Perú: una izquierda sin rumbo y el recuerdo de Frejolito y Diez Canseco – Por Mariana Álvarez Orellana

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Perú: una izquierda sin rumbo y el recuerdo de Frejolito y Diez Canseco

Mariana Álvarez Orellana*

La izquierda peruana sufre de una maldición: su permanente subdivisión en un archipiélago de posiciones que a veces no representan sino a pequeñísimos liderazgos con inmensas aspiraciones y una incapacidad de sumar voluntades tras un programa com´pun.

Para muchos militantes de izquierda, el Frente Amplio ha contravenido su razón de ser, el de sumar voluntades y amplificar la capacidad de arrastre de los partidos y movimientos que lo conforman, mientras  algunos dirigentes, más preocupados por una curul se pelean entre sí: es la vieja incapacidad para identificar al adversario.

El primer deslinde en la izquierda ocurre después de la dictadura militar, cuando se debate la vía de acceso al poder; la de la democracia formal o del alzamiento armado. Durante la Asamblea Constituyente de 1978 los representantes de izquierda se negaron a firmar la Constitución.  Surgieron Sendero Luminoso, y luego el MRTA, lo que enfrentó a todo aquel que se reclamará de izquierda a una definición personal y, a veces, colectiva

La izquierda que apostó por la democracia pagó alto su desafió, ya que incluso autoridades electas, representando a partidos de izquierda, fueron muertos por Sendero Luminoso, acusados de traidores y pequeño burgueses, o neutralizados por la dictgadura de Alberto Fujimori y su jefe de inteligencia Vladimiro Montesinos.

El triunfo de Alfonso Barrantes como alcalde de Lima en 1983 y su candidatura presidencial en 1985, que obtuvo el segundo lugar, muestra que en las horas más duras de la guerra interna, hubo votantes de izquierda. Hoy, la derecha fujimorista.sigue esforzándose en descalificar moralmente a representantes jóvenes de la nueva izquierda, asociándola con Sendero Luminoso, cuando las máximas dirigentes del Frente Amplio (Verónika Mendoza y Maria Glave, por ejemplo) no había nacido siquiera.

La izquierda, con representaciones parlamentarias pequeñas en 1993, 1995 y el 2000 luchó desde la oposición contra el genocida Fujimori y apostaron por la democracia.

En Perú, un país con sucesivos gobiernos neoliberales, la izquierda se diferencia de las demás corrientes políticas en que no sostiene el rol subsidiario del Estado y aspira a que este asuma un rol propietario de los medios de producción y de los recursos naturales. De ahí su sesgo antiempresa extractiva nacional y trasnacional.

El recuerdo de Frejolito y Diez Canseco

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“Tío Frejolito” Barrantes

La flexible democracia peruana acaba de cumplir 18 años, desde que Valentín Paniagua asumió la presidencia de la República tras la caída del régimen dictatorial y genocida de Alberto Fujimori. Por esas coincidencias, hace 18 años también fallecía tal vez el último líder de la izquierda peruana, Alfonso Barrantes.

Hoy, cuando al fin los corruptos parecen ser perseguidos, los movimientos populares y grupos progresistas, extrañan las figuras del “Tío Frejolito” Barrantes, líder de Izquierda Unida, y de Javier Diez Canseco, incansable luchador político y social.

Barrantes ganó las elecciones para la alcaldía de Lima en 1983, con el 36% de los votos, y a los tres meses hizo realidad la organización de los comités de vaso de leche para los niños, que repartían un millón de raciones, y los visitaba permanentemente, programa que generó a su alrededor una organización vecinal autogestionaria. Del programa Vaso de Leche viene lo del “Tío Frejolito”.

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Javier Diez Canseco

Impulsó, ante la demanda de terrenos y vivienda de los “sin techo”, la ocupación organizada por la municipalidad de nuevos asentamientos urbanos en Manchay, Laderas del Chillón y principalmente la de Huaycán. Decenas de miles de familias hicieron realidad sus sueños. Caminaba por las calles recibiendo el saludo de todos y tomaba su café en un local del jirón Lampa.

La Izquierda Unida se rompió y en 1990 Barrantes formó parte de la Izquierda Socialista que lo lanzó como candidato presidencial, sin mayor éxito. Desde allí optó por el bajo perfil, quizá por el cáncer que lo aquejaba y que lo llevó a vivir en Cuba, donde falleció el 2 de diciembre de 2002, hace 16 años.

Javier Diez Canseco, sociólogo, escritor y político, fundador del Partido Socialista del Perú y congresista. fue un dirigente cuya honestidad, consecuencia y radicalidad  resaltaban. Como parlamentario era temido por los grandes poderes económicos y fácticos pues fue intransigente en la lucha contra la corrupción,en la investigación de los grandes desfalcos y delitos económicos producto de las privatizaciones que se impusieron de la mano de las políticas neoliberales de ajuste estructural.

Fue también un tenaz defensor de los derechos humanos, asumió la defensa de las víctimas y familias frente a las violaciones a los derechos fundamentales que afectaron a tantos peruanos durante los años 90.

Estado fallido y una izquierda que busca rumbo

Perú es un Estado fallido, fallado y mafioso, capturado por un sistema neoliberal que desde hace 26 años ha mermado la democracia, con sus negociados, sus puertas giratorias, poniendo y sacando autoridades, congresistas afines a sus intereses, con medios de comunicación que actúan como escuderos y los protegen de cualquier denuncia de la prensa independiente.

Las estructuras no pueden cambiar por sí solas y no aparece en el horizonte ninguna fuerza capaz de llevar adelante los cambios estructurales necesarios, para cambiar el patrimonialismo heredado hace 200 años de la colonia, que es la incapacidad de las clases dirigentes de discernir entre las ganancias personales y el erario público.

El referéndum lanzado por el Presidente Martín Vizcarra pone en juicio la podredumbre, pero las reformas para cambiar el sistema judicial y promover la lucha contra la corrupción, como forma de acabar con malas prácticas entre magistrados, son apenas un paño tibio.

La del domingo 7 de octubre en Lima fue una elección municipal atípica, donde dos  sectores de la izquierda obtuvieron casi el mismo resultado al fondo de la tabla. La división de la izquierda empezó en el Congreso, donde el Frente Amplio sufrió la renuncia de 10 de sus miembros que ahora conforman la bancada Nuevo Perú, liderado por la ex candidata presidencial del FA en 2016, Verónika Mendoza. El candidato de Juntos por el Perú, Gustavo Guerra García, llegó al 1% de los votos.

Ante la implosión del fujimorismo –principal dique de contención de las izquierdas en los sectores populares– y la discapacidad del centro, la izquierda bien podría capturar espacios nuevos sin necesidad de acudir a radicalismos o autoritarismos. Pero lo que se ve, sin embargo, anda reñida con el poder y hace todo lo posible para no alcanzarlo.

Ni siquiera ha podido aprovechar la coyuntura de la aparición de una ultraderecha racista, clasista y ahora xenófoba –que ya tiene antecedentes en los movimientos religiosos conservadores infiltrados, con sorprendente hospitalidad de los jerarcas del fujimorismo–, para desmarcarse y situarse como un polo de resistencia.

Vladimir Cerrón, gobernador de Junín, anunció a fines de octubre el inicio del “proceso de unidad de la izquierda” al lado de otros líderes regionales como Gregorio Santos, Zenón Cuevas, Walter Aduviri y también Verónila Mendoza, en busca de un proyecto político común de cara a las elecciones presidenciales de 2021, en la que participen líderes campesinos, sindicales, estudiantiles, que son los que toman las calles en las acciones de resistencia.

* Antropóloga, docente e investigadora peruana, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


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