A veces, y ante la inminente recta final de una campaña, no queda más que pensar e hipotetizar sobre escenarios ante tal o cual resultado. En el caso de un mecanismo de democracia directa, además, el binarismo de las opciones -en este caso, derogar o no 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC)- dispara una multiplicidad de escenarios para el día después. Como expresó el analista Óscar Bottinelli en una columna publicada el 5 de marzo en el portal de la consultora Factum, hay dos tipos de resultado, “uno formal o jurídico y otro, político electoral”. Es este último, justamente, el que abre la puerta a todas las posibilidades.

“Pase lo que pase va a significar un cambio en la correlación de fuerzas”, opinó en diálogo con la diaria el politólogo Adolfo Garcé. Por un lado, tenemos el escenario en el que el gobierno “se fortalece” y otro en el que “se debilita”, lo mismo con la oposición, encarnada en su mayoría en el Frente Amplio (FA). Pensándolo linealmente, que se deroguen los 135 artículos traería consecuencias, según Garcé, “por un lado, en la gobernabilidad y en las perspectivas de las reformas que el gobierno se propuso hacer, y por otro, en el plano electoral, con el horizonte de 2024”.

En esto coincidió el también politólogo Daniel Chasquetti, que consideró que un triunfo del Sí sería “una derrota terrible para el gobierno, y un escenario donde va a quedar debilitado y el FA va a estar pensando en 2024 como un posible triunfo”. Desde el punto de vista discursivo, para Chasquetti, “el argumento que tenía el gobierno de que en 2019 la gente votó un cambio se esfumaría”; quizá no necesariamente por la implicancia de estos artículos, sino porque “se ha convertido en un referéndum en torno a la gestión de gobierno”.

Asimismo, para Garcé, “en un gobierno de coalición que recibe una derrota, se generan siempre incentivos para la crítica”, es decir, para que los otros partidos que la integran más allá del Partido Nacional (PN) “marquen distancia y digan ‘no debimos hacer tal cosa’. De esta coalición sólida podríamos pasar a una coalición más tensa, con conflictos un poco más visibles y con propensión a marcar distancias”.

Según la politóloga Tamara Samudio, “la coalición de gobierno se ha metido bastante más de lleno en las últimas semanas”, a pesar de que “le costó empezar la campaña”. No obstante, esto también tiene que ver con que “estaba esperando a ver cómo se posicionaba la opinión pública; no tenía el gobierno un apuro muy importante por meter esto en la agenda”, aunque es innegable que una vez metida en la campaña, se sacó a relucir una “maquinaria” electoral que implicó a varios dirigentes de “primera plana” de la coalición saliendo a defender la LUC “con las implicancias que tiene esto en la gestión de gobierno”.

La figura presidencial

Pero hay un engranaje dentro de la maquinaria que comenzó a funcionar en las últimas semanas: el presidente de la República, Luis Lacalle Pou. Los politólogos consultados coincidieron en que la fuerte presencia del mandatario en el tramo final de la campaña -con la conferencia de hoy como punto cúlmine- es un arma de doble filo.

“La lógica del cierre de la campaña está centrada en el presidente”, señaló Chasquetti, y entendió esto como una señal de que “el gobierno está aumentando la apuesta con el objetivo de ganar”. Sin embargo, esta estrategia “aumenta el costo de la derrota”, puesto que si el presidente no se involucra, “puede tener un margen de fortaleza”, pero si se lo implica, “él va a ser el padre del triunfo o el padre de la derrota, y en caso de la derrota, el costo va a ser más grande”.

Samudio también se refirió al “liderazgo muy fuerte del presidente en este último tramo de la campaña, marcando la cancha en términos de los tiempos y los debates relativos a la misma”. También coincidió en que “en cualquier escenario, el presidente va a quedar marcado o señalado por esta campaña, sobre todo si pensamos que la conferencia de prensa va a ser el último mensaje sobre el No”. La analista le achaca la decisión a que Lacalle Pou “tiene un nivel de aprobación bastante importante y una luna de miel que parecería que no se ha roto del todo con la opinión pública”. De todas formas, “ese posicionamiento del presidente en las últimas semanas puede ser una estrategia exitosa, pero le puede jugar en contra, porque queda comprometido el liderazgo de la coalición”.

“Años atrás usábamos la expresión ‘buque insignia’”, sostuvo Garcé, y entendió que “el buque insignia de este gobierno es la LUC. El capitán del barco es el presidente, y puede salir malherido”. Ahora, en un escenario de victoria, el panorama para la coalición tampoco es exactamente favorable en términos de unidad. ¿Por qué? “Si el gobierno sale airoso, se pone todavía un poco más al rojo vivo la competencia por la sucesión de Lacalle Pou. Dentro del Partido Nacional y la competencia con otros partidos”, explicó.

Vistas electorales

La victoria del No, o mejor dicho, que no se derogue parcialmente la LUC, fortalecería la figura del presidente y la coalición, pero de forma dispar. “Dada la estrategia del cierre, absolutamente centrada en la figura del presidente, si la LUC sigue en pie el Partido Nacional va a reclamar el triunfo”, entendió Chasquetti, y colocó “el dilema” sobre todo en el Partido Colorado (PC) y Cabildo Abierto (CA), en “cómo ellos se apropian del triunfo también” y logran capitalizarlo de cara a las elecciones nacionales.

“Hemos visto que las figuras del No han sido el presidente, legisladores blancos, Álvaro Delgado y algún ministro”, se explayó Chasquetti. “En general, lo que vemos es que los socios han tenido poca visibilidad pública”, y si bien “es cierto que Manini y Sanguinetti han trillado todo el país”, lo que sucedió con el debate entre el líder de CA y el senador frenteamplista Óscar Andrade “es una clara muestra de que el Partido Nacional no tenía mucho ánimo de darle difusión”.

“Gane o pierda el dilema dentro de la coalición va a estar siempre en cómo se distribuyen los costos y cómo se distribuyen los beneficios. Si la LUC queda firme, los socios tienen más dificultades para apropiarse del éxito, si cae, se reparten más los costos”, entendió Chasquetti.

Por su parte, Samudio dijo creer que estamos ante “una coalición de gobierno que si bien viene manteniéndose de forma estable ha tenido sus diferencias, y también necesarios posicionamientos por parte de los otros partidos en esta lógica de querer marcar la cancha”, y una posible derrota podría dejar a un presidente tan involucrado en un mal lugar de liderazgo. Asimismo, si bien “ha habido instancias más centrales, cada partido ha hecho su campaña”. “En un escenario de posible derrota” habría que ver “cómo pueden configurarse los demás partidos en relación a la coalición de gobierno”, entendió la politóloga. “Parecería que en el caso de una derrota el gobierno se puede ver con conflictos internos y ciertos desafíos a resolver”, más cuando desde la coalición oficialista se ha colocado a la LUC como un programa de gobierno. Es decir, el hecho de ver “a la opinión pública en contra, podría afectar el funcionamiento de la coalición”, porque ellos mismos han colocado a la LUC como el plan de gobierno y el resultado de las coincidencias entre los partidos. Aunque también en un escenario de triunfo del No, “despegarse” de un PN triunfal sería un desafío difícil, “al menos en los primeros meses luego del referéndum”.

Oposición con techo

El FA está atento a los mínimos y máximos que podría alcanzar en esta elección. En caso de que la derogación triunfe, “va a pensar en 2024 como una elección con muchas chances, porque lograr 50% con la papeleta del Sí es una plataforma fantástica”, entendió Chasquetti. En el escenario contrario “se abren distintas posibilidades”, siempre en el entendido de que ambas partes “tienen un piso y un techo”.

“El techo del No sería 54%, es decir, que todos los que votaron a los partidos de la coalición en octubre voten por el No. El piso es el 49% que obtuvo Lacalle Pou en la segunda vuelta”, explicó Chasquetti, mientras que para el FA, el espectro de lo aceptable estaría “con un piso en 40% y un techo en 49%”, cuanto más cerca del techo, mejor. Asimismo, Chasquetti no identificó “un sector particular que salga beneficiado”, aunque “hay figuras visibles como Andrade, [Alejandro] Sánchez o [Mario] Bergara, que junto a [Fernando] Pereira han encabezado la campaña, pero en general me parece que ha sido un trabajo colectivo” con las organizaciones sociales.

“Si bien la campaña por el Sí no es sólo el FA, ha tenido un apoyo muy importante desde la oposición, y la campaña misma ha llevado a que la discusión se maneje sobre todo dentro del sistema de partidos”, analizó Samudio, e identificó una coalición de izquierda que ha apostado a “mostrar una iniciativa popular en contra del gobierno”.

“Muchas de las figuras, que quizá son figuras que ya conocemos, lograron visibilizarse y mostrarse más, sobre todo con todos estos debates”. Sin embargo, “la derrota le puede ocasionar una crisis interna bastante importante”, sobre todo teniendo en cuenta “que hay una apuesta fuerte como oposición a marcar la cancha con la LUC y ganar este referéndum”. A su vez, un triunfo le daría “un respiro muy importante al FA”, más si se ve que “las encuestas así como vienen marcando un buen apoyo al presidente, también vienen marcando que los apoyos al FA no han aumentado”, entre propios y extraños, pues “hay también una parte de la opinión pública que cree que el FA como oposición no está haciendo un buen papel, pero sin duda un resultado positivo lo posicionaría quizá más fuertemente de cara a estos dos años que quedan, fortaleciendo ciertas figuras que vienen trabajando a nivel legislativo”.

La Diaria