La despatriarcalización: propuesta desde el proceso de cambio boliviano – Por Canela Crespo

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La despatriarcalización: propuesta desde el proceso de cambio boliviano

Por Canela Crespo*

La Declaración de Independencia de la República de Bolivia del 6 de agosto de 1825, fue firmada por hombres con corbatas, sotanas y uniformes militares; ninguna mujer, ni joven, ni indígena. “Pero estamos en otras épocas” dirán, y pues, sí y no. Tuvieron que pasar 127 años desde la fundación de la República para que las mujeres pudiéramos votar en Bolivia y 57 años más para que se dé un marco jurídico constitucional que aborde la equidad y paridad. Estas victorias no son las de un sistema con intención de avanzar en la inclusión de las mujeres en la vida política sino son el resultado de las luchas de las propias mujeres que, muy de a poco, tuvimos que ganar nuestro derecho a tener derechos, así como lugares de representación y decisión.

Para muchas feministas académicas en el mundo, es difícil entender que se haya planteado la “despatriarcalización” desde Bolivia; pero es justamente porque se ha planteado desde nuestra realidad colonial en un mundo capitalista que existe el concepto en primer lugar.

Las compañeras feministas comunitarias plantearon la despatriarcalización en las discusiones de construcción de la Constitución Política del Estado Plurinacional del Estado Plurinacional de Bolivia. Se trata del posicionamiento crítico acompañado de la acción contra del sistema de opresión patriarcal, que además recoge las formas de opresión coloniales y capitalistas. El concepto del Feminismo Comunitario es sumamente enriquecedor para nuestro posicionamiento desde Bolivia ya que es una reflexión colectiva y, sobre todo, una respuesta de lucha a una forma de opresión específica que se genera sobre los cuerpos de las mujeres, bolivianas, indígenas, trabajadoras, empobrecidas. El sistema de dominación, en este territorio, nos ha afectado de una manera específica y diferente a la europea, por ejemplo. 

“El Feminismo eurooccidental ha aportado, eso no le vamos a negar, pero es bastante racista cuando se trata de mirar las luchas de las mujeres de nuestros continentes, su eurocentrismo les lleva a imaginar que nos civilizarán o que nos interpretarán y que desde esos centros de poder, dictarán políticas para las mujeres a nivel mundial.”  (Paredes & Guzmán, 2014)

El Feminismo Comunitario, desde Bolivia, además de posicionarse frente al sistema patriarcal, entiende y denuncia además los matices coloniales y de clase que juegan un rol importante en la opresión sobre las mujeres. En los tiempos precolombinos ya existía el patriarcado, cuando la colonia se instala en nuestros territorios, llega con su propio patriarcado que se sobrepone, sin eliminar, al patriarcado ancestral de nuestros territorios; esto es el “entronque patriarcal” (Paredes & Guzmán, 2014). Con el riesgo de resultar simplista, y sólo con fines pedagógicos, se puede decir hasta este punto que las mujeres originarias de estas tierras estaban sometidas por los hombres originarios que reproducen el patriarcado ancestral sobre ellas, que están sometidos, a su vez, por las mujeres colonizadoras que, a pesar de ejercer su dominación colonial, ellas también están sometidas por los hombres colonizadores. Con el sistema capitalista se añade una capa más de sometimientos desde los explotadores a los explotados. Es así que se encuentra en el último eslabón, la mujer indígena, originaria, trabajadora y explotada que es oprimida por los tres sistemas principales de dominación. 

Se pueden generar debates sobre cuál de los tres sistemas nombrados es el principal (el más malo de los malos). Para las feministas comunitarias, es el patriarcado. Para las y los marxistas es el capitalismo. Para las y los indianistas, indigenistas y kataristas, es el colonialismo. En cualquier caso, es un debate tan lindo como inútil. La riqueza está en entender que los tres sistemas son nuestros enemigos comunes y que la lucha de todas y todos debe ser para demolerlos y vencerlos. 

Las organizaciones sociales, desde su identidad indígena-originaria-campesina, obrera y urbano-popular, suelen tener muy claros a los enemigos sistémicos de clase y/o coloniales mientras que el patriarcado es todavía un enemigo difuso. De a poco, gracias a la lucha de las mujeres en el Proceso de Cambio, ha dejado de serlo y, sobre todo en el siglo XXI, se han gestado movimientos sociales por la despatriarcalización. 

Asumimos que el Proceso de Cambio boliviano no ha hecho un cambio estructural en las formas de opresión patriarcales, capitalistas ni coloniales que se ejercen sobre nuestros cuerpos, pero sí los ha visibilizado y ha impulsado luchas específicas en contra de estos sistemas. El Proceso de Cambio no ha derrotado a la bestia, pero lo ha descubierto y expuesto y ha generado condiciones materiales reales para que desde lo que somos, sigamos luchando hasta vencerla. 

Ahora bien, es importante reconocer que el Golpe de Estado de 2019 significó un primer estancamiento del Proceso de Despatriarcalización. De hecho, este hito fue especialmente violento con las mujeres, sobre todo indígenas. Con la recuperación de la democracia en 2020, hubo un relance del discurso de la Despatriarcalización por parte del gobierno, sin embargo, hoy denunciamos que se trata de una instrumentalización de un discurso que la ha reducido a un slogan y que, no solamente no genera avances en cuanto a la reivindicación de derechos para las mujeres, sino que significa un estancamiento e incluso un retroceso.

Este 8 de marzo, Día de las Mujeres Trabajadoras, nos organizamos y articulamos fuerzas para retomar el proyecto de la Despatriarcalización. Somos la mitad de cada pueblo y sin nosotras no hay lucha capaz de desmontar ningún sistema de dominación.

*Feminista, militante del MAS-IPSP e integrante de Casa Tomada. Abogada especialista en temas relacionados a la reivindicación de los derechos de las mujeres, de la Madre Tierra y la Despatriarcalización.

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