidad venían de lejos.

Voy a comenzar por las reacciones humanas que tienen un alto contenido político y que para comenzar me parece un enfoque de base, sobre todo para una campaña que para la izquierda actual, les costó tanto llegarle a las sensibilidades de su propia gente, que lo sigue haciendo el primer partido del país.

Hoy es un día de alegría y de festejo para una estrecha mayoría de los uruguayos, que con sus propias y diferentes sensibilidades e incluso visiones políticas e ideológicas, tendrá que esperar unos días pero finalmente saldrá a festejar su victoria. Que no debería ser contra la otra mitad del país, sino en primer lugar por la fortaleza y vigor de la democracia en Uruguay.

Del otro lado hay que considerar que un porcentaje muy importante de los uruguayos están tristes, amargados, se sienten derrotados y algunos traicionados por los votantes. A los funcionarios en todos los niveles desde el Presidente, los legisladores y unos cuantos  más, no me preocupan en absoluto, es su responsabilidad y la deben asumir, sí me duele por los cientos de miles de integrantes del auténtico pueblo frenteamplistas, que se jugó por sus banderas y sus convicciones. Son muchos y estaban muy convencidos que lo lograrían, a pesar de las elecciones internas que fueron un desastre, a pesar de las limitaciones notorias de la fórmula, de una campaña que fue una colección de burradas importantes y sobre todo que no tuvo ni alma ni orientación política de izquierda y ni siquiera progresista y de los «generales» que no estuvieron a la altura. Ya veremos los balances.

No fue culpa de los votantes ingratos, ni de la poca memoria de la mayoría de los uruguayos, fue responsabilidad de los gobernantes y de los dirigentes del Frente Amplio. Además del balance, veremos quien se hace responsable y además de hablar, da ejemplos de republicanismo y de responsabilidad. Es solo cuestión de esperar.

En esta derrota hay un profundo mensaje ciudadano, de los desencantados, que no fuimos reconquistados por el FA y de la pérdida del crecimiento histórico del FA entre los primeros votantes y del debilitamiento importante del bloque social y político de los cambios y de la fuerza cultural de la izquierda en la sociedad uruguaya.

Un porcentaje de uruguayos, entre los que me encuentro, tenemos una tremenda bronca, porque es falso, es una coartada afirmar que esta derrota es el resultado del desgaste del poder. No, es el resultado de errores, de rumbos inciertos de los dos últimos gobiernos, uno desordenado y el otro paralizado y de mentiras y acomodos que la gente no nos perdonó. Tengo bronca de que hayan dilapidado un capital político, ideológico y cultural tan importante acumulado por muchas generaciones y grandes sacrificios. Tengo bronca por el pueblo frenteamplista.

Las elecciones no solo las pierde uno de los contrincantes sino que las gana el otro. Y de eso se trató, los que festejan lo hacen por el cambio en general, algunos con verdadero odio hacia el FA y sus integrantes, otros con una visión más ciudadana. Pero lo que el oficialismo no interpretó correctamente desde el principio fue que su principal contrincante aprovechó muy bien los cinco años desde el 2014 y aprendió, aprendió mucho y no solo en sus presentaciones en público, en sus discursos y entrevistas en los medios, sino en sus movidas políticas. Trabajó en las internas, en la primera vuelta con la mirada puesta en la construcción de la coalición multicolor y que avanzó paso a paso y concretó ese acuerdo de manera política el mismo día del 28 de octubre y luego elaboraron y firmaron un documento que nadie en el FA previó. Les ganó en toda la línea en el manejo de los tiempos al oficialismo.

¿Fue ese el factor que determinó la victoria? Fue uno de los aspectos importantes, pero no el principal, la fórmula opositora, con un aporte importante de la candidata a vice presidenta Beatriz Argimón tuvo sin duda su papel, así como una campaña totalmente coherente con el eje político principal que se trazó el Partido Nacional y la fórmula, esas son partes de la victoria opositora, pero la causa principal es más profunda, fueron las causas que determinaran que una parte importante de votantes del FA y de otros ciudadanos que habían prestado su voto y lo debían seguir prestando se desilusionaran con los últimos gobiernos del FA y en particular con la situación actual del país.

Es cierto que la inseguridad en crecimiento constante tanto en el número de homicidios, rapiñas y hurtos y sobre todo de su gravedad y extensión territorial por todo el país, jugaron un papel importante, pero el propio resultado electoral muestra que una parte muy importante de los votantes está descontenta con la situación económica, con el desempleo, con el manejo de los recursos públicos en el estado y en el endeudamiento y el déficit fiscal, con el abrazo al dictador de Venezuela y con las mentiras y las corrupciones en ANCAP. A eso hay que agregar sin duda la situación de la educación. Pero ya que hablamos de sentimientos, hay un elemento importante, un sector muy grande de los uruguayos no soportamos la soberbia del poder desde el Presidente hacia abajo, de tantos funcionarios que se sienten impunes y omnipotentes. Y se equivocaron feo y fueron los votantes que les dieron una lección. Los sillones no tienen tornillos perpetuos, se herrumbran y se encabritan. Una lección democrática muy valiosa, aunque a los FA de abajo les duela, porque ellos no tienen tornillos y menos sillones.

Hicieron muy bien los Familiares de Detenidos y Desaparecidos en marchar pocos días antes junto a otras organizaciones para mantener vivo el tema de la Verdad y la Justicia, aunque bueno es recordar que en el segundo y tercer gobierno del FA, no solo se hizo bien poco en la materia, sino que se homologó un fallo vergonzoso de los tribunales militares del deshonor.

¿Cómo estaríamos valorando el resultado si después de que un vicepresidente del FA haya tenido que renunciar y haya sido suspendido por el FA por peculado y por haber fundido a la principal empresa del país y por las relaciones turbias y algo peor con la dictadura de Venezuela, comprometiendo principios básicos de izquierda y el desorden – para ser generoso – con el tema de los derechos humanos y la verdad y la justicia en los dos últimos gobiernos del FA? ¿Todo ese tipo de cosas deben quedar en el olvido y la impunidad?

Y algo peor aún, la falta de surgimiento de cuadros dirigentes a la altura de los nuevos tiempos, la pobreza en la elaboración, en el discurso, en el relato verdadero, en el nivel político, ideológico y cultural  ¿es una casualidad?  No, es la principal demostración de que uno de los daños principales que el poder produjo en la izquierda, es la burocratización del debate ideológico saturado de burocracia y de poder y nada más. Estamos asistiendo a la derrota de una concepción pobre, chata, sin exigencia de la política en la izquierda, donde el estudio, la creación teórica y política, la «línea» ha sido aplastada por los tornillos y arriba de todo los sillones.

Por otro lado hay que reconocer que la izquierda uruguaya hizo una gran experiencia democrática y en 15 años de gobierno incorporó la democracia, la república como aspectos naturales y fundamentales de su identidad y de sus gobiernos. Y eso vale mucho. Esperemos que todas las fuerzas políticas uruguayas demuestren desde el poder que tienen las mismas convicciones.

La primera demostración será impedir que con el cambio, cumpliendo todos los controles prometidos a la población, auditorías incluidas, no se levanten altos muros de incomunicación, de odios, de ferocidades. Y del otro lado hay en las redes y no solo manifestaciones de odio, que son preocupantes y feroces.

El nuevo gobierno, que lo hayamos votado o no, será el gobierno de todos los uruguayos, deberá enfrentar problemas nacionales y regionales muy complejos y corresponde desearle el mayor de los éxitos. Uno, posiblemente el principal sería que para atacar algunos de esos grandes problemas convoque a los orientales honestos, que son la inmensa mayoría.

Sería un gesto de sensibilidad y de inteligencia política.

(*) Periodista, escritor, coordinador de Bitácora, director de Agencia de Noticias Uypress.

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