Paraguay | Terceros en pugna reflotan idea de balotaje y legitimidad en elecciones – Por Ruth Benítez Díaz

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Terceros en pugna reflotan idea de balotaje y legitimidad en elecciones

El contexto en que surge un tercer candidato fuerte lleva a analizar sobre el sistema electoral paraguayo, sin segunda vuelta. El presidente se elige por mayoría simple, que tiene pros y contras.

Por Ruth Benítez Díaz

El sistema electoral paraguayo no contempla la segunda vuelta o balotaje; el presidente de la República puede ser electo por mayoría simple, es decir, por un voto de diferencia y, si bien hay voces políticas que se muestran a favor de modificar el ordenamiento jurídico para incluir esta figura, los especialistas hablan de aspectos negativos, como la fragmentación, y positivos, como la legitimidad.

El director de Financiamiento Político del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), Christian Ruiz Díaz, apuntó que en términos presupuestarios implicaría un mayor gasto una segunda elección. Igualmente, reconoció que la institución no tiene una posición cerrada sobre el asunto y que desde su experiencia de haber observado elecciones en otros países, un elemento diferenciador es la pelea por captar los votos del tercero.

Para este 30 de abril, los candidatos con posibilidades son Santiago Peña, del Partido Colorado, y Efraín Alegre, de la Concertación Nacional. Pero hay un tercero que podría reducir chances a ambos, que es Paraguayo Cubas, de Cruzada Nacional.

Para el politólogo Andrés Carrizosa, no sería conveniente que Paraguay adopte el balotaje, alegando que fomenta la fragmentación del sistema partidario, lo que ya viene sucediendo con el desbloqueo de listas.

“Con el sistema de una vuelta siempre habrá solo dos opciones con potencial. El tres ya debería juntarse al uno o al dos, porque lo único que puede hacer es provocar la derrota del primero o segundo. En Paraguay las internas ya se pueden considerar como una primera vuelta, porque ahí se consolidan las dos opciones principales para las generales, como sucedió con el Partido Colorado y la Concertación. En contraste, el balotaje hubiese facilitado que nadie se junte, y que todos corran directamente a la general (primera vuelta) para probar suerte, es decir, Arnoldo Wiens o Martín Burt, por ejemplo, hubiesen podido ir directamente a las generales”, explicó el PhD en Ciencia Política.

La segunda desventaja, según Carrizosa, es que el balotaje es vulnerable a la aparición de “una opción extrema”. Planteó el escenario de una gran división tanto de colorados como de opositores, lo que daría buen resultado a Payo Cubas en una segunda vuelta. En el ámbito internacional, citó el caso de Marine Le Pen.

“Sin balotaje se consolida más el sistema partidario, eso muchas veces se ve como negativo, pero en realidad, hace que lleguen más candidatos de centro, y eso normalmente se ve de manera negativa porque nadie está muy feliz, pero tampoco muy triste. ‘No le odio ni le amo, pero lo voy a votar’, dicen los electores”, comentó el analista.

Nueva ley. Carrizosa señaló igualmente que cambiar el sistema electoral para incluir el balotaje es menos complicado que establecer el desbloqueo. Tampoco se necesita cambiar la Constitución Nacional.

Internas débiles. El politólogo comentó que el balotaje debilita las internas. “Las internas son fuertes ahora porque se tiene más chance de llegar a la presidencia si se compite en uno de los partidos grandes. Si hay balotaje, el candidato puede decidir ir directo a las generales”, subrayó.

En cuanto a la legitimidad que podría dar una segunda vuelta, que aumenta la cantidad de votos para el candidato ganador, Carrizosa resaltó que si el margen de resultado es pequeño, puede complicar, pero eso no es causado precisamente por el sistema utilizado en Paraguay. Citó el ejemplo de Brasil, donde Lula da Silva ganó en la segunda vuelta por una escasa diferencia.

“Los argumentos sobre legitimidad son como una profecía autocumplida, es un constructo, que la gente decide aceptar o no, si entendemos por qué tenemos el sistema que tenemos, y estamos conformes con los resultados que se crean, entonces hay legitimidad. No tiene que ver con la cantidad de votos con que se ganó, siempre que el candidato ganador sea claro y que la gente entienda por qué se tienen las instituciones. Tenemos que apuntar al desarrollo de logística y capacidad operativa superdesarrollada”, manifestó.

Miedo a la oposición. El politólogo Marcos Pérez Talia recordó, por su parte, que al inicio de la transición a la democracia, en Paraguay se aprobó la Ley 1/90 que establecía un nuevo Código Electoral, que en su artículo 256 establecía que será electo presidente el candidato que obtenga más del 50% del total de los votos. Sin esa mayoría, debía realizarse una nueva elección en el plazo de 30 días, en la que únicamente participarán los dos candidatos más votados. “Pero los resultados de las elecciones municipales de 1991, que fueron ciertamente favorables a la oposición, asustaron a los colorados. Temiendo que en segunda vuelta se unan las distintas fórmulas opositoras, con la nueva Constitución de 1992, cambiaron el sistema electoral y dieron rango constitucional a la elección con primera vuelta. Buscaban, además, volver férrea la disposición para evitar cambios futuros”, sostuvo Pérez Talia.

El especialista comentó que la segunda vuelta tiene efectos y no se trata de que sea buena o mala. “El argumento clásico a favor de la elección con una sola vuelta es que desincentiva la proliferación de múltiples partidos políticos y, con ello, disminuye el riesgo de emergencia de outsiders y los bloqueos entre el Poder Ejecutivo y Legislativo que pueden provocar la caída de gobiernos. El balotaje, por su parte, incentiva la proliferación de partidos y abriría las puertas a los outsiders. Aunque también fortalece la representación política al reducir el peso del voto estratégico (o voto útil) en la primera ronda. Y, el argumento más importante es que otorga mayor legitimidad al presidente al garantizarle una mayoría contundente”, destacó.

El profesional puso en relieve que el “contexto importa”, citado al cientista político Dieter Nohlen.

Para Pérez Talia, hubo resultados “muy pobres” en elecciones pasadas en términos de legitimidad. “En Paraguay al Partido Colorado le ha bastado dos veces magros resultados para seguir manteniendo el gobierno: Wasmosy en 1993, con el 39%, y Duarte Frutos, en 2003, con el 37%”, expuso.

En tanto que para la oposición, indicó en analista, el escenario es más complicado. “Las grandes dispersiones de 1993, 2003, 2008 y 2013, en un sistema sin balotaje, favorecieron enormemente a la ANR (Asociación Nacional Republicana). En 2023 hubo una suerte de adaptación al sistema, con la implementación de las primarias de la Concertación. El desafío es que ese modelo sea el inicio de un espacio amplio y convergente para que esas internas funcionen, en realidad, ya como primera vuelta”, concluyó.

La cifra

4.782.940 electores están habilitados para votar el 30, de los cuales, 1.489.501 son jóvenes de entre 18 a 29 años.

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