Bertha Zúniga Cáceres, hija de Berta Cáceres: “El legado de Berta es la lucha de los pueblos indígenas para preservar la humanidad”

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Bertha Zúniga Cáceres, hija de Berta Cáceres: “El legado de Berta es la lucha de los pueblos indígenas para preservar la humanidad”

 

Por Elisa García, de la redacción de NODAL

Bertha Zúniga Cáceres es activista social indígena de Honduras. Coordinadora desde 2017 del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Es hija de la activista ambiental, feminista y lideresa indígena Berta Cáceres, asesinada el 2 de marzo de 2016 por oponerse al proyecto de construcción de la represa hidroeléctrica Agua Zarca.

En esta oportunidad Bertha comparte con NODAL sus reflexiones respecto de las luchas por el medio ambiente, los principales debates y problemáticas de América Latina y el Caribe, la transición energética, el rol de los estados y el legado de Berta Cáceres.

-¿Cuál es el rol de las mujeres en la construcción de un ambientalismo popular?

Nosotras creemos que un rol muy importante es seguir replicando la cultura de la identidad y la salvaguarda de los bosques, no solamente por un tema ambiental sino también por la importancia espiritual, cultural, funcional que tienen los ríos para las comunidades indígenas y para seguir haciendo las ceremonias y enseñándoles a las futuras generaciones sobre la importancia del cuidado de los ríos, la naturaleza; la importancia de cuidar de nuestros derechos.

Sabemos que las mujeres somos cuidadoras de la vida, a veces se preocupan más por las familias que por ellas mismas. En ese sentido, tener ese sentimiento de pensar siempre en otras personas, de no vender nuestros por resolver en el día a día, sino también pensar en el futuro, en las nuevas generaciones. Y en ese sentido, la lucha que hay que dar es bastante dura, es bastante desigual, en un clima de violencia donde nos estamos planteando nuestras alternativas de vida y la participación política es muy importante.

Desde el COPINH las principales acciones que tenemos son la lucha por el reconocimiento de los territorios, de los pueblos indígenas, la reivindicación de estos derechos, puesto que aquí en nuestros territorios están los bosques, los ríos, la tierra, todo lo que permite el sustento de la vida para nosotras y para la humanidad. Lo otro es que se está construyendo un modelo de transición energética que no responde a los intereses de los pueblos, y por eso las comunidades como Río Blanco y otras comunidades están siendo víctimas de la imposición de proyectos hidroeléctricos. Es una falsa solución ambiental que sirve para que grupos oligárquicos como la familia Talasabla, dueña de este proyecto, como David Castillo, presidente de la empresa. Estos asesinos de nuestra compañera Berta Caseres están lucrando altamente con la instalación de proyectos que ni se sabe si van a funcionar o no, que son fraudulentos. No son la excepcionalidad, sino que realmente está siendo el patrón bajo el cual se están construyendo proyectos hidroeléctricos en Honduras alegando a que son soluciones climáticas, cuando sabemos que eso no es verdad.

-Desde esta perspectiva ¿qué discusiones hay que dar sobre la transición energética y sus consecuencias?

La transición energética tiene que abordar… la energía: ¿para qué?, ¿para quienes? También saber que, si estamos en una transición energética, debe beneficiar a toda la población y no a pequeños grupos empresariales, bancarios o financieros, que son los que están ganando con este modelo de la economía verde, del negocio de lo verde. Y que realmente responda a los intereses y necesidades de los pueblos y no de la gran industria. Esa es para nosotras una discusión fundamental sobre el modelo de la transición energética y debe estar basado en el respeto de los pueblos indígenas, negros, de América Latina, donde sabemos que está la mayor riqueza fluvial, marítima, también donde hay bosques. Entonces cuestionar el extractivismo que están sufriendo todos los países del sur global, no solo América Latina, sino también África, víctima del saqueo de sus territorios.

-¿Cuáles son los principales debates para saldar la deuda ambiental en América Latina y el Caribe?

En mi opinión las discusiones que hay que dar son, en primer lugar, cómo en el ámbito internacional se profundiza en el cumplimiento y respeto a los derechos de los pueblos indígenas, porque somos los pueblos quienes estamos cuidando la naturaleza, pero también estamos asediados por los intereses extractivistas y afectados por la transición a un modelo energético que sigue teniendo una lógica extractivista y al servicio del capitalismo. Ese es un punto muy importante. En segundo lugar, hay actores internacionales que están disfrazando su compromiso de defensa de la naturaleza con mayor vulneración de derechos humanos en general, y disfrazando con falsas soluciones ambientales el problema que efectivamente existe a raíz del mundo, entonces hablar y cuestionar el modelo energético que se está construyendo y abogar por construir un modelo económico y social distinto.

-¿Qué se puede hacer desde los Estados? ¿Cómo es o debe ser su rol frente al extractivismo?

Particularmente para Honduras, yo creo que el Estado debe revertir el modelo de concesionamiento ilegal que se dio bajo el golpe de Estado y comenzar un proceso exhaustivo, serio y profundo de revisión de esas concesiones. Analizar si sirve para los interese populares, pero también cancelar todos esos proyectos que han sido violatorios a los derechos de las comunidades, no solo a los pueblos indígenas, sino también para las comunidades campesinas, que en Honduras que han sido víctimas de violación a sus derechos, producto de estas concesiones ilegales, sin consulta, que al final están estafando al propio Estado de Honduras. Ese es el deber principal, y lógicamente, construir en conjunto con la sociedad, con las organizaciones, con los pueblos indígenas, una propuesta de trabajo sobre un modelo energético que responda a los intereses populares, a las necesidades de los pueblos, y ver cómo llevar la energía a las comunidades que todavía no tienen acceso. Podría haber muchos aspectos más, pero pienso que lo principal es revertir ese modelo concesionamiento ilegal.

– Sobre la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022 (COP27) a realizarse en Egipto ¿para qué y quiénes?

Bueno nosotros ya hemos sabido que estas grandes cumbres climáticas han servido para hacer tratados internacionales, que son liderados por las potencias económicas que son las que más contaminación generan en todo el mundo. Donde se han planteado muchas propuestas que son falsas soluciones al crisis climática, pero también donde se están profundizando el saqueo y violación a los derechos de las comunidades indígenas, a través, por ejemplo, de proyectos de reducción de emisiones por degradación y deforestación, en los que no se resolvió el problema de raíz porque los países que contaminan, que están ubicados la mayoría en el norte global, están queriendo pagarles a los países del sur global para supuestamente cuidar los bosques, pero lo que se está haciendo es privatizando, y que ese dinero llegue a manos de otras personas, pero instalando un montón de conflictos. Pero el problema no es ese, el problema es el consumo y la contaminación. Ya sabemos que EEUU nunca se ha comprometido con ninguno de estos tratados donde se reduce las emisiones de dióxido de carbono y toda la contaminación que hace la gran industria.

Entonces, mientras no exista ese compromiso esto prácticamente siguen siendo falsas soluciones que no van al problema de raíz y así seguimos dando vuelta en el mismo círculo. Mercantilizando ahora el uso del oxígeno, avanzando hacía la privatización de los bosques, controlando también la tala de bosques por parte de Europa en América Latina, y así vendrán muchas falsas soluciones ambientales que no van a quienes están contaminando y que ellos asuman la responsabilidad de su contaminación, y no que nos estén dejando, a nosotros, los pueblos, esa responsabilidad e instalando violencia y militarización por eso.

-Respecto de todo esto ¿Cuál es el legado de Berta para Honduras y para Latinoamérica?

El legado que nos deja es la lucha, en defensa de los ríos y los territorios, y el cuestionamiento a los Estados, que bajo modelos de violencia, de persecución y militarización están beneficiando a pequeños grupos oligárquicos, donde están siendo beneficiados y son partícipes países del norte global. También está Europa, no solo del sector privado sino del sector estatal, participando en la financiación de proyectos violentos de países incluso que se llaman incluso muy respetuosos de los derechos humanos como Holanda, Finlandia, Alemania, etc. Entonces, ese es el legado: cuestionar profundamente ese modelo y reivindicar la lucha de los pueblos indígenas como una lucha muy importante para preservar la vida de la humanidad.

Bueno la importancia, lógicamente, es el respeto a los derechos de los pueblos indígenas y sus derechos territoriales, a su derecho a decidir previamente en condiciones de libertad y de manera informada sobre los proyectos que se pretenden implementar, y el respeto a  la voz de las comunidades cuando digan que no quieren un proyecto sin presiones, sin violencia.

 

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