Argentina: Pymes sin cabezas ni pies – Por Julián Blejmar, especial para NODAL

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Argentina: Pymes sin cabezas ni pies

Por Julián Blejmar

El diagnóstico de la Confederación General Económica, entidad creada en 1953 para representar a la burguesía nacional, es concluyente. Se experimenta una “recesión que provoca reducción del mercado interno y mayor desocupación”. Se critica “la salida de divisas con la consiguiente descapitalización del país, la inserción subordinada de Argentina al sistema financiero internacional”, y no se atiende “con carácter primordial, la distribución equitativa del bienestar general que consagra nuestra constitución”. Además plantea que el flamante plan económico, tiene como una de sus aristas “evitar que se estimule la demanda interna” y no logra “avizorar una inversión en las tendencias recesivas”. En otro de sus pasajes, sostiene que “autoridades y funcionarios centran sus objetivos en inversiones externas y repatriación de capitales, pero los mismos solo serían especulativos sino se apunta al desarrollo económico”, mientras concluyen que “la opinión publica observa el debate con funcionarios internacionales y acreedores, pero las entidades representativas de las Pymes están reducidas a ‘meros espectadores’, pues aun no se conocen las intenciones oficiales sobre el papel que se les reservara a estas empresas. ¿Será un papel protagónico o quedaran subordinadas a algunas inversiones del exterior?”.

Finalizaba 1985 y la CGE incluía estas declaraciones en su primera Memoria y Balance tras la intervención sufrida por su entidad durante la dictadura cívica militar en 1976. Y así, criticaba el desarrollo del programa económico de estabilización (Plan Austral) diseñado por el ministro Juan Sourrille en conjunto con el Fondo Monetario Internacional, que invertía el modelo de protección empresaria y fomento del mercado interno diseñado por el anterior ministro Bernardo Grinspun durante la primera etapa del gobierno alfonsinista.

Por aquel entonces, el empresario textil Raúl Hutín era vicepresidente de la CGE. Hoy, como Secretario General de la Central de Empresarios Nacionales (CEEN), sostiene las mismas banderas que en su momento postuló la CGE. Sin embargo, ni esta ni otras entidades representativas del pequeño y mediano empresario, -que conduce más del 90 por ciento de las empresas argentinas y da empleo al 75 por ciento de los trabajadores privados-, logran que su vos tenga un rol decisivo frente a un diseño económico que las perjudica. Ante la consulta de las razones de este presente, Hutín señala que “Junto con el regreso del peronismo en los años setenta, existía una valorización del empresariado nacional y una mística que impulsaba a la pequeña burguesía, con un Estado que apoyó la unidad y la presencia de entidades fuertes y representativas. Eso incluso se extendió hasta los primeros años del gobierno de Alfonsín, pero hoy estamos en la situación opuesta, con un modelo económico que nos asfixia y un gobierno decidido a descabezar a las entidades representativas del empresariado nacional”.

En efecto, respondiendo al diagnóstico que trazó el historiador Eduardo Basualdo al citar el concepto de “transformismo” elaborado por el intelectual marxista Antonio Gramsci, donde los sectores dominantes integran a las conducciones políticas de las clases subalternas para que dejen de responder a sus bases, el gobierno ha avanzado fuertemente en la cooptación de las dirigencias sindicales para que abandonen a sus representados. El caso más claro es el de la CGT, inerte frente a un modelo que está asfixiando a sus bases obreras. Pero el macrismo también ha avanzado sobre la dirigencia de los pequeños y medianos empresarios, logrando desplazar a Osvaldo Cornide, luego de casi dos décadas de dirigir a la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), para colocar un empresario aún más afín, y logró que la mítica CGE haya designado una dirección radical-PRO que avala sus políticas neoliberales, a contramano de su historia.
Lo cierto, sin embargo, es que la debilidad que exhiben estas organizaciones tiene también estrecha relación con la imposibilidad de adquirir densidad política en años anteriores, pese a un contexto favorable para sus bases. De hecho, cuando la revista Crisis consultó al ex ministro de Economía Axel Kicillof por una autocrítica de su gobierno, el actual diputado respondió que uno de los sectores beneficiados por el anterior modelo económico “fue el sector Pyme, particularmente Pyme industrial, sobre todo las que se dirigen al mercado interno. El problema es que esos sectores empresariales no cuentan con una representación pujante y por eso no aparecen como un actor en la política argentina. Macri está devastando a las Pymes de todo pelaje y no hay representantes capaces de levantar la voz, a pesar de ser el factor productivo que más empleos genera. La representación empresarial en la Argentina tiene un gran ausente y es el empresariado nacional, genuinamente nacional y con intereses del conjunto. Durante los doce años de nuestro gobierno no llegó a consolidarse un actor de estas características, con lo cual en la mesa empresarial que decide o que discute la política económica no hay representantes de las empresas nacionales que trabajan para el mercado interno. Es un déficit que podríamos incluir en el pliego de las autocríticas”.

La empresa textil de Hutín, Scalter SRL, es un claro ejemplo de lo que le sucedió a las Pymes en los últimos años. Pasó de tener 12 empleados y producir 20 toneladas en 2002 a contar con 104 trabajadores y una producción de 400 toneladas en 2015. En solo dos años y medio de gobierno neoliberal, se encuentra produciendo un 25 por ciento menos, 300 toneladas y sostiene con mucho esfuerzo 100 empleados, aunque, señala Hutín, «a costa de sacrificar las ganancias, ya que este trimestre el balance nos dio cero. Hoy nuestro único objetivo es atravesar este temporal y llegar junto a todo nuestro personal a la costa, ya que mientras no tenga pérdidas, busco no efectuar ajustes».

Según Hutín, cuando el año pasado Cristina visitó la empresa para pormenorizarse de la situación (https://www.youtube.com/watch?v=OYZPR2V1x9I), él también le planteó, entre otras cuestiones, que la estrategia de apoyo a la dirigencia empresaria nacional MiPymes (micro, pequeñas y medianas empresas) por parte del kirchnerismo no fue la más adecuada, pues “muchos de nosotros fuimos invisibles a los ojos de la política”, añadiendo que “los referentes entonces eran Cornide e Ignacio de Mendiguren, y ninguno de ellos ha cimentado su crecimiento sobre MiPymes nacionales industriales, ni exhibieron una clara conciencia de clase sobre las reales necesidades del empresariado nacional y su organización”. De todas formas, este empresario también sostiene que “muchos dirigentes Pymes también estuvieron más preocupados por su espacio de poder que por generar un espacio representativo del conjunto” y que, por otra parte, “el setenta u ochenta por ciento de los pequeños y medianos empresarios votó al macrismo, bajo la idea de que se necesitaba flexibilizar los derechos de sus trabajadores, sin advertir que ellos son los que construyen el mercado interno y los que consumen nuestra propia producción”.

En la citada entrevista, Kicillof comentó que en sus reuniones con empresarios del sector Pyme, había visto “tipos exitosos. Deben haber votado todos a Macri pero les está yendo mal y se dan cuenta de que al gobierno le importa tres pepinos” (…) “Muchos empresarios creyeron que la solución era atacar al sector laboral, -agrega Hutín-, pero eso es suicida, necesitamos por el contrario armar una alianza estratégica entre el trabajo y la producción, ya que a ambos nos aquejan los mismos males y solo en unidad vamos a poder oponernos a este modelo económico”.

Así, las causas de la actual debilidad en el gremialismo Pyme, puede ubicarse en un déficit del gobierno anterior en apoyar la consolidación de una conducción Pyme con peso en las decisiones de política económica, a lo que se sumó la carencia en la autopercepción de muchos pequeños empresarios, que pese a creer formar parte del “círculo rojo”, encontraron una realidad que les exhibe crudamente su verdadero lugar en este tipo de diseños socioeconómicos, tal como sucedió en otras etapas neoliberales.

Así, para observar un diagnóstico real de la actualidad por parte de la burguesía nacional, parece necesario remontarse a Memorias de hace más de tres décadas.


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