Mapuches, los guerreros de la Patagonia – Por Cristina Barraza

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Por Cristina Barraza *

Sus orígenes

Los mapuches, gente de la tierra, según ellos mismos se llaman en su lengua, la mapudungun, conformaron el pueblo originario más números de la actual Patagonia argentina y chilena. El pueblo, a la hora de la llegada de los conquistadores estaba, compuesto de gente que, como ahora, son fornidos y de baja estatura.

Es celebre la descripción que hace el soldado y poeta español Alonso de Ercilla y Zúñiga (1533-1594) sobre los varones de la región de Bio Bio en la Patagonia chilena:

“Son de gestos robustos, desbarbados, bien formados los cuerpos y crecidos, espaldas grandes, pechos levantados, recios miembros de nervios bien fornidos; agiles, desenvueltos, atrevidos, duros en el trabajo, sufridores de fríos mortales, hambres y calores.”

Decimos que los mapuches eran originarios de estas tierras del sur de América por cuanto se denominan de esa manera a aquellos pueblos cuyos habitantes son los primeros de una tierra o de una región geográfica, todo lo cual ha quedado demostrado científicamente en relación a las tierras que hoy pertenecen a Chile aunque no tan certeramente en relación a la Patagonia argentina, creándose por ello una discrepancia entre historiadores, antropólogos, sociólogos y estudiosos de la materia.

En efecto existen dos teorías en relación al reconocimiento de este pueblo como originario de Argentina. La primera les niega esa condición por cuanto los considera “indios chilenos “y atribuye su existencia en nuestro territorio el haber invadido y exterminado a los tehuelches, a quienes si se los reconoce como originarios. Esta teoría es reivindicada por gran parte de la sociedad, en especial de la patagónica y es avalada por opiniones de parte de los científicos abocados al estudio polémico tema que continúa debatiéndose hasta hoy.

La segunda, que cuenta con el aval de historiadores y antropólogos de diferentes Universidades nacionales y de investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conicet), afirma que los mapuches vivían en estos territorios antes de que existieran los estados, ocupando territorios a ambos lados de la Cordillera de los Andes, y que, previo a la conquista, había mapuches en lo que hoy es Argentina, como también tehuelches en lo que actualmente es el territorio chileno. Es más, se sostiene que ambos pueblos se fundieron por alianzas matrimoniales y por desplazamientos, a tal punto que hoy, por ejemplo en la Provincia de Chubut existen familias que se consideran mapuche –tehuelche.

A la llegada de los conquistadores españoles es posible afirmar que una parte muy significativa del territorio chileno estaba ocupado por grupos indígenas que hablaban una misma lengua, pudiéndose estimar, por descripciones de cronistas de la época que conformaban una población de 1.000.000 de personas.

Según evidencias arqueológicas, al estudiar los patrones de asentamientos, las cerámicas, los cultivos, etc. se ha podido concluir que, en algún momento 800 a 1000 años AC, estos pueblos ya habitaban el territorio de Chile Es más, hay evidencias en el sitio arqueológico de Monte Verde, en Puerto Montt, que existió población humana desde hace 13.000 años.

Hoy, según varias ONG, la cantidad de personas consideradas mapuches en Chile oscila entre 800.000 y 1.400.000, siendo esta última cifra la que también estiman las organizaciones indígenas. A su vez, en Argentina, se calcula que existen alrededor de 100. 000 personas de esta etnia, en su mayoría habitando en las provincias de Chubut, Neuquén, Rio Negro y Buenos Aires. En particular es importante la presencia de estos grupos en el Parque Nacional Lanín donde residen 7 comunidades, constituidas por aproximadamente 3.000 personas, que ocupan unas 24.000 Ha en territorios que consideran como propios.

Si bien existen estudios que agrupan a los indígenas de habla mapuche dándoles diferentes denominaciones, según el lugar en el que habitan, para ellos no existen diferencias, y de todos estos grupos el llamado araucano (denominación impuesta por los conquistadores), fue el que se resistió exitosamente a ser colonizado, logrando rechazar en primer término a los Incas y posteriormente, durante muchos años, ofrecieron fuerte resistencia a los españoles. Ellos habitaban en el territorio chileno al Sur del rio Biobío.

El pueblo mapuche reconoce a su territorio como base de su existencia y cultura, nadie es dueño de la tierra según su concepción cosmológica y solamente le pertenece a quienes la habitan. Este concepto es de gran importancia para comprender el porqué de los reclamos permanentes por su territorio, que continúan hasta nuestros días.

Su cosmovisión

Las religiones indígenas del mundo siempre han buscado respuestas sobre los interrogantes del ser humano en relación con la naturaleza, el medio ambiente, las relaciones reciprocas, y los efectos de la naturaleza sobre los seres vivientes y las cosas materiales. La identidad del mapuche, en forma similar, se liga a la tierra y a la naturaleza, y desde ese lugar se funde con lo sagrado, lo cual está representado por las divinidades y los antepasados.

La palabra mapu o tierra es esencial en el contexto cultural mapuche. Pareciera ser que en su imaginario religioso no se puede separar mapu (la tierra) de wenumapu (que es plano superior donde se encuentran los seres protectores y los espíritus de los antepasados), solo así se garantiza la reciprocidad entre un orden natural y un orden sobrenatural. Por ello, la tierra no es propiedad de nadie en particular, sino patrimonio de toda la comunidad.

En la cultura mapuche el universo se representa como planos superpuestos. En los superiores habitan los seres protectores y los espíritus de los antepasados, en el intermedio habitan los seres humanos, los animales, las plantas y ciertos seres espirituales y en el subterráneo habitan los seres hostiles a la humanidad o wekufü.

El rito es el que convoca y une al mapuche y es en esos espacios ceremoniales en donde se recrean el conjunto de las tradiciones sagradas y profanas que las divinidades legaron a los antepasados. Es importante conocer el concepto que poseen de reciprocidad con Ngenechén o Ser Supremo para comprender el sentido de esos ritos. El hombre debe devolver a la divinidad, con acciones, el equilibrio con el todo que pudo haber roto.

El Nguillatun

El más importante de los cultos es El Nguillatun, ceremonia que congrega a un gran número de personas perteneciente a varias comunidades y que provienen de distintos lugares, a veces muy distantes. En ese rito la tribu, con su presencia física en el lugar, le “paga “a la divinidad haciendo contacto con ella, siendo esa unión espiritual beneficiosa para todos. En esa energía colectiva, fuerte, se olvida todo, nadie ahí es bueno o malo y en esa reciprocidad queda clara la visión mapuche sobre el ser humano: la responsabilidad de los hechos de la naturaleza es del hombre que, por su descuido, ha realizado inadecuadamente los ritos a los antepasados y a las divinidades originando así incluso las grandes calamidades como las epidemias, las sequias, las inundaciones etc. En su cosmovisión el ser humano tiene una responsabilidad cósmica y con la realización del Nquillatun la comunidad realiza una contribución para restablecer el orden y los desequilibrios que ha causado. Este es un ritual que pone en contacto recíproco al mundo profano con el mundo sagrado, con el fin de mantener el equilibrio en el universo.

También, como parte de la ceremonia, en donde además se canta, se baila, se come y se bebe, se desarrollan rituales que simbolizan la lucha contra los espíritus del mal, los llamados wekufü.

Esta ceremonia de organización compleja, dura tres días y posee también un aspecto de sacrificio, como parte de los pedidos de protección y de favores a la divinidad y a los antepasados y es encabezada siempre por un lonko. Aquel que la encabeza tendrá a su cargo el sacrificio de un animal, generalmente un cordero, al cual se lo degüella y su corazón es ofrecido, cuando aún late, a Ngenechen, Padre y Madre, y a los antepasados. Luego, su sangre es usada para rociar el resto de las ofrendas que más tarde se quemaran.

Es asimismo destacable en la cosmovisión mapuche el uso de los colores y su simbología. El color negro es el color madre, es la base en donde los demás colores se posan, pero también representa lo oscuro, los espíritus tenebrosos, y para diferenciar ambos simbolismos, cuando es opaco significa la oscuridad, si es brillante asume un significado de lo estable. El amarillo representa al sol y a la renovación; el azul simboliza el universo, el orden, la vida, la espiritualidad y lo sagrado; el blanco representa la pureza, la curación, la longevidad y también la sabiduría y prosperidad; a su vez el rojo es símbolo de poder y fuerza, sobre todo de la lucha mapuche y su memoria de esos acontecimientos y el verde representa la naturaleza, la fertilidad la tierra y es el símbolo de lo femenino. Todos estos colores aparecen en la bandera mapuche.

Su organización social

Los mapuches se organizaban principalmente por los lazos familiares, con mayor fuerza en la línea paterna, considerando como factor determinante de ello que practicaban la poligamia ya que cada hombre podía casarse con cuantas mujeres le permitieran sus recursos. La mayoría poseía dos o tres esposas pero los más ricos llegaban a poseer seis .Se valoraba tener muchos hijos y la mujer, lejos de ser una carga, constituía la fuente más importante de producción. La primera esposa era la dueña del hogar, circunstancia reconocida por las restantes y su hijo mayor, sin importar cuando naciera sería considerado el primogénito.

Los sacerdotes, llamados machis eran en su mayoría mujeres ya que conocían el valor curativo de las plantas y se las consideraba intuitivas, perceptivas y hasta dotadas de la facultad de hipnotizar.

A su vez las familias con un tronco común se reunían en grupos denominados lof y sus rucas (que en mapudungun significa casa) se establecían cerca unas de otras, para facilitar así la colaboración entre todos; cada lof, poseía un lonco, palabra que significa “cabeza “en mapudungun.

El cargo de lonco posee aspectos religiosos, políticos y administrativos y puede recibirse por descendencia familiar, o por nombramiento de su comunidad, siendo generalmente ejercido por personas mayores. Los asuntos internos se discutían en los cahuines, en donde se reunían los indios principales y todos los que estaban unidos por un tótem Se conformaban asimismo, en tiempos de dificultades o guerras, grupos de mayor tamaño formados por varios lofs, esas agrupaciones llamadas rehues estaban a cargo de un jefe, llamado toqui. Las reuniones de varios grupos totémicos e denominaba levo y llegaban a reunirse de 1500 a 4000 personas. Allí se tomaban decisiones colectivas no solo sobre las propias comunidades sino también sobre lo resuelto en otros levos, sobre la guerra, la paz y otros conflictos.

Este pueblo carecía de cohesión política y social ya que reconocía autoridad en diversas instituciones o personas según las circunstancias y la autoridad máxima global era inexistente.

Sus viviendas, las rucas eran construidas con materiales provenientes de la naturaleza, usando madera, totora, junquillo etc. y poseían un gran tamaño dada la vasta organización familiar descripta, llegando alguna a medir hasta 120 metros cuadrados. El fogón o kultralwe era un detalle fundamental en cada vivienda, ya que con él se calefaccionaba y se alumbraba la vivienda, preparándose allí también los alimentos. Sus principales formas de subsistencia eran la caza, la pesca y la recolección de los piñones del Pehuen u Araucaria, esta última actividad persiste hasta nuestros días. Con dicho fruto preparan comidas y bebidas .Fueron posteriormente incorporando la cría de animales y la agricultura.

La familia era la encargada de trasmitir los saberes a los niños tanto en lo cultural como en lo económico, siendo que ambos aspectos se encontraban unidos y eran indisolubles, se enseñaba todo a partir de la práctica de las tareas cotidianas, como la elaboración de tejidos y alimentos, o la cría del ganado.

Practicaban la exogamia, es decir que la pareja se buscaba fuera del grupo familiar de pertenencia.

Su lengua, música y arte textil

LA LENGUA

En primer término diremos que la lengua mapudungun es una lengua aislada, lo que implica que no posee parentesco con ninguna otra y que, a la espera de mayores investigaciones, también se la encuadra como una lengua no clasificada, siendo el significado de su nombre la frase: “habla de la tierra”. En ella existen 6 vocales, entre 20 y 22 consonantes y entre 26 y 28 fonemas. Del mapudungun han pasado al español muchas palabras sobre todos de nombres de sitios, plantas o animales (por ejemplo coihue < koywe) o Lanín, Nahuel Huapi, Temuco, Pehuajo etc.)

Los mapuches no tenían escritura cuando llegaron los conquistadores por lo que para escribirlo se usa el alfabeto latino. La primera gramática del mapudungun fue escrita por el Jesuita Luis de Valdivia en 1606; esta y otras obras similares y posteriores, fueron de uso imprescindible para los sacerdotes de las misiones religiosas, en su tarea de evangelización.

Si bien durante la época colonial, el uso de la lengua disminuyo en diversas regiones, debido, principalmente ,al proceso de mestización que los mapuches elegían para evitar la esclavitud de los descendientes en las encomiendas, en la región al sur del Rio Biobío continuo siendo la lengua habitual, ya que ese grupo de indígenas fue el más resistente a la conquista , habiendo logrado incluso rechazar, en 1598, al conquistador español ,obligándolo a abandonar las siete ciudades española establecidas en la zona, las que fueron destruidas Es esta zona del vecino país chileno la que conserva en la actualidad mayor cantidad de miembros de esta etnia.

Actualmente en Argentina el mapudungun coexiste con el castellano y funcionan incluso varias escuelas interculturales, por ejemplo en la provincia de Neuquén, que son bilingües, con sus ventajas y desventajas. Poseen a su favor la integración intercultural y, como dificultad, que la alfabetización en castellano requiere un mayor tiempo de aprendizaje.

EL ARTE TEXTIL

Se han encontrado evidencias de tejidos en las zonas australes de Chile y Argentina que datarían de 1300 DC suponiéndose que este arte pudo haber llegado a través de contactos con las culturales andinas de Ecuador y Perú.

Los testimonios de los conquistadores rebelan que los indígenas vestían prendas tejidas con pelos de camélidos que ellos mismos confeccionaban. La prenda más común era y es el chamal, una manta cuadrada que los hombres usaban en la cintura, como pantalón y las mujeres usaban de a dos, una en los hombros y otra como pollera.

Los tejidos eran confeccionados por las mujeres y trasmitidos sus conocimientos, oralmente, de generación en generación.

LA MÚSICA, LOS INSTRUMENTOS Y LA DANZA

La música en esta cultura es parte primordial de los ritos religiosos, por lo que no es una mera expresión artística y, según la ocasión, conecta los ámbitos terrenales con los espirituales, produciendo, también, efectos curativos. La música puede ser vocal o instrumental.

Poseen instrumentos de viento, de percusión, de cuerdas y otros que suenan al ser sacudidos. De los instrumentos de viento el más conocido y que ha llegado a  nuestros días es la Trutruka, una trompeta natural con pabellón de cuerno. Se fabrica con caña colihue que se vacía previamente para luego recubrirla con tripas de animales, principalmente caballos, para  evitar la fuga del aire; en un extremo se coloca un cuerno vacuno atado con tientos, para amplificar el sonido. Este instrumento puede medir entre 2 y 5 metros.

El Kultrum, es el instrumento sagrado más utilizado, es de percusión y su aspecto es similar  a un timbal. Su cuerpo se  construye con madera de  canela o laurel, que son arboles sagrados, y  lleva, en su parte superior, un parche de cuero de potro, guanaco u oveja. Antes de tensar el parche la Machi (sacerdote, consejera, sanadora y protectora del pueblo) canta hacia el interior de la caja, para dejar su alma en ella e introduce pequeños objetos sagrados que luego suenan al sacudir el instrumento .En el parche se dejan plasmado el símbolo del universo mapuche ya que el Kultrun representa, en la cosmovisión mapuche, a la mitad del mundo, dada su forma semi esférica. Se representan allí los cuatro puntos cardinales, considerados los poderes omnipotentes de Ngnechen, en una cruz que también contiene en los espacios intermedios la referencia a las cuatro estaciones del año. La cruz se pinta generalmente con sangre de algún animal sacrificado y tiene en si misma  múltiples significados sagrados.

Como instrumento de cuerdas poseen el Kunkul kaweque, que es un arco hecho con colihue y  un hueso de caballo tensado con una cuerda fabricada con crines de caballo, fibras vegetales o  cuero.

Y, entre aquellos instrumentos que suenan con la sacudida, está la Wada, fabricada con una calabaza con pequeñas piedra o semillas en su interior.

El baile posee, como ocurre con la mayoría de los pueblos originarios de América, un carácter ritual y es protagonista principal en las ceremonias mapuches, representando la armonía entre el hombre y su entorno y asimismo la relación de ellos con los mundos espirituales. Por ello puede afirmarse que los bailes son la expresión pura de la cosmovisión mapuche.

Entre las danzas se destaca  el purun, protagonista central en la ceremonia del  Nguillatun.  Los participantes bailan en filas semicirculares mirando al altar ritual y siempre se baila en círculo, para restablecer el orden, para unir lo desunido. La trutruca y el kultrun marcan el ritmo de la danza que puede durar hasta media hora, y que siempre se baila en parejas (puede ser un abuelo y su nieta), continuando el movimiento hasta que los caciques lo den por finalizado.

Existen también danzas más populares o recreativas como el baile del avestruz o choique puru que también son realizadas en fiestas familiares,y otras que tienen carácter curativo, como la machi purun que  se baila, entre otras ocasiones, cuando se inaugura una ruca.

LA ORFEBRERÍA

La presencia de la metalurgia en el pueblo mapuche, al igual que en otros pueblos andinos puede encontrarse desde  la época prehispánica. Sin embargo, la orfebrería en plata adquirió gran relevancia al interior de la comunidad mapuche, a fines del siglo XVIII, comenzando a ser desarrollada en forma intensiva por hábiles artesanos que lograron crear una gran diversidad de formas y estilos.

Es interesante conocer cómo se hacían los artesanos del metal para la realización de sus obras. Esto se relaciona con el comercio que se fue incrementando en el que participaban los poderos caciques de la sociedad mapuche.

Hacia fines del siglo XVIII se consolidó en territorio hoy chileno, en la zona lindera  de  un espacio de interacción e intercambios comerciales entre españoles y mapuches.  Los mapuches traían desde el  lado oriental de la cordillera caballos y ganado vacuno, producto de sus andanzas por estas tierras y eran pagados por los españoles con algunas mercancías y con monedas de plata Estos últimos entregaban principalmente ganado vacuno y caballar y recibían en pago de los españoles mercancías varias y monedas de plata en gran cantidad. Estas monedas comenzaron a utilizarse como materia prima por los artesanos en lugar de usarse como valor de intercambio.

Orfebrería de plata mapuche

Los orfebres martillaban y fundían las monedas para luego confeccionar distintos artículos, algunos usados para los arreos y aperos de los longkos  o jefes  y también se convertían en alhajas para las mujeres. Estas joyas de plata daban categoría social  a los jefes y a sus mujeres quienes lucían las alhajas adornando sus trajes rituales y festivos Entre 1840 y 1870 la difusión de los ornamentos de plata llegó a remplazar a los  antiguos adornos hechos con cuentas de colores o chaquiras.

Durante el siglo XIX, período de auge de la platería mapuche, se multiplicaron las formas de las piezas y sus diseños y decoraciones. No obstante, este fuerte desarrollo en la orfebrería decayó con los procesos históricos conocidos como Conquista del Desierto en Argentina y Pacificación de la Araucanía en Chile, ya que estos produjeron un abrupto cambio de vida en los mapuches, por la perdida de territorios, la prisión, las enfermedades y la enemistad con los blancos circunstancias que fueron en desmedro de su cultura y la orfebrería quedo también perjudicada por ello.

En la actualidad, sobre todo en la Región de la Araucanía chilena sigue presente la tradición orfebre entre los plateros. La producción actual, de menor escala, se dedica mayoritariamente a reproducir los sofisticados diseños ancestrales de formas antropoformas, fitomorfas, ornitoformas y geométricas, en reducidas proporciones. Otras  piezas frecuentes en el pasado  relacionadas a lo ecuestre y a los objetos cotidianos, dejaron de realizarse.

La defensa de su territorio y su cultura  

Aunque la historiografía tradicional ha querido convencer de que la aparición de este pueblo se habría producido entre los siglos XVIII y XIX lo cierto es que, como se ha visto, estudios arqueológicos, relatos de misioneros y viajeros y la memoria oral del propio pueblo demuestran que el asentamiento mapuche en una amplia zona cercana a la Cordillera de los Andes, se remonta a épocas muy anteriores a esos siglos. Este pueblo, convencido de sus derechos sobre la tierra ocupada por sus ancestros la defienden hasta nuestros días de la apropiación que el blanco (winka) ha realizado de esos territorios para su explotación comercial y  conforme  su visión también la defienden de su degradación y del desequilibrio que esas acciones producen en la naturaleza.

En cuanto a la presencia del pueblo mapuche en lo que hoy es hoy territorio argentino vale considerar que a principio del siglo XVI una enorme ola migratoria hacia el oriente de los Andes introduciendo con mayor fuerza  su cultura y sobre todo su lengua, la que fue adoptada por otras  tribus. Fue una verdadera oleada cultural que acrecentó la presencia de la sangre mapuche, principalmente en la actual Provincia de Neuquén y el sur de la de Mendoza.

Campaña del Desierto: Expropiación de tierras mapuche y sometimiento

EN CHILE

En la defensa de sus tierras los mapuches, mayoritariamente asentados en lo que hoy es el territorio chileno, resistieron, aguerridamente, primero la invasión del Imperio Inca, frenando definitivamente su expansión hacia el Sur,  y luego, la de España, durante todo el siglo XVI, logrando expulsar a los españoles de su territorio, durante algunos periodos. La llamada  Guerra de Arauco, en territorio chileno, se prolongó durante toda la primera mitad del siglo XVII hasta la última gran rebelión mapuche de 1655, fecha desde la cual las relaciones fronterizas se distendieron.​

A lo largo del tiempo la sociedad mapuche fue modificándose, en primer término por la necesidad de crear grandes ejércitos para luchar contra el invasor y simultáneamente también porque  debieron crear  una mejor organización para comerciar con los europeos y así  fortalecerse económicamente, buscando tener  un mejor lugar en la negociación de los parlamentos. Estos eran los espacios en donde de una manera pomposa y ceremonial se reunían los caciques con los representantes de las fuerzas españolas y posteriormente con el Gobierno de Chile, a fin de acordar soluciones pacificadoras, en la interminable Guerra del Arauco y fueron instaurados por las fuerzas invasoras copiando las estructuras de deliberación del propio pueblo mapuche.

El enfrentamiento armado entre mapuches y españoles abarco todo el periodo colonial, puede considerarse que finalizo en la etapa republicana y fue denominado LA Guerra del Arauco  la cual tuvo su periodo de mayor belicosidad entre los años 1550 y 1656.

El pueblo mapuche, activo y belicoso se resistió asimismo a los abusos cometidos durante  la colonización, en las llamadas “encomiendas”, sistema de trabajo  que resultaba ser una explotación de la mano de obra indígena en favor de la agricultura o la minería. Consistía en la asignación, por parte de España, a sus súbditos, en reconocimiento por los servicios prestados en la conquista, de una cantidad de aborígenes, para que, bajo su responsabilidad los evangelizara, pudiendo percibir los beneficios obtenidos con  el trabajo de ellos. El encomendero era, por lo tanto, quien disponía de la vida de los indígenas. Este sistema se utilizó en todo el territorio de la América colonizada.

Las injusticias del sistema y los maltratos vieron crecer en el pueblo mapuche un odio hacia los blancos, que produjo que la población indígena se organizara militarmente, logrando ser grandes estrategas gracias a líderes de la estatura de Lautaro y Caupolicán.

Así este pueblo, llevando siempre la iniciativa de la lucha, fue imponiendo respeto a sus rivales ya que, utilizando diferentes tácticas militares, con  malones, campeadas y malocas producían muertes, exterminio, destrozo de sembradíos, de viviendas  e incendio de ciudades. Sin duda esta región  hubiera sido muy fácilmente defendida de los españoles si los estos últimos   no hubieran contado con indígenas de las encomiendas, que poseían un odio ancestral hacia los mapuches y  que los apoyaron con sus conocimientos de la geografía de la zona y también sirviéndoles  como espías.

Demás está decir que esta guerra contribuyo  grandemente al empobrecimiento de la zona habitada por los mapuches  la cual, potencialmente era rica en recursos.

Mapuches en Chile. Foto: www.agendabsas.files.wordpress.com

Cabe destacar asimismo la gran capacidad de los mapuches en adoptar, copiando y mejorando, los elementos y tácticas de los colonizadores, llegando a poseer una caballería superior a la de los españoles y una infantería de primer nivel de entrenamiento.

Contribuyo asimismo a la prolongación del conflicto y a los fracasos de España en doblegar a los mapuches, los errores cometidos por la Corona en la selección de los hombres que designaba como Gobernadores y  ponía al mando de las tropas, las cuales, por otra parte, estaban formadas por ancianos, enfermos, vagabundos y ociosos, ya que los mejores hombres habían sido sacrificados en la conquista o en las guerras europeas. Si bien los Gobernadores designados habían sido exitosos en las conflagraciones europeas, se les asignaba un plazo exiguo de dos años para terminar con el conflicto, lo cual imposibilitaba su éxito ya que el solo hecho de comprenderlo y de conocer el terreno les llevaba gran parte de  ese plazo, sumado a que los refuerzos y los recursos financieros  que España enviaba, a su pedido, era escasos e insuficientes. La pequeña cantidad de armas que se enviaban eran el sobrante de las guerras europeas .El fracaso entonces en el cumplimiento de la misión recibía las quejas de España y su inmediato reemplazo. Los conquistadores demostraron una incapacidad de adaptación al modelo de lucha lo que genero la prolongación de la guerra.

Así los gobernantes se fueron sucediendo en sus fracasos, el mayor de los cuales fue el 23 de Diciembre de 1598, cuando el entonces Gobernador, Martin Oñez de Loyola, pierde la vida en Curalaba, a orillas del rio Lumacu. La crisis que siguió a este hecho fue de tal magnitud que  todas las ciudades del sur del Biobío  fueron desalojadas.

La crisis se transformó en un grave trance  económico por la pérdida de explotaciones mineras y agrícolas en la zona ahora ocupada solo por los mapuches.

Para restablecer el orden se designó a un veterano y reputado estratega militar Alonso de Ribera quien  ideó una solución  basada, fundamentalmente, en dos pilares; una guerra ofensiva con el establecimiento de una frontera de guerra en las márgenes del Biobío  con gran despliegue militar, y una defensiva que le  impuso, en cierta forma,  uno de los primeros sacerdotes jesuitas llegados al país el Padre Luis de Valdivia, basada en la evangelización pacífica. Sin embargo, los escasos e intermitente recursos financieros que llegaban para el ejército, de casi 2000 hombres, que Ribera formara produjeron deserciones y motines, el conflicto era percibido como muy duro y en apariencia interminable.

En el año 1608  el Rey Felipe III, autorizó la esclavitud de los mapuches justificando la decisión en la sublevación contra la Corona y en el ataque sufrido por los misioneros que pretendían evangelizarlos en la fe cristiana, exceptuando solamente a aquellos indígenas que se convirtieran al  cristianismo.

El  Padre Luis de Valdivia formulo la alternativa de lo que se conociera como la Guerra Defensiva. Se trataba de una forma más pacífica de incorporar territorios a través del dialogo y la evangelización. Para ello Valdivia llego a aprender la lengua nativa obteniendo algunos acuerdos aunque no muy efectivos .La idea consistía en desmantelar los fuertes y dejar atrás las incursiones armadas para apoyarse exclusivamente  en la acción de los misioneros que se internaban en la región con propósitos evangelizadores. Esta estrategia no era del agrado de Alonso de Ribera, quien, por ese entonces, ejercía su segundo mandato como Gobernador, lo que no impidió que en 1612 se la estableciera en forma sistemática, llegando incluso a suspenderse la orden de esclavitud del pueblo mapuche .Fue una estrategia bienintencionada pero fracaso y se regresó al Guerra Ofensiva en 1626 continuando así el conflicto armado, con éxitos y fracasos para ambos bandos.

Mapuches en Chile. Grabado: www.araucanie.com

Hubo sin embargo acercamiento entre los caciques mapuches  y las autoridades españolas, y también se llegaron a celebrar reuniones con ánimo de conciliar las posiciones. Entre esos parlamentos podemos destacar el de Quillín en 1640 y el Negrete, muchos años después, en 1726. Fueren acuerdos solemnes que el Gobernador y el Rey ratificaban posteriormente,  en donde ambas partes asumían compromisos recíprocos. Dado que  su cumplimiento fue  limitado se produjeron   nuevas insurrecciones indígenas y, como contrapartida, acciones represivas de los españoles.

El Parlamento de Negrete logro afianzar por  un tiempo la paz pero las nuevas sublevaciones en la segunda mitad del siglo XVIII, motivaron  la restauración de la práctica de los Parlamentos .Así se realizaron ‘’ nuevos encuentros que finalizaron finalmente con la aceptación de “embajadores “mapuches ante las autoridades de Santiago.

Se llegó así una cierta pacificación y España reconoció la autonomía y libertad de los mapuches y estos a, a su vez se comprometieron a liberar  a los prisioneros blancos y dejar entrar a los religiosos cristianos .Se comprometieron también a ser leales con España ante cualquier invasión extranjera lo que los llevo, en su mayoría,  a aliarse con la Corona en la Guerra de la Independencia.

España  reconoció la soberanía mapuche  en Chile , sobre  las tierras ubicadas al Sur del Biobío ,en el tratado de Quillin en 1640 y esta decisión afecto también al pueble mapuche ubicado al Este de la cordillera en los territorios que muy posteriormente formarían parte del territorio Argentino. Tan es así que una delegación numerosa de puelches ( mapuches al este de la cordillera) concurrió al parlamento y al día siguiente de su celebración  suscribió el mismo tratado con el gobernador español en estas tierras que hoy forman parte de nuestro país.

Debemos destacar que durante la guerra de la independencia chilena y argentina el pueblo Mapuche respeto a ultranza lo convenido en los Parlamentos , sobre todo en el de Negrete que confirma y refuerza los anteriores, en el sentido de  acompañar a la Corona Española en los conflictos armados. Este profundo  compromiso de lealtad, ratificado en el Parlamento de Quillin, y el aporte de  unos 6000 guerreros mapuches llevo a España a restablecer su soberanía hasta 1817, aunque posteriormente la perdiera en las últimas batallas que tuvieron lugar en 1832. Durante este último periodo también el pueblo mapuche se involucró en la contienda defendiendo la corona española con quien había logrado pactar el recupero de su territorio y el reconocimiento  de ciertos derechos. Una vez finalizada la guerra el estatus adquirido pueblo mapuche en sus acuerdos con España quedo en discusión y tanto Argentina como Chile, a modo de represalia, se negaron a devolver a este pueblo el lugar que habían adquirido. En el caso de Argentina ello se vio reflejado en las campañas militares iniciadas en 1820 con el fin de proceder a su extinción. Los avatares de  las luchas internas hicieron que estas campañas no lograran su objetivo permitiendo así la supervivencia del  pueblo mapuche.

Chile, por su parte, incumplió un acuerdo que inicialmente celebrara en el Parlamento de Tapihue, en 1825  e inicio el ataque en 1861, logrando recién derrotar en forma definitiva al aguerrido pueblo mapuche en el año 1883 en acciones que significaron una verdadera masacre.

Miembros de familias de origen mapuche. Foto: www.argentina.indymedia.org


LA FIGURA LEGENDARIA DE LEFTRARU LAUTARO

El gran líder de la resistencia mapuche contra la dominación de los españoles en lo que actualmente es territorio chileno fue Lautaro, (1534-1557).

Cuando solo tenía 11 años de edad fue capturado por los colonizadores y convertido a servidumbre hasta los 17 años, siendo su nombre original Leftraru , pero llamado Felipe Lautaro por los castellanos. Su cautiverio se llevó a cabo en la hacienda de Pedro Valdivia del cual llego a ser su paje personal. Allí fue como se fue acostumbrando a manejar a los caballos, un animal desconocido para su pueblo, aprendiendo a montar con gran habilidad. Uno de  los capitanes de Valdivia le enseño el uso de lagunas armas y tácticas de taque de caballería. Todos esos conocimientos los usaría posteriormente cuando se rebeló contra sus captores.

Lautaro, que nunca perdono las atrocidades que su pueblo sufriera, supo disimular su odio, a  la espera del momento de escapar y rebelarse. Participo con las fuerzas colonizadoras en la batalla de Andalien en la cual volvió a ver los castigos despiadados que se les aplicaba a su pueblo, mutilaciones y muerte eran acciones ejemplificadores habituales del ejército español.

Fue así como planeo su fuga y su venganza, y en el año  1552 la concreto poniéndose luego a disposición del Lonco Colo Colo, y aunque debió ganarse la confianza de su pueblo al poco tiempo se había transformado en el líder por su destreza y conocimiento de las estrategias militares.
Lautaro enseño a los mapuches,  durante más de un año, el uso del caballo, de las armas castellanas y de las tácticas de combate a campo abierto,  y a partir de ahí los mapuches quedaron mucho más preparados para la lucha, siendo la primera batalla en la que apareciera la de Tucapel, venciendo al ejército español, y logrando incluso capturar y matar al Gobernador Pedro de  Valdivia.

Posteriormente logro una nueva victoria con sus hombres  en la batalla de Marigueño, siendo este período el más duro para el ejército ocupante ya que debieron retroceder abandonando ciudades importantes como la propia Concepción, la que fue luego incendiada dos veces  por Lautaro.

Grabado de Leftraru Lautaro. Foto: www.aillapan.files.wordpress.com

Sin embargo, después de dos años de ausencia de españoles en la región, la hambruna y el tifus hicieron estragos en el pueblo mapuche  disminuyendo la fuerza guerrera del líder , quien igualmente logro reunir más de 2.000 hombres y con ellos se atrevió a cruzar, por primera vez, el Biobío y seguir su marcha hacia el norte. Este sería el comienzo de su fin ya que en Santiago se dispusieron  a repeler el avance y, el 29 de abril de 1557, en una maniobra sorpresa, de la cual participaron indígenas de otras tribus, como espías, los españoles atacaron por la noche el campamento mientras los mapuches, desprevenidos, estaban descansando. Lautaro pierde allí la vida a manos de una lanza enemiga. Su cadáver fue desmembrado y su cabeza exhibida en la Plaza de Armas de Santiago.

Actualmente, cada 29 de Abril se celebra el “Día de los Héroes y Mártires de la Nación Mapuche “. Nadie más tuvo su genio militar ni pudo igualar sus hazañas, fue un gran estratega de su época.

LA LOGIA LAUTARO

Muchos años después, en Europa, se fundó la Logia Lautaro, en referencia a este líder mapuche que había derrotado  a la Capitanía chilena en el Siglo XIV, siendo el Libertador de América Don José de San Martin uno de sus principales miembros. Fue una logia secreta y su principal misión fue establecer gobiernos independientes de España en América Latina, siendo su influencia notoria en la independencia de Argentina y Chile, país que estaba representado en la Logia por Bernardo de O Higgins, líder de la independencia chilena y considerado el  padre de la patria.

El mapuche Leftraru Lautaro. Foto: www.static.panoramio.com.storage.googleapis.com

EN ARGENTINA

Luego de la creación del Virreinato del Rio de la Plata,  en el año 1789, los indígenas que habían sobrevivido a la conquista de España  mantenían una frontera bien definida con los blancos, lo cual, sin embargo, no impedía que realizaran incursiones en las estancias  en busca de ganado para su alimentación.

Para entender el conflicto es necesario comprender que la relación entre indios y winkas fue compleja y con muchos matices, en donde el tema comercial poseyó una gran importancia ya que a través de las  fronteras porosas que los dividían se había formado un verdadero comercio de ganado, de animales de nuestras pampas  que se vendían en el actual territorio chileno obtenido en los malones.

LOS MALONES

Es oportuno en este estado referirse a los malones, conocidos generalmente como las incursiones violentas  de indígenas en poblaciones blancas,  que causaban   depredación y el  cautiverio de cristianas.

Es menos conocido el verdadero objetivo de esas acciones, y la  relación de esos malones  con el comercio de esa época, entre Argentina y Chile. Lo cierto es que esas incursiones buscaban también  hacerse de ganado para luego venderlo al otro lado de la cordillera. Los mapuches llevaban los animales capturados  arriándolos por sendas complicadas, muchas de las cuales carecían de agua ,sufriendo el ganado desmejora y pérdida de peso. Sin embargo, antes de llegar a la zona en donde se comercializaban los animales eran engordados en  lugares con agua y pasturas, ubicados en territorios que hoy pertenecen a la  provincia de Neuquén, en Argentina.

Según estimaciones se ha  afirmado   que, entre 1820 y 1870, los indios se apropiaron de 11 millones de cabezas de ganado, 2 millones de caballos y  2 millones de ovejas; asesinaron o capturaron a 50.000 personas, y sustrajeron bienes por valor de 20 millones de pesos.

Las  acciones comerciales  tenían el aval de las autoridades chilenas ya que ese ganado era muy apreciado por los consumidores de ese país andino y asimismo porque  el dominio araucano en el sur de nuestro actual territorio, entorpecía la colonización argentina del sur patagónico, y ello  ayudaba al deseo chileno de incorporar como propia la región productora de ovinos, de los cuales se obtenía  la lana tan apetecida por Gran Bretaña, país con el cual Chile mantenía lazos comerciales estrechos.

Así se desarrollaban los hechos  hasta la asunción como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, de don Juan Manuel de Rosas, en 1829, quien fuera el primer gobernante en incursionar en el territorio de los mapuches,  ranqueles y  pampas, en lo que fuera la primera guerra de conquista del territorio indígena .

Es interesante observar la contradicción que representa la denominación dada a estas incursiones militares de “conquista del desierto “. Si se hubiera tratado verdaderamente de un desierto simplemente bastaba con ocuparlo, si se debía luchar era porque se encontraba ocupado por alguien. Lo que ocurre es que en la visión  positivista de la época solo los hombres blancos eran considerados “personas “, y de ahí el desprecio por los pueblos originarios que ocupaban los territorios, los cuales, dentro de ese paradigma, debían ser exterminados.

El método empleado por Rosas fue mixto, ya que por un lado actuaba por la fuerza de las armas y, por otro, pactaba y hacia alianzas con caciques que se disponían  a ayudar a cambio de algunos beneficios, principalmente relacionados con las tierras que ocupaban configurándose de esa manera la categoría  lo que se llamaron los “indios amigos “. No logró aliarse ni con los ranqueles ni con la Confederación de pueblos que respondía al Lonko Juan Manuel Cafulcura. Sin embargo pudo realizar negocios pacíficos con los indios y mitigar de esa manera la cantidad de malones con los que los indígenas obtenían el ganado, siendo su aliado en esta cuestiones el Cacique mapuche Cafulcura.

Mapuches, malón. Foto: www.wikimedia.org


EL CACIQUE CAFULCURA

Cafulcura fue un cacique mapuche  que tuvo prolongada actuación en el conflicto entre el gobierno y los indígenas ubicados en nuestras tierras actuales. Había nacido en Chile y cruzado la cordillera en 1830, radicándose en la llanura pampeana, respondiendo a un pedido de protección de tribus asediadas por las fuerzas de Rosas quienes, a su llegada, ya habían pactado con las fuerzas gobernantes. Esa situación que considero una traición,  y otras lo llevaron a descabezar sangrientamente  a la tribu que lo había convocado y hacerse del mando.

A partir de 1835 llego a conformar una Confederación de pueblos  con la que domino gran parte del territorio de Buenos Aires, Mendoza, Neuquén, Rio Negro y La Pampa y su poder se asentaba, asimismo,  en el control que sus hombres ejercían sobre  los territorios donde se asentaban las Salinas Grandes, dominando así  el comercio de la sal, producto vital en esa época para conservar la carne. Fue un verdadero emperador, contaba con escribientes y cancilleres poseyendo incluso  su trono  de Monarca de Tierra Adentro.

Estos indios llamados araucanos por los blancos fueron muy temidos por su coraje, su destreza al montar y la pericia en el manejo de la lanza, y si bien se los tildaba de ser chilenos pertenecían a la nación mapuche o araucana que ocupaba ancestralmente  territorios tanto de lo que actualmente es la República Argentina, como de la Chilena.

Sin embargo, cuando Cafulcura  comprendió que le era imposible vencer a los blancos  hizo un pacto, en 1841, con Rosas y el mandatario le otorgó el rango de Coronel, reconociéndole también la entrega de ganado y alimentos que el cacique distribuía entre sus aliados, en especial entre los mapuches que habían cruzado la cordillera y que le cubrían las espaldas de los posibles ataques rivales.

Calfulcura estuvo con sus hombres, junto a Rosas en la Batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852, a raíz de la cual se produce la caída de Rosas, y el ascenso de  Urquiza. Con este hecho se termina la relativa pacificación lograda por Rosas regresando Cafulcura y sus hombres a la Guerra de Malones que continuo por muchos  años,  con muchas muertes por parte de ambos bandos.

Domingo Faustino Sarmiento, como Presidente, en 1872, ordena atacarlo por las sangrientas incursiones  que realizara en distintas ciudades y el cacique le declara la guerra, saqueando, a continuación, al mando de 8.000 guerreros, las ciudades de 9 de Julio, 25 de Mayo y Alvear. Pero su ocaso se está acercando, y  el 11 de marzo de 1872 es derrotado en la batalla de San Carlos de Bolívar, por el General Rivas y los guerreros del Cacique Catriel. Cafulcura muere al año  siguiente, siendo su tumba profanada, 1879, por soldados del ejército de Roca.

Mapuche Cacique Cafulcura. Foto: www.elorejiverde.com

La dinastía de los Catriel

Dentro de los “indios amigos “reviste gran importancia las figuras de los  Catriel Los miembros de esta familia tuvieron en el siglo XIX gran influencia en la zona del centro de la que hoy es la Provincia de Buenos Aires. Era miembro de la tribu pampa que había sido objeto también del proceso de transculturización e influencia mapuche y por ello, entre otras consecuencias, había adoptado como lengua el Mapudungun. Estos pueblos de la pampa argentina, terreno de los Catriel, estaban entremezclados con mapuches, tehuelches y ranqueles.

El primer miembro de la dinastía fue Juan el padre, llamado “el viejo”, cacique que, aliado con las fuerzas criollas,  integro’  las tropas de Juan Manuel de Rosas, en la primera campaña de conquista de los territorios ocupados por los pueblos originarios.

A su fallecimiento, en 1848, lo sucede su hijo Juan,” el joven “, quien continuo el camino de alianza con los blancos, iniciado por su padre, hasta su fallecimiento ocurrido en 1867.

Sucede a Juan “el joven”, su hijo Cipriano integrante del ejército del General Roca y, a las órdenes del General Rivas, participo en la Batalla de San Carlos de Bolívar,  el 8 de marzo de 1872, en la que  el Cacique mapuche Calfucura fuera derrotado definitivamente. En la batalla el ejército criollo tuvo pocas bajas y logro recuperar prisioneros y ganado, huyendo Cafulcura. Esta batalla fue un hito muy importante para el declinar de las fuerzas indígenas ya que en ese bando fueron miles los muertos en la contienda.

Desde 1870  había comenzado  una nueva política de hostigamiento hacia  los pueblos indígenas, ellos   molestaban con su asentamiento en tierras muy apetecidas y producían mermas en las ganancias con sus permanentes incursiones en busca de ganado. Los Catriel habían sido respetados   en sus territorios a cambio de la ayuda que brindaban al Gobierno, pero esta situación se modificó cuando, desde las autoridades se decidió ir por todo, incluidos los asentamientos catrieleros en la zona de Azul.

Indio Juan Catriel. Foto: www.commons.wikimedia.org

Malón Grande

Los Catriel solamente habían roto las alianzas con el gobierno por periodos cortos, en la década de 1850, pero, finalmente en 1875 ante la política de condiciones agobiantes impuestas por el entonces Gobernador Adolfo Alsina se rebelaron y se sumaron al llamado “Malón Grande“.

El “Malón Grande” fue una alianza  entre diversos caciques con el propósito de defender la frontera del avance de los ejércitos criollos, arrasando para ello  con las poblaciones blancas  allí establecidas. Tres años después, en 1878, en la Conquista del Desierto, los caciques son vencidos, apresados y muchos de ellos  recluidos en la isla Martin García, isla que se convirtió  en un auténtico campo de concentración de indígenas apresados y confinados En ese lugar permanecieron, entre otros un gran grupo de catrieleros,   hasta  que les fuera concedida su liberación en 1886.

La nueva campaña para confiscar tierras

Esta política  que  comienza  en la gobernación de Adolfo Alsina (1866/1868) se asienta en la fuerza de los ejércitos  y en el dictado de leyes que promueven la financiación de las campañas militares de recuperación de tierras, que se iniciarían a partir de ese momento. También fue detonante la intervención de la Sociedad Rural Argentina, institución que solicita la nueva campaña para confiscar tierras la cual se llevaría a cabo en 1876 bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda y con Adolfo Alsina como Ministro de Guerra. Es entonces cuando se construye una zanja defensiva a lo largo de 374 Km dentro de la Provincia de Buenos Aires desde el sur de Córdoba hasta las cercanías de Bahía Blanca, quitándoles de esa manera a los indígenas las tierras en donde alimentaban caballos y ganados que obtenían en los malones .Este hecho y la epidemia de viruela que se desato le costó la vida a miles de originarios.

Familias mapuches tras la apropiación de sus tierras. Foto: www.argentina.indymedia.org

La famosa Conquista del Desierto

En 1877 el General Julio A. Roca, ante el fallecimiento de Alsina es nombrado nuevo Ministro de Guerra y con el trajo sus ideas respecto a la necesidad de exterminar definitivamente a los indígenas, descalificando la actitud defensiva de Alsina , ideas que Avellaneda apoya sobre todo porque se temía que Chile avanzara sobre el territorio al sur del Rio Colorado , que estaba en disputa y que lo ocupara como parte de sus acciones de lucha contra el pueblo mapuche ,  que ocupaba esos territorios a ambos lados de la cordillera.

Esta guerra, conocida como la Conquista de Desierto, se inicia en 1878 simultáneamente con la creación de Gobernación de la Patagonia tuvo varias ofensivas y tuvo su asalto  final en Abril de 1879, con el avance final contra los guerreros indígenas,  hasta llegar al  Rio Negro, festejando el General Roca, ese 25 de mayo, en la isla Choele Choel, la victoria final. Esta contienda que tuvo por objetivo extender la frontera argentina en territorio mapuche, ranquel y tehuelche, ampliando las estancias e instalando asentamientos, ha generado opiniones diferentes sobre su legitimidad y metodología. La versión clásica la defiende como una campaña militar legitima sobre territorios que se habían heredado de la Corona española, mientras que otra centra sus críticas en la ilegitimidad de arrebatar violentamente a pueblos originarios las tierras que habían ocupado ancestralmente.

Campaña del Desierto, 1879. Foto: www.images.clarin.com

Izq.: Campaña del Desierto. Der.: Puesto de telegrafía, Campaña al Desierto, 1880.
Fotos: www.desinformemonos.org

Campaña al Desierto. Campos de concentración de mapuches y apropiación de niños. Foto: www.argentina.indymedia.org

Después de la guerra

Como consecuencia de esta contienda  fueron muertos 2.320 guerreros y unos 10.539  indígenas capturados (en su mayoría niños y mujeres), de los cuales unos 3.000 fueron llevados a Buenos Aires, encarcelados algunos en Martin García, otros obligados a hacer tareas en establecimientos privados y las mujeres fueron colocadas en su mayoría  al servicio en casa de familia porteñas. Cabe relatar que antes de encarcelarlos, al llegar a Buenos Aires, algunos hombres, mujeres y niños fueron obligados a desfilar por las calles de Buenos Aires, siendo aplaudida la escena por diverso grupos de ciudadanos. Se vuelve así, a partir de este triunfo final, en opinión de diversos  historiadores y sociólogos, a instaurarse en Argentina   , una nueva forma de esclavitud, institución  tempranamente abolida en nuestro territorio en 1813.

Al finalizar  millones de hectáreas se adicionaron al territorio dela República  y fueron adjudicadas a precio vil o regaladas a terratenientes, militares y políticos influyentes. Diez millones de esas hectáreas  ya habían sido adjudicadas previamente a los terratenientes que aportaron fondos. Los militares que recibieron cantidades menores y necesitaban efectivo terminaron vendiéndoles sus tierras a esos mismos estancieros, conformándose así la creación de los grandes latifundios de nuestra Patagonia.

La crueldad e injusticia de estas acciones bélicas,  sumado a la injusta forma en que se distribuyeron estos territorios anexados, en favor de la clase dominante, y bajo el pretexto de  colonizar la Patagonia ha llevado al rechazo de la figura de Roca al punto de considerárselo, en posturas extremas, un genocida, llegándose a proponer y lograr  que su nombre  sea quitado de algunos de  los lugares en donde se lo había homenajeado.

Sin embargo, posiciones más conciliadoras rescatan su actuación y su obra como Presidente y, sin justificar el accionar sangriento de la Campaña del Desierto, lo contextualizan en la época y  en el conjunto de  ideas reinantes en el mundo respecto de la supremacía de la raza blanca. Es útil en la interpretación de esta etapa de nuestra historia  considerar que, en el contexto del pensamiento de la época, los aborígenes eran considerados seres inferiores que nunca avanzarían sin al padrinazgo del hombre blanco y que el conflicto era si se quiere ineludible ya que los blancos querían las tierras y los indígenas no estaban dispuestos a cederlas pacíficamente. Una convivencia en paz se mostraba así como una utopía. La decisión fue el exterminio de esos pueblos,  que si bien  fue mayormente biológico, también pretendió ser cultural, es decir que se buscaba que aquellos individuos que sobrevivieran fueran educados e integrados a la sociedad regida por el Estado. Para ello se usaron diversas formas, desde la servidumbre de mujeres y niños, a la incorporación de hombres  a las Fuerzas Armadas, o a las fuerzas de trabajo forzado en establecimientos privados, con la intención de disolver  sus comunidades y el entramado familiar y social.

Sin embargo cientos de años después los herederos de esos hombres derrotados están en pie defendiendo su cultura y lo que considera sus derechos sobre tierras que pertenecieron a sus ancestros.

Tras el genocidio del pueblo mapuche, muchos fueron llevados a Buenos Aires y la Isla Martín García.  Foto: www.desinformemonos.org

Aviso publicado en un diario local de Buenos Aires solicitando donativos para los hombres y mujeres mapuches en la Isla Martín García. Foto: www.latinta.com.ar

El conflicto en nuestros días

Esta guerra sangrienta y despiadada cayó en el olvido de las generaciones siguientes, sobre todo a partir del auge de la generación del 80 que fomentara la inmigración europea en  busca del desarrollo de Argentina, aspirando a alcanzar el modelo de los países civilizados y ricos.

Transcurre el tiempo y con la instauración de la democracia comienza un periodo en donde los reclamos se hacen más audibles y los protagonistas se muestran mejor  organizados, recibiendo una  mayor comprensión por parte de una porción de la sociedad.

Se obtienen logros y uno de ellos fue el reconocimiento de sus derechos y que  fuera plasmado en la reforma de nuestra Constitución del año 1994, que en su   artículo 75 inc. 17 dice textualmente :

«Reconocer la preexistencia étnica y cultura de los pueblos indígenas argentinos; garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades; la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano, ninguna de ellas será enajenable, trasmisible ni susceptible de gravámenes o embargos; asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones.

La norma existe pero en la practica la mayoría de esto grupos indígenas, entre ellos los mapuches,siguen esperando hoy la titularización de las tierras que tradicionalmente han ocupado.

La falta de respuesta concreta  a la mayoría de los continuos reclamos ha colaborado para que  los mapuches de ambos lados de la Cordillera  no olviden y en algunos casos no perdonen, y el conflicto llega la época actual de la mano de ese resentimiento de siglos y con acciones, en las últimas décadas, cada vez más violentas, tanto en Chile como en Argentina. Hay en el conflicto dos diferentes escenarios, el de aquellos que legítimamente reclaman sus títulos y defienden su cultura y la ecología por medios pacíficos  y el de los falsos demandantes, el de los usurpadores, los violentos y hasta los criminales que no dudan en matar para ser escuchados.

Las diferentes migraciones que ocurrieron desde el oeste al este de la Cordillera de los Andes tuvieron  como resultado que las poblaciones a ambos lados de las montañas   presentaran  finalmente características muy similares y la  voz reivindicatoria  de esta etnia en Chile y Argentina es similar y es, a la vez,  la más escuchada  así como sus acciones recuperativas de territorio resultan las más visibles.

Comunidad mapuche en Buenos Aires reclamando sus derechos. Foto: www.corriendolavoz.com.ar

En Chile se  lucha por la recuperación de tierras en su mayoría explotadas para la industria minera o  para forestación de especies como el pino, en perjuicio de las especies autóctonas como la araucaria, arboles considerados sagrados por el pueblo mapuche y de cuyos frutos se han alimentado desde tiempos inmemoriales. En Argentina se quieren reivindicar los derechos sobre  las grandes extensiones de tierra que hoy están en manos privadas o en poder del estado, en los Parques Nacionales. Se reclaman también el libre acceso a los lugares sagrados que hoy les son inaccesibles, sin olvidar las voces que alzan en pos de la defensa de la naturaleza, por ser   uno de los pilares de la cosmovisión mapuche. Por ejemplo las explotaciones de pino y eucaliptus en Chile que se realizan en desmedro de las especies autóctonas han degradado la tierra y consumido el agua de las reservas naturales, acrecentando  las deficientes condiciones de vida de estas poblaciones rodeadas de explotaciones forestales.

El pueblo mapuche en su mayoría realiza sus reclamos dentro del orden legal y los grupos radicalizados que accionan violentamente  no representan a este pueblo  en su conjunto. Claro que, en la actualidad estos pueblos han logrado hacerse más visibles y las grandes concentraciones de tierra son de alguna manera el gran tema a resolver, Argentina y Uruguay  fueron los únicos países donde no hubo una reforma agraria y eso ha dejado huellas, más allá del éxito o fracaso de dichas reformas, la existencia de enormes latifundios en especial en la Patagonia  argentina  es el condimento necesario para el avance de los reclamos.

Los medios de comunicación, en su mayoría tendenciosos colaboran con las dificultades para encontrar soluciones ya que, difundiendo realidades parcializadas confunden a la población, la cual,  con poco conocimiento de la raíz del conflicto, se embandera adoptando posiciones radicalizadas y a veces inconsistentes.

Marcha de la comunidad mapuche en Chile. Foto: www.bresciaanticapitalista.com

Los tiempos que vienen

Como pueblos maduros sería positivo  dejar de criminalizar al pueblo mapuche, juzgando y condenando solamente  a aquellos radicalizados que enfrentan la ley y accionan con violencia,  que estemos dispuestos a escuchar y atender sus reclamos, comprendiendo su cultura y su visión de  los espacios de tierra, sabiendo que  para ellos  no son medidos solamente desde lo físico sino también por lo que representan en el plano espiritual, en el de sus creencias.

Ellos mantienen la esperanza del inicio, en estas épocas, de una nueva era,  la de Pachakutic, (en mapudungun significa el retorno de los tiempos) que fuera profetizada  como la  del renacimiento de la gloria de los antepasados, luego de siglos de opresión, desde la  época de la invasión europea, será, creen, un tiempo de retorno hacia la armonía. Se espera que el Pachakutic sea un tiempo de renacimiento para Sudamérica y para la zona andina en particular. Ojala esta profecía se haga realidad para beneficio de todos los que la habitamos.

Quiero cerrar esta nota con versos del gran poeta chileno Pablo Neruda quien contribuyó, incuestionablemente, a la lucha y a la esperanza de los pueblos originarios de América y en especial de los pertenecientes a su amada tierra Araucana y que hizo de ello un verdadero compromiso.  Neruda escribió una   monumental biografía de todo un continente, en su Poemario “El Canto General “, narrando la  historia de América  desde los días precolombinos hasta la llegada de los conquistadores, la posterior explosión descolonizadora, y la época contemporánea al poeta.

Así el poeta, en un fragmento del “Canto General “, describe  a la Araucania, tierra de mapuches, y que fuera también su propia tierra, diciendo:

Comunidad Mapuche-Tehuelche de Río Gallegos. Foto: Marcela Aguirre, www.hoysantacruzonline.com.ar


Araucanía, ramo de robles torrenciales,
oh Patria despiadada, amada oscura,
solitaria en tu reino lluvioso:
eras sólo gargantas minerales,
manos de frío, puños
acostumbrados a cortar peñascos,
eras, Patria, la paz de la dureza
y tus hombres eran rumor,
áspera aparición, viento bravío.

No tuvieron mis padres araucanos
cimeras de plumaje luminoso,
no descansaron en flores nupciales,
no hilaron oro para el sacerdote:
eran piedra y árbol, raíces
de los breñales sacudidos,
hojas con forma de lanza,
cabezas de metal guerrero.

Digamos nosotros, parafraseando al  poeta que es positivo como nación aceptar la responsabilidad sobre las acciones pasadas, ya  que   fuimos libres de tomar las opciones que quisimos,  por las que  aun estamos prisioneros de sus consecuencias. Desde la esperanza rescato el poder que, como sociedad, aun poseemos de hermanarnos, buscando el encuentro, disolviendo rencores y   curando, con éxito, las heridas abiertas, ya que: “El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error” (Pablo Neruda).

Centro Cultural Argentino de Montaña


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