Petro asumió la presidencia: “Hoy empieza la Colombia de lo posible”

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Cinco claves del discurso de posesión del presidente Gustavo Petro

Por Daniel Pacheco

Antes del discurso, los símbolos que dominaron la posesión fueron la reminiscencia no explícita a la guerrilla del M-19, donde el hoy presidente Gustavo Petro militó hasta su desmovilización.

María José Pizarro, senadora e hija de Carlos Pizarro, fue la encargada de ponerle la banda presidencial a Gustavo Petro. En su espalda, una foto bordada del comandante y candidato presidencial asesinado de esa guerrilla, con la leyenda: “Que la lucha por la paz no nos cueste la vida”.

Luego, posesionado como presidente de la República, la primera orden de Petro fue que se trajera la espada de Bolívar que estaba en Casa de Nariño, y que el expresidente Duque no autorizó usar en la posesión. Después de un receso de más de 15 minutos, con la espada al lado, Petro dio su discurso de posesión.

El Gobierno pretende instalar al “pueblo” en la Casa de Nariño

“Aquí está como en el recorrido de mi existencia, el pueblo”, dijo Petro empezando su discurso. Tanto sus palabras, como varios símbolos y gestos durante su posesión, enviaron el mensaje de que por primera vez el que llegaba a la Casa de Nariño era el pueblo.

“Las manos humildes del obrero, aquí están las campesinas y las que barren las calles. Cuando me siento débil, el amor al pueblo, a la gente que sufre excluída, es el que me tiene aquí para unir y construir una nación”, agregó.

Petro, a quien el presidente del Senado, Roy Barreras, presentó como un “hijo del pueblo”, ha sido descrito como un populista de izquierda. Y en su posesión hizo de la llegada de la Colombia popular una parte central.

Esto se resaltó con gestos, como la apertura de la Plaza de Bolívar al público y la invitación especial a personas del común que lo apoyaron en su campaña. Invitados como una barrendera, un pescador, y un campesino. Un pueblo compuesto de minorías en donde afros e indígenas tienen un papel protagónico.

Un pueblo que, además, contrapone al ‘enemigo’ que ya formuló: “Estamos acá en contra de los de siempre, contra los que no querían soltar el poder, pero lo logramos, hicimos posible lo imposible”.

Finalmente, la instalación del gobierno del pueblo fue presentada como un hecho sin precedentes, con la recurrente alusión de Petro a “Cien años de Soledad”: “Hoy empieza nuestra segunda oportunidad sobre la tierra”, afirmó, con el tono adanista que lo caracteriza. Y que fue reforzado en el discurso del ex uribista y ex santista Roy Barreras: “venimos de esos humildes, de esos abandonados, invisibles y negados que en 200 años de vida republicana no han tenido un Estado que los proteja”.

Ese Estado, según Petro, por fin ha llegado.

La paz, marginal en la campaña, surge como primera prioridad de Petro

“Que la paz sea posible. Tenemos que terminar, de una vez y para siempre, con seis décadas de violencia y conflicto armado. Se puede”, dijo Petro en el primer punto sobre política pública de su discurso.

Se trata de un giro sustancial del discurso de campaña. Hace poco más de seis meses, en pleno debate electoral, el Acuerdo de Paz cumplió cinco años y la fecha no mereció ni un pronunciamiento de Petro. Ahora en el discurso que esboza cómo será su Gobierno, estuvo de primero:

“Cumpliremos el Acuerdo de Paz, seguiremos a rajatabla las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad y trabajaremos de manera incansable para llevar paz y tranquilidad a cada rincón de Colombia. Este es el Gobierno de la vida, de la Paz, y así será recordado. La paz es posible si desatamos en todas las regiones de Colombia el diálogo social”.

Curiosamente Petro no mencionó la “paz total”, la expresión con la que miembros de su gabinete venían presentando las ambiciones de entablar diálogos con el ELN, disidencias de las Farc y organizaciones posparamiltares como el Clan del Golfo.

De hecho, cuando se dirigió a los grupos armados no mencionó a ninguno por nombre y tampoco propuso una negociación política. En cambio, los convocó a dejar las armas y “a aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz, a cambio de la no repetición definitiva de la violencia”.

Un Gobierno del diálogo social y regional como “método”

El diálogo ocupó un lugar central en el discurso como método permanente de interlocución con la sociedad. “El diálogo será mi método, los acuerdos mi objetivo”, dijo Petro en su decálogo de promesas de Gobierno.

Un diálogo, por un lado, presentado en el contexto de la búsqueda de la paz: “Es más democracia, más participación lo que propongo para terminar con la violencia”.

Y por otro, como herramienta de acuerdos regionales más amplios con otros sectores de la sociedad: “En los diálogos regionales vinculantes convocamos a todas las personas desarmadas, para encontrar los caminos del territorio que permitan la convivencia”.

Estos diálogos ya comenzaron, y se vincularon a la construcción del Plan de Desarrollo que debe tramitar el Gobierno Petro en el Congreso. En cambio, el concepto de Acuerdo Nacional, con el que Petro ha buscado conformar una coalición en el Congreso con partidos tradicionales, fue mencionado apenas una vez en el discurso.

La promesa de igualdad social descansa sobre la reforma tributaria

El tema que dominó parte de la campaña, la inequidad social, quedó algo relegado en el discurso, después de la paz y el cambio de la política de drogas. Petro puso sobre los hombros de la reforma tributaria el peso de esa transformación:

“La igualdad es posible si somos capaces de crear riqueza para todos y todas, y si somos capaces de distribuirla más justamente. Por eso proponemos una economía basada en la producción, el trabajo y el conocimiento. Y es por ello por lo que proponemos una reforma tributaria que genere justicia”.

La tributaria, que será liderada por el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, fue presentada sin dar puntadas de cómo será. En cambio, como anticipó Héctor Riveros en su columna, el presidente la enmarcó en una lógica de justicia social: “La solidaridad está en el impuesto que paga el que puede pagarlo y en el gasto del estado que va a quienes lo necesitan por su infancia, por su juventud, por su vejez”.

En su discurso, Petro apenas nombró otras reformas que serán prioritarias: “una reforma de la salud y de las pensiones, una reforma del contrato laboral, una reforma de la educación”.

La Amazonía como carta de negociación frente al cambio climático

Como todos los presidentes, Petro mostró su ambición de ejercer un liderazgo internacional. Lo hizo, por un lado, enarbolando las banderas del cambio climático:

“Desde esta Colombia le pedimos al mundo acción y no hipocresía. Nosotros estamos dispuestos a transitar a una economía sin carbón y sin petróleo, pero poco ayudamos a la humanidad con ello. No somos nosotros los que emitimos los gases efecto invernadero. Son los ricos del mundo quienes lo hacen (…) pero nosotros sí tenemos la mayor esponja de absorción de estos gases después de los océanos: La selva amazónica”.

Para conservarlo Petro lanzó la propuesta de “cambiar deuda externa por gastos internos para salvar y recuperar nuestras selvas, bosques y humedales” e hizo un llamado directo al Fondo Monetario Internacional para hacerlo.

En contraste a su visión global, el discurso no dio detalles sobre su propuesta de detener los contratos de exploración petrolera, detener los pilotos de fracking, o la explotación y exploración costa afuera. Temas sobre los cuales hay una alta expectativa por su impacto fiscal.

Hacia Estados Unidos, el mensaje de Petro se centró en el cambio de política de drogas, que vinculó al logro de la paz con los grupos armados:

“Claro que la paz es posible si se cambia, por ejemplo, la política contra las drogas, por ejemplo, vista como una guerra por una política de prevención fuerte del consumo en las sociedades desarrollados”

Puntualmente, el presidente propuso modificaciones del régimen internacional de drogas “que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado, que ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados durante estos 40 años, y que deja 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año».

Ñapa: varios silencios y un nuevo rol para el Ejército

Si la paz tuvo un despliegue amplio, la seguridad, en cambio, estuvo prácticamente ausente. La palabra terrorismo no se usó en el discurso. El narcotráfico como amenaza de seguridad nacional tampoco. En su decálogo habló de una estrategia de «seguridad integral» y una «modernización de las fuerzas de seguridad», sin entrar en más detalle.

Y las únicas señas directas que dio para las Fuerzas Militares señalan un viraje y cambio de rol:

“Volveremos a construir distritos de riego con el Ejército y casas campesinas y caminos vecinales con los soldados de la Patria. Ejército, sociedad y producción pueden unirse en una nueva ética social indestructible”.

Además de la seguridad, hubo otros silencios notables. Petro no mencionó al Pacto Histórico, su coalición política. No mencionó a Iván Duque ni a Álvaro Uribe. No mencionó a Venezuela, ni a la democracia en América Latina.

La Silla Vacía


Este es el equipo que gobernará con Petro

Por María José Restrepo y Manuela Galvis

Este domingo Gustavo Petro posesionó a 19 ministros de las veinte carteras que gobernarán con él durante su cuatrienio.

El gabinete es paritario. A pesar de que su candidatura fue impulsada principalmente por jóvenes, el promedio de edad de su equipo supera los 55 años. Casi todos son expertos en el tema de su cartera y para varios esa causa ha sido una misión de toda la vida. Siete han trabajado en el ejecutivo, cuatro de ellos como ministros en gobiernos anteriores. Solo la ministra de Ambiente trabajó en la Alcaldía de Petro como secretaria, aunque 13 de ellos son militantes de izquierda. Vienen del activismo social, la academia y la política. Del sector privado sólo la MinTic, que es dueña del canal de Youtube Tercer Canal. Aunque una bandera de Petro ha sido la defensa de la universidad pública, 14 de los 19 ministros son egresados de privadas. Más de la mitad han vivido o trabajado fuera del país.

El gabinete del cambio no se salvó de las cuotas de los partidos tradicionales: los liberales se quedaron con el MinJusticia y los godos con el MinTransporte. El Partido Comunista, la Alianza Verde, la U y Soy Porque Somos también tienen representación en el gabinete de Petro.

La Silla Vacía


Petro pide unidad Latina y anuncia alianzas con África y Asia

Por Eddy Mosquera

Durante su discurso de posesión, el presidente Gustavo Petro agradeció la presencia de varios representantes de gobierno de la región y del mundo resaltando que mientras “vemos naciones hermanas bombardeándose” en Colombia se congregan presidentes “con diversidad ideológica y diferentes trayectorias”.

Tras recordar la falta de unidad regional durante la pandemia del coronavirus para coordinar la compra de vacunas, Petro resaltó la necesidad de una “unidad latinoamericana” para trabajar unidos en proyectos clave como redes eléctricas que cubran América, impulso de empresas petroleras públicas y generación de energías limpias.

Petro detalló que el énfasis internacional durante su administración será “alcanzar los acuerdos más ambiciosos posibles para frenar el cambio climático y defender la Paz mundial. No estamos con la guerra. Estamos con la Vida”.

El entrante mandatario agregó que es necesario declarar una Convención Internacional que “acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado” porque ha fortalecido “las mafias y debilitó los Estados” teniendo en cuenta que ha causado miles de muertes de latinos.

Gustavo Petro detalló que buscarán “mayores alianzas con África de donde provenimos, buscaremos una alianza de pueblos afros en América (…) buscaremos juntar nuestra Buenaventura y nuestro Tumaco con el este asiático rico y productivo”.

Caracol


El gobierno radicará este lunes la reforma tributaria

Así lo confirmó el Ministerio de Hacienda al chat de periodistas económicos. La reforma será radicada por la Cámara de Representantes y, de acuerdo a lo informado, ocurrirá antes del mediodía de este lunes.

La reforma tributaria fue construida entre el ministro José Antonio Ocampo y el director de la Dian, Luis Carlos Reyes.

En su discurso de posesión, Petro puso sobre los hombros de la reforma tributaria el peso de la transformación social que prometió en campaña: “La igualdad es posible si somos capaces de crear riqueza para todos y todas, y si somos capaces de distribuirla más justamente. Por eso proponemos una economía basada en la producción, el trabajo y el conocimiento. Y es por ello por lo que proponemos una reforma tributaria que genere justicia”.

La Silla Vacía


Ceremonia presidencial de Gustavo Petro: Discurso completo

«Llegar aquí indudablemente implica recorrer una vida. La vida inmensa que nunca se recorre sola. Aquí está mi madre, Clara, nada existiría en mi mente en este momento sin ella. Aquí está mi padre, Gustavo, caribeño, aquí están mis hermanos Adriana y Juan que me aguantan. Aquí están mis hijos, Nicolás Petro, Nicolás Alcocer, Andrea y Andrés, Sofá y Antonella, mis pequeñas que florecen de corazón y alma. Aquí está Verónica Alcocer, quien me ha acompañado, quien me ha dado descendencia, la vida misma.

Quien el amor ha hecho todo posible. Aquí no estará para acompañarme solamente sino para acompañar a las mujeres de Colombia en su esfuerzo para salir adelante, para crear, para luchar, para ser. Para superar la violencia dentro y fuera de las familias, para construir la política del amor. Aquí está como en el recorrido de mi existencia, el pueblo. Las manos humildes del obrero, aquí están las campesinas y las que barren las calles. Aquí están los corazones del trabajo, las ilusiones de quien sufre, aquí están las mujeres trabajadoras que me han abrazado cuando decaigo, cuando me siento débil, el amor al pueblo, a la gente que sufre excluida, es el que me tiene aquí para unir y construir una nación. Así acaba Cien Años de Soledad de nuestro querido Gabriel García Márquez.

«Todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra». Los colombianos y las colombianas hemos sido muchas veces en nuestra historia enviados a la condena de lo imposible, a la falta de oportunidades, a los NO rotundos. Quiero decirles a todos los colombianos y todas las colombianas que me están escuchando en esta Plaza Bolívar, en los alrededores, en toda Colombia y en el exterior que hoy empieza nuestra segunda oportunidad. Nos la hemos ganado. Se la han ganado. Su esfuerzo valió y valdrá la pena. Es la hora del cambio. Nuestro futuro no está escrito. Somos dueños del esfero y podemos escribirlo juntos, en paz y en unión. Hoy empieza la Colombia de lo posible.

Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos a gobernar, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el poder. Pero lo logramos. Hicimos posible lo imposible. Con trabajo, recorriendo y escuchando, con ideas, con amor, con esfuerzo. Desde hoy empezamos a trabajar para que más imposibles sean posibles en Colombia. Si pudimos, podremos. Que la paz sea posible.

Tenemos que terminar, de una vez y para siempre, con seis décadas de violencia y conflicto armado. Se puede. Cumpliremos el Acuerdo de Paz, seguiremos a rajatabla las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad y trabajaremos de manera incansable para llevar paz y tranquilidad a cada rincón de Colombia. Este es el Gobierno de la vida, de la Paz, y así será recordado. La paz es posible si desatamos en todas las regiones de Colombia el diálogo social, para encontrarnos en medio de las diferencias, para expresarnos y ser escuchados, para buscar a través de la razón, los caminos comunes de la convivencia.

Es la sociedad toda la que debe dialogar sobre cómo no matarnos y sobre cómo progresar. En los diálogos regionales vinculantes convocamos a todas las personas desarmadas, para encontrar los caminos del territorio que permitan la convivencia. No importa los conflictos que allí allá, se trata precisamente de evidenciarlos a través de la palabra, de intentar sus soluciones a través de la razón. Es más democracia, más participación lo que propongo para terminar con la violencia. Pero convocamos, también, a todos los armados a dejar las armas en las nebulosas del pasado. A aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz, a cambio de la no repetición definitiva de la violencia, a trabajar como dueños de una economía próspera pero legal que acabe con el atraso de las regiones.

Para que la paz sea posible en Colombia, necesitamos dialogar, dialogar mucho, entendernos, buscar los caminos comunes, producir cambios. Claro que la paz es posible si se cambia, por ejemplo, la política contra las drogas, por ejemplo, vista como una guerra por una política de prevención fuerte del consumo en las sociedades desarrolladas. Es hora de una nueva Convención Internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado, que, ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados, durante estos 40 años, y que deja 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año. Que la guerra contra las drogas fortaleció las mafias y debilitó los Estados.

Que la guerra contra las drogas ha llevado a los Estados a cometer crímenes y ha evaporado el horizonte de la democracia. ¿Vamos a esperar que otro millón de latinoamericanos caigan asesinados y que se eleven a 200.000 los muertos por sobredosis en Estados Unidos cada año? O más bien, cambiamos el fracaso por un éxito que permita que Colombia y Latinoamérica puedan vivir en paz. Que la igualdad sea posible. El 10 % de la población colombiana tiene el 70 % de la riqueza. Es un despropósito y una amoralidad. No naturalicemos la desigualdad y la pobreza. No miremos para otro lado, no seamos cómplices. Con voluntad, políticas de redistribución y un programa de justicia vamos a hacer una Colombia más igualitaria y con más oportunidades para todos y todas. La igualdad es posible si somos capaces de crear riqueza para todos y todas, y si somos capaces de distribuirla más justamente. Por eso proponemos una economía basada en la producción, el trabajo y el conocimiento. Y es por ello por lo que proponemos una reforma tributaria que genere justicia.

El llevar una parte de la riqueza de las personas que más tienen y más ganan, para abrirle las puertas de la educación a toda la niñez y la juventud., no debe ser mirado como un castigo o un sacrificio. Es simplemente el pago solidario que alguien afortunado hace a una sociedad que le permite y le garantiza la fortuna. Si somos capaces de llevar una parte de la riqueza que se crea, a los niños y niñas desnutridas a través de algo tan simple como pagar los impuestos de ley, seremos más justos y estaremos más en paz.

No es un asunto solo de caridad, es un asunto de solidaridad humana. La solidaridad es lo que ha permitido que los pueblos sobrevivan y logren las máximas conquistas de la cultura y de la civilización. No hemos avanzado como humanidad compitiendo, lo hemos hecho ayudándonos. Por eso estamos vivos en este planeta. Seremos iguales cuando el que más tiene al pagar sus impuestos lo haga con gusto, con orgullo, sabedor que ayudará a su prójimo niño, niña, bebé, joven, mujer, a crecer sano, a pensar, a vivir con la plenitud que da la nutrición y la educación del cerebro y del alma. La solidaridad está en el impuesto que paga el que puede pagarlo y en el gasto del estado que va a quienes lo necesitan por su infancia, por su juventud, por su vejez.

Por eso hemos planteado una reforma tributaria, una reforma de la salud y de las pensiones, una reforma del contrato laboral, una reforma de la educación. Por eso hemos priorizado en el presupuesto la infraestructura de la educación, de la salud, del agua potable, de los distritos de riego y de los caminos vecinales. Los impuestos no serán confiscatorios, simplemente serán justos, en un país que debe reconocer como aberración la enorme desigualdad social en la que vivimos, en un Estado que debe proteger la transparencia del gasto, y en una sociedad que se merece vivir en paz.

Ser una sociedad del conocimiento, es decir una sociedad donde todos sus integrantes tengan el máximo de escolaridad y cultura, no es una utopía. Pueblos más pobres que nosotros hace décadas son ahora sociedades del conocimiento solo porque invirtieron durante décadas y con prioridad en la educación pública. Llego el momento de devolverle la deuda a nuestra educación pública para que alcance a todos y todas y sea de calidad.

Llego el momento de ser conscientes que el hambre avanza. Que avanza por todo el mundo porque se derrumbó una idea de seguridad alimentaria basada exclusivamente en el comercio internacional. El comercio internacional en sí mismo no es ni positivo ni negativo, pero si no se maneja con inteligencia y se planifica puede destruir economías y vidas. El mundo hoy aprende la importancia de la soberanía alimentaria.

La soberanía alimentaria es la garantía que toda sociedad debe tener para consumir sus nutrientes indispensables. Colombia es un país que debe y puede gozar de soberanía alimentaria para lograr el hambre cero. Una misión del Estado con todo el sector privado que quiera unirse debe garantizar la plena alimentación sana de toda la sociedad colombiana y lograr excedentes de exportación.

En la tierra en donde el ser humano descubrió el maíz debemos producir de nuevo maíz. El Estado tendrá que brindar riegos, créditos, técnicas, semillas mejoradas, protección, el campesinado y la empresa privada puede brindar el trabajo y el empeño cotidiano para lograr que nuestros campos vuelvan a producir los alimentos que necesita nuestro pueblo. Volveremos a construir distritos de riego con el Ejército y casas campesinas y caminos vecinales con los soldados de la Patria. Ejército, sociedad y producción pueden unirse en una nueva ética social indestructible.

Los helicópteros y los aviones, las fragatas, no solo sirven para bombardear o disparar, también sirven para crear la primera infraestructura de la salud preventiva del pueblo colombiano. Solo si producimos seremos ricos y prósperos como sociedad. La riqueza está en el trabajo y el trabajo es cada vez más, de la inteligencia. Por eso, a partir de hoy, todos los bienes en extinción de dominio de la SAE pasarán a ser la base de una nueva economía productiva administrada por las organizaciones campesinas, por las cooperativas urbanas de jóvenes productivos, y por las asociaciones populares femeninas. Que la igualdad de género sea posible.

No podemos seguir permitiendo que las mujeres tengan menos oportunidades laborales y que ganen menos que los hombres, que tengan que dedicar el triple o cuádruple de horas a las tareas de cuidado, que estén menos representadas en nuestras instituciones. Ya es hora de combatir todas esas desigualdades y equilibrar la balanza. Que el futuro verde sea posible. El cambio climático es una realidad. Y es urgente. No lo dicen las izquierdas ni las derechas, lo dice la ciencia.

Tenemos y podemos encontrar un modelo que sea sostenible económica, social y ambientalmente. Solo habrá un futuro si equilibramos nuestras vidas y la economía de todo el mundo con la naturaleza. La ciencia ha anunciado la extinción posible de la especie humana en apenas uno o dos siglos por los efectos en la salud que traería la crisis climática. El virus del covid le mostró a toda la humanidad la alerta viva y real de esta posibilidad. La ciencia no parece equivocarse. Por eso desde esta Colombia le pedimos al mundo acción y no hipocresía.

Nosotros estamos dispuestos a transitar a una economía sin carbón y sin petróleo, pero poco ayudamos a la humanidad con ello. No somos nosotros los que emitimos los gases efecto invernadero. Son los ricos del mundo quienes lo hacen, acercando al ser humano a su extinción, pero nosotros si tenemos la mayor esponja de absorción de estos gases después de los océanos: La selva amazónica. Uno de los pilares del equilibrio climático y de la vida en el planeta es la selva amazónica. ¿Vamos a dejar que se destruya esa selva para llegar al punto de no retorno en la extinción de la humanidad? O, ¿amos a salvarla con la humanidad misma que quiere seguir viviendo en esta tierra? ¿Dónde está el fondo mundial para salvar la selva Amazónica?

Los discursos no la salvarán. Podemos convertir a toda la población que hoy habita la amazonia colombiana en una población cuidadora de la selva, pero necesitamos los fondos del mundo para hacerlo. Si es tan difícil conseguir esos dineros que las tasas carbón y los fondos del clima pactados deberían otorgar para salvar algo tan esencial, entonces, le propongo a la humanidad cambiar deuda externa por gastos internos para salvar y recuperar nuestras selvas, bosques y humedales. Disminuyan la deuda externa y gastaremos el excedente en salvar la vida humana. Si el FMI ayuda a cambiar deuda por acción concreta contra la crisis climática, tendremos una nueva economía próspera y una nueva vida para la humanidad. Se acabaron los «no se puede» y los «siempre fue así».

Hoy empieza la Colombia de lo posible. Hoy empieza nuestra segunda oportunidad. Desde hoy, soy el presidente de toda Colombia y de todos los colombianos y colombianas.

Es mi deber y mi deseo. Colombia no es solo Bogotá. El Gobierno del Cambio será descentralizado. Les prometo que vamos a estar y trabajar en todo el país, desde Leticia hasta Punta Gallinas, desde Cabo Manglares hasta Isla San José. Duele mucho la ausencia del Estado en muchos puntos del país. Ya no más. Voy a trabajar para que el lugar de nacimiento no condicione tu futuro y para que el Estado diga presente en cada rincón de Colombia. Agradezco la presencia de presidentes, presidentas y otros representantes de los pueblos hermanos de Latinoamérica y del mundo.

En tiempos en los que vemos a naciones hermanas bombardeándose, aquí, en el corazón de Colombia, en el corazón de Latinoamérica, hay una decena de presidentes y presidentas de la región, con diversidad ideológica y diferentes trayectorias, pero todos unidos y unidas compartiendo esta verdadera fiesta de la democracia. Ya es hora de dejar atrás los bloques, los grupos y las diferencias ideológicas para trabajar juntos. Entendamos de una vez y para siempre que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Y que juntos somos más fuertes. Hagamos realidad esa unidad con la que soñaron nuestros héroes, como Bolívar, San Martín, Artigas, Sucre y O’Higgins.

No es una utopía ni es romanticismo. Es el camino para hacernos fuertes en este mundo complejo. Hoy necesitamos estar más juntos y unidos que nunca. Como dijo alguna vez Simón Bolívar: «La unión debe salvarnos, como nos destruirá la división si llega a introducirse entre nosotros». Pero la unidad latinoamericana no puede ser una retórica, un mero discurso. Acabamos de vivir quizáslo peor de la pandemia del covid, y América Latina no fue capaz de juntarse, de coordinarse, para comprar las vacunas más baratas, prácticamente fue usada sin capacidad de negociación, dispersa en sus gobiernos.

¿Vamos a tener una Latinoamérica sin capacidad de investigación científica? ¿Una Latinoamérica sin capacidad de coordinar sus servicios de salud, sin capacidad de coordinar las compras de medicamentos de manera unificada? Latinoamérica se junta en algunas instituciones, pero no en proyectos concretos. ¿Hemos acaso logrado la conexión de todas nuestras redes de energía eléctrica? ¿Hay una red de energía eléctrica que cubra a toda América? ¿Hemos logrado que las fuentes de nuestras energías sean limpias? ¿No es acaso hora de impulsar las empresas petroleras públicas y nuestras empresas de transmisión eléctrica a construir el instrumento empresarial y financiero latinoamericano que avoque las inversiones en la generación de las energías limpias y en la transmisión de esa energía a escala continental? Colombia hará su énfasis internacional en alcanzar los acuerdos más ambiciosos posibles para frenar el cambio climático y defender la Paz mundial.

No estamos con la guerra. Estamos con la Vida. Buscaremos mayores alianzas con África de donde provenimos, buscaremos una alianza de pueblos afros en américa, buscaremos que San Andrés sea un centro de salud, cultural y educativo del Caribe antillano; de allí saldrán todos los embajadores y embajadoras de Colombia para las Antillas. Buscaremos una alianza con el mundo árabe en el camino de transitar hacia las nuevas economías descarbonizadas.

Buscaremos juntar nuestra Buenaventura y nuestro Tumaco con el este asiático rico y productivo. Nuestro himno, que es uno de los más lindos del mundo, dice «sentir o padecer». Colombia acumula siglos de padecimiento. Una madre que no puede darle de comer a su hijo, la padece. Un joven que emigra porque no encuentra oportunidades, la padece. Una abuela o un abuelo que no tiene una pensión digna, la padece.

La Colombia que soñamos, la Colombia que queremos, la Colombia que nos merecemos es la Colombia que queremos sentir. La Colombia que vibra, que se esfuerza, que añora y trabaja para alcanzar la paz. Que quiere una tierra próspera, con igualdad de posibilidades indistintamente del lugar donde nació, independientemente de cómo se apellidan sus padres o de cuál sea su color de piel. Esa es la Colombia que queremos sentir y por la que trabajaremos hasta el último día de nuestro mandato. En este primer discurso como presidente de Colombia, frente al poder legislativo, y frente a mi pueblo, quiero compartir mi decálogo de gobierno y mis compromisos.

1. Trabajaré para conseguir la paz verdadera y definitiva. Como nadie, como nunca. Vamos a cumplir el Acuerdo de Paz y a seguir las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad. El «Gobierno de la Vida» es el «Gobierno de la Paz». La paz es el sentido de mi vida, es la esperanza de Colombia. No podemos fallarle a la sociedad colombiana. Los muertos se lo merecen. Los vivos lo necesitan. La vida debe ser la base de la paz. Una vida justa y segura. Una vida para vivir sabroso, para vivir feliz, para que la dicha y el progreso sean nuestra identidad.

2. Cuidaré de nuestros abuelos y abuelas, de nuestros niños y niñas, de las personas con discapacidad, de las personas a las que la historia o la sociedad ha marginado. Haremos una «política de cuidados» para que NADIE se quede atrás. Somos una sociedad solidaria, que se preocupa y ocupa del prójimo. Que su Gobierno también lo sea. Haremos una política sensible al sufrimiento y dolor ajeno, con herramientas y soluciones para crear igualdad.

3. Gobernaré con y para las mujeres de Colombia. Hoy, aquí, empieza un gobierno paritario y con un Ministerio de Igualdad. ¡Al fin! Con nuestra vicepresidenta y ministra Francia Márquez vamos a trabajar para que el género no determine cuánto ganas ni cómo vives. Queremos igualdad real y seguridad para que las colombianas puedan caminar tranquilas y no temer por sus vidas.

4. Dialogaré con todos y todas, sin excepciones ni exclusiones. Este será un gobierno de puertas abiertas para todo aquel que quiera dialogar sobre los problemas de Colombia. Se llame como se llame, venga de donde venga. Lo importante no es de dónde venimos, si no a dónde vamos. Nos une la voluntad de futuro, no el peso del pasado. Vamos a construir un Gran Acuerdo Nacional para fijar la hoja de ruta de la Colombia de los próximos años. El diálogo será mi método, los acuerdos mi objetivo.

5. Escucharé a los colombianas y colombianos como he venido haciendo en todos estos años. NO se gobierna a distancia, alejado del pueblo y desconectado de sus realidades. Todo lo contrario: se gobierna escuchando. Vamos a diseñar mecanismos y dinámicas para que todo colombiano se sienta escuchado en este Gobierno. No quedaré atrapado entre las cortinas de la burocracia. Estaré cerca de los problemas. Caminaré al lado y junto a los colombianos de todos los rincones. Solo quien está cerca puede entender y ponerse en el lugar del otro.

6. Defenderé a los colombianos y colombianas de las violencias y trabajaré para que las familias se sientan seguras y tranquilas. Lo haremos con una estrategia integral de seguridad. Colombia necesita una estrategia que vaya desde los programas de prevención hasta la persecución de las estructuras criminales y la modernización de las fuerzas de seguridad. Las vidas salvadas será nuestro principal indicador de éxito. El crimen se combate de muchas maneras. Todas imprescindibles. Quiero defender a las familias colombianas de la inseguridad diaria y cotidiana: sea de la violencia machista o de cualquier otra violencia.

7. Lucharé contra la corrupción con mano firme y sin miramientos. Un Gobierno de «cero tolerancia». Vamos a recuperar lo que se robaron, vigilar para que no se vuelva a hacer y transformar el sistema para desincentivar este tipo de prácticas. Ni familia, ni amigos, ni compañeros, ni colaboradores… nadie queda excluido del peso de la Ley, del compromiso contra la corrupción y de mi determinación para luchar contra ella.

8. Protegeré nuestro suelo y subsuelo, nuestros mares y ríos. Nuestro aire y cielo. Nuestros paisajes nos definen y nos llenan de orgullo. Y, por eso, no voy a permitir que la avaricia de unos pocos ponga en riesgo nuestra biodiversidad. Vamos a enfrentar la deforestación descontrolada de nuestros bosques e impulsar el desarrollo de energías renovables. Colombia será potencia mundial de la vida. El Plantea Tierra es la «casa común» de los seres humanos. Y Colombia, desde su enorme riqueza natural, va a liderar esta lucha por la vida planetaria.

9. Desarrollaré la industria nacional, la economía popular y el campo colombiano. Sin distinciones ni preferencias. Vamos a acompañar y apoyar a todo aquel se esfuerza por Colombia: el campesino/a que se levanta al alba, el artesano/a que mantiene viva nuestra cultura, el empresario/a que crea trabajo. Necesitamos de todos y todas para crecer y redistribuir riqueza. La ciencia, la cultura y el conocimiento es el combustible del siglo XXI. Vamos a desarrollar la sociedad del conocimiento y la tecnología.

10. Cumpliré haré cumplir nuestra Constitución. La que dice en su artículo 1: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”. Desarrollaremos, también, una nueva cobertura legal para hacer sostenible, justo e igualitario nuestro desarrollo.

La ley, como dice Paolo Flores d’Arcais, es el poder de los que no tienen poder. Necesitamos mejores leyes, nuevas leyes al servicio de las grandes mayorías y garantizar su cumplimiento. Confío mucho en que los debates en nuestras asambleas legislativas sean fructíferos y ofrezcan resultados para la sociedad colombiana. Hay mucha tarea y confío plenamente en nuestros representantes. Y finalmente, uniré a Colombia. Uniremos, entre todos y todas, a nuestra querida Colombia. Tenemos que decirle basta a la división que nos enfrenta como pueblo. Yo no quiero dos países, como no quiero dos sociedades. Quiero una Colombia fuerte, justa y unida. Los retos y desafíos que tenemos como nación exigen una etapa de unidad y consensos básicos.

Es nuestra responsabilidad. Termino aquí con lo que me dijo una niña arhuaca en la ceremonia de posesión ancestral que hicimos el viernes en la Sierra Nevada «Para armonizar la vida, para unificar los pueblos, para sanar la humanidad, sintiendo el dolor de mi pueblo, de mi gente aquí, este mensaje de luz y verdad, esparza por tus venas, por tu corazón y se conviertan en actos de perdón y reconciliación mundial, pero primero, en nuestros corazón y mi corazón, gracias». Esta segunda oportunidad es para ella, y para todos los niños y niñas de Colombia».

Caracol

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