Menores migrantes irregulares no acompañados provenientes de Centroamérica: vulnerabilidad y discriminación – Por Roxana Rosas Fregoso

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Por Roxana Rosas Fregoso*

Dentro de la diversidad de colectivos migrantes, uno de particular interés por su vulnerabilidad y sus especificidades es la minoridad migrante no acompañada. Esta figura ha sido definida como el menor que está separado de ambos progenitores y otros parientes y no está al cuidado de un adulto al que, por ley o costumbre, incumbe esa responsabilidad.1 

Estos menores constituyen un sector de la población migrante grande y diverso que incluye a niños que llegan al país de destino para reunirse con sus familias, pero que no se inscriben en los esquemas oficiales de reunificación familiar o no consiguen documentación válida a través de estos programas; niños que entran de forma irregular con uno o varios parientes o no acompañados, y niños que han escapado de sus familias y se encuentran solos; niños nacidos en el Estado receptor, pero cuyos padres o tutores son irregulares.2

Las niñas, niños y adolescentes migrantes irregulares no acompañados, cuentan con varios instrumentos de derechos humanos que los protegen y obligan a los países a prestar especial atención y cuidado, priorizando en todo momento el interés superior del menor. El principal instrumento es la Convención de los Derechos del Niño que obliga a los Estados parte a asegurar cada uno de los derechos contenidos en ese instrumento, sin discriminación alguna.

Adicionalmente, la irregularidad o la situación jurídica indocumentada convierte a la persona migrante en “vulnerable entre los vulnerables” porque, con frecuencia, experimentan riesgos sociales como pobreza y discriminación. Particularmente los menores migrantes irregulares son considerados como uno de los grupos humanos más indefensos. Son triplemente vulnerables: como menores, como migrantes y como personas en situación irregular. Si, además, estas niñas y niños realizan el trayecto migratorio sin acompañamiento, adquieren un cuarto elemento que incide en su vulnerabilidad o desventaja: el estar no acompañados.

La vulnerabilidad representa un estado de debilidad, la ruptura de un equilibrio precario que arrastra al individuo (en este caso al menor) o al grupo a una espiral de efectos negativos acumulativos. Uno de sus rasgos distintivos es la incapacidad de actuar o de reaccionar a corto plazo. La noción de vulnerabilidad no se limita a la falta de satisfacción de las necesidades materiales, también incluye las conductas discriminatorias.3

Como ha sido señalado por la doctrina jurídica, la vulnerabilidad se encuentra estrechamente vinculada a la figura de la discriminación; la discriminación, incluso, es considerada como una conducta que conlleva a la vulnerabilidad de un individuo o grupo.

En este sentido, ningún menor deberá ser discriminado en razón de su estatus migratorio. El disfrute de los derechos estipulados en la Convención sobre los Derechos del Niño no está limitado a los menores que sean nacionales del Estado parte; serán también aplicables a todos los menores, ya sean solicitantes de asilo, refugiados o migrantes con independencia de su situación en términos de inmigración.

En relación a la vulnerabilidad en contextos migratorios, las cuestiones de género son principalmente preocupantes; al respecto, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señaló, en su informe de 2015, que es de explorado conocimiento que las mujeres y las niñas son las que enfrentan mayores obstáculos para el ejercicio de sus derechos y que padecen una mayor vulnerabilidad que los varones durante los desplazamientos o migraciones.

Por lo que hace a los mecanismos de protección de la minoridad migrante en el ámbito internacional, en relación a esta latente vulnerabilidad, el Relator Especial de la ONU para los Derechos de los Migrantes considera que deberían incluirse opciones expresamente adecuadas para los niños migrantes (acompañados o no). Por ejemplo: el alojamiento en centros de protección social, no cerrados; el albergue de niños no acompañados en instituciones de atención social cuya finalidad sea su protección integral y la garantía de sus derechos fundamentales; el nombramiento de un garante; etcétera.4

En el caso de México, los menores migrantes no acompañados que provienen de Centroamérica arriban principalmente desde Guatemala, El Salvador y Honduras; algunos de los colectivos migrantes originarios de estos países transitan la ruta del Golfo de México para cruzar la frontera por el sur de Texas.5 Otros volúmenes de personas migrantes centroamericanas llegan al norte del país, a municipios como Tijuana o  Mexicali; en muchos casos, se trata de personas que huyeron de sus lugares de origen por situaciones de violencia y que se dirigen a Estados Unidos para solicitar asilo en ese país.6

El contexto de la migración centroamericana ha sido muy cambiante, y en nuestros días dista de obedecer a un conflicto armado como fue el fenómeno caracterizado del siglo XX; ahora responde a diversos factores que han incidido en el incremento del flujo de menores migrantes sin acompañamiento hacia Estados Unidos.

En primer lugar, lo referente a los escenarios de violencia generalizada y los altos porcentajes de homicidios dolosos en esta zona geográfica. En segundo término, el aumento de la migración detonado por la Ley estadunidense Trafficking Victims protection Reauthorization Act de 2008 —conocida como TVPRA— que establece que los menores migrantes no acompañados originarios de países no limítrofes (México y Canadá), aprehendidos por autoridades migratorias estadunidenses, no pueden ser devueltos a sus países de forma inmediata y tienen derecho a comparecer ante un juez de migración. Los traficantes de personas (coyotes) se aprovechan de los efectos de la TVPRA para crear falsas esperanzas de residencia a menores migrantes irregulares sin acompañamiento en Estados Unidos.

Desafortunadamente, la creciente migración centroamericana pudiera estar cumpliendo la función de válvula de escape para los gobiernos de estos países, ante la incapacidad de resolver los problemas derivados de la crisis generalizada que acontece en esa región.

Por otra parte, a pesar de la pandemia por covid-19, en los primeros meses de 2021 se ha presentado un aumento de detenciones migratorias en la frontera con Estados Unidos. Al respecto, los decretos aprobados por el presidente Joe Biden desde el inicio de su gestión no cancelan per se las rigurosas medidas de su predecesor Donald Trump, sino que se han limitado a establecer acciones tendientes a dar respuesta en lo inmediato al creciente arribo de migrantes a Estados Unidos.

Además, está intentando acercar posturas con México para que las familias que sean expulsadas de Estados Unidos puedan ser aceptadas en territorio mexicano; esta política de expulsión no incluye a los menores no acompañados.

Dentro de las principales problemáticas que las autoridades migratorias estadunidenses tendrán que enfrentar en 2021 se encuentra la tutela de los casi 5,000 menores no acompañados irregulares. Dado que la capacidad de los centros de acogida para menores ha sido sobrepasada, algunos menores han sido trasladados a espacios no diseñados para ellos.

Un caso que pone de relieve la actual crisis de la migración de la minoridad no acompañada se presentó en días pasados. Las autoridades estadunidenses publicaron un video que muestra el momento en que presuntos traficantes arrojan a dos niñas desde un muro de 4,2 metros en la frontera entre Estados Unidos y México, en el estado de Nuevo México. Las hermanas de tres y cinco años provenientes de Ecuador fueron trasladadas al hospital por agentes de la patrulla fronteriza y ahora se encuentran bajo su cuidado.

En este sentido, reiteramos la complejidad que reviste el tema de la migración centroamericana en México, con mayor ímpetu en lo que respecta al colectivo de la minoridad migrante irregular no acompañada, que representa un desafío mayúsculo no sólo para los gobiernos de los países de Guatemala, Honduras y El Salvador, sino también para el gobierno mexicano que debe brindar respuesta humanitaria inmediata ante el tránsito por el país de estos menores cuyo destino es Estados Unidos.

Los menores migrantes no acompañados constituyen uno de los grupos de migrantes centroamericanos más vulnerables; de la inmediatez de la actuación estatal, depende la prevención de los peligros que avizoran a estos menores.

*Investigadora asociada del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Estación Noroeste de Investigación y Docencia, ENID.

Este texto es una colaboración entre el Observatorio de Política Migratoria de El Colegio de la Frontera Norte y nexos.


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