Colombia: La Guerra de Duque – Por Diego Aretz

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Por Diego Aretz *

El presidente Iván Duque se está lanzando a uno de los errores más gruesos de su carrera, la guerra con Venezuela no solo nos garantiza una pérdida y un desgaste económico sino sobre todo un desastre humanitario y geopolítico.

Desde que el chavismo tomó el poder en Venezuela las relaciones con Colombia no han sido fáciles, al ser el país uno de los aliados más fuertes y leales a la política norteamericana en las Américas, también ha sido tradicionalmente enemiga de cualquier gobierno de izquierdas en la región, desde Cuba hasta Nicaragua, en su tiempo el Brasil de Lula da Silva, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, incluso la Argentina de Néstor y Cristina Kirchner.

La diplomacia colombiana, que es en efecto muy hábil llena de tecnócratas, expertos y asesores que van de la mano de las organizaciones americanas en tono neoliberal más no regional, en ese sentido ha tenido una terea determinante en la política con los Estados Unidos en la región.

Los gobiernos colombianos han sido pro-estadounideses, y a la vez han logrado mantener una línea formalmente neutral, por dos razones esenciales: primera, una guerra interna que a la fecha deja más de 8 millones de víctimas; segunda, una guerra con el narcotráfico llena de fracasos históricos, fracasos compartidos con los americanos sumado a los grandes operativos estadounidenses que son sensacionales y óptimos por ejemplo, el asesinato de Pablo Escobar o la captura del Chapo Guzmán, pero la realidad en cifras de disminución o control del narcotráfico nunca se ve afectada por estos aparatosos y mediáticos operativos. La guerra con el narcotráfico sí existe y la perdimos hace rato.

No es fácil ser una poscolonia norteamericana, pues dependemos de políticas ajenas a los intereses nacionales, si atendemos a la «razón de estado» que es fundamentalmente la brújula de los estados modernos desde que el Cardenal Richelieula estableció en Francia en el siglo XVII. Esto es importante y  determinante, porque tenemos un Estado que no se gobierna por sus intereses nacionales, sino por su posición satelital en la agenda norteamericana, nuestro carácter legal es de “estado nación”, pero en la práctica funcionamos como colonia.

Hoy tenemos un elemento que sacude profundamente nuestra política y es que asistimos probablemente a la peor presidencia en la historia de la democracia estadounidense, la estatura moral y política de Donald Trump es ínfima y patética si la comparamos a sus predecesores, no solo Barack Obama. Es incomparable a las dos presidencias de la familia Bush o la de Bill Clinton, por no hablar de James Carter o el mismo Richard Nixon o Ronald Reagan. La incapacidad técnica de Trump es temeraria, hay que meditar por un momento que hubiera pasado si le hubiera tocado manejar crisis como la de la guerra de Irak o del Golfo, o el desastre de Kosovo por no pensar en Vietnam. Nunca la presidencia norteamericana había estado en peores manos. Y este análisis no es ideológico, es técnico.

En ese juego de poderes Iván Duque juega un papel complicado, una fuerte oposición en su país, un escepticismo ciudadano y una pérdida de respeto por salidas en falso que le han costado la caída estrepitosa de su imagen en lo que lleva de mandato. Al mismo tiempo trata de imitar a Trump en algo terrible, validar su política interna por su política exterior, esto se ha notado en los innumerables viajes que realizó en su primer año y en su vocación por lo sensacional.

La guerra con Venezuela es ese elemento que lo valida, que lo autoriza, aparentemente es el flotador que necesita para no dejar hundir el proyecto político de mayor popularidad en la historia reciente de Colombia, tras 20 años del uribismo en el poder. Sin embargo ese flotador lo puede terminar de hundir, no solo por la oposición sólida de Rusia y China a cualquier intervención en Venezuela, la alianza militar venezolana con Cuba, que en un enfrentamiento militar perfectamente puede servir de base militar a Rusia y China; sino porque tiene solo dos años para el despliegue de ese conflicto, dos cortos años. Mientras tenemos un conflicto interno, mientras el narcotráfico está desbordado, mientras notamos su improvisación con el Covid19, incluso su aliada neutral en Bogotá que es Claudia López es en realidad su mayor opositora, y la que le está quitando la imagen de liderazgo nacional.

La historia está llena de errores políticos que terminan siendo desastres humanitarios y sociales, lo que para el poder es banal, para el resto significa vidas y tragedias. Iván Duque es capaz de irse a una guerra con Venezuela, un proyecto irracional que puede dejar al país mucho peor de que como se lo entregó Juan Manuel Santos.

* Periodista y activista Colombiano, ha sido columnista de la revista Semana, colaborador del diario El Espectador y Nodal.


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