La integración debe ser parte de la solución frente a la pandemia – Por Pablo M. García

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región. 

Por Pablo M. García(*)

Así como la pandemia de coronavirus no tiene fronteras, las soluciones a sus consecuencias sanitarias y económicas tampoco deben tenerlas. Profundizar la integración regional en América Latina y el Caribe (ALC) es clave para generar políticas colectivas que den respuesta a los impactos directos e indirectos de la emergencia.

La integración regional no debe entenderse como un fin en sí misma, sino como una plataforma estratégica que permite a los países implementar políticas conjuntas y/o coordinadas de manera eficaz, lo cual es indispensable en el actual escenario.

A cortísimo plazo, durante la crisis sanitaria, la cooperación vecinal / regional es fundamental; de esta salimos juntos, si un país no es seguro, ninguno lo es. En este sentido, paulatinamente las distintas iniciativas de integración de la región han avanzado en medidas para enfrentar la crisis sanitaria de manera coordinada. Por ejemplo, el Mercosur aprobó recientemente un fondo especial destinado principalmente a mejorar las capacidades de testeo. El SICA implementó un Plan de Contingencia Regional para coordinar esfuerzos relacionados con la prevención, contención y acceso a medicamentos, además de implementar un mecanismo conjunto de compra de medicamentos y equipamiento médico. Asimismo, CARICOM ha reforzado la respuesta médica a través de equipos regionales de expertos y la cooperación para garantizar la seguridad alimentaria.

A su vez, instituciones multilaterales como el BID han reaccionado con rapidez y pragmatismo, apoyando a los países a superar la emergencia sanitaria, apuntalando redes de seguridad para las poblaciones vulnerables, proveyendo liquidez para sostener cadenas de valor fundamentales y preservar el empleo, y contribuyendo a fortalecer la situación fiscal de sus miembros para aliviar los impactos económicos.

El fortalecimiento de la integración regional tiene que ser uno de los caminos para superar las dificultades de esta emergencia, que precisamente obliga a cerrar las fronteras de los países como uno de sus aspectos más paradigmáticos

Una vez superada la crisis sanitaria seguramente enfrentaremos un escenario donde los países, en especial los desarrollados, mirarán más hacia adentro, preservando la seguridad de suministro y descansando en la autosuficiencia, posiblemente con una dosis mayor de proteccionismo y menos colaboración, al menos por un tiempo. En este escenario estos mercados se nos «alejarán» aún más, por ello una integración regional inteligente y pragmática será clave para enfrentar esta situación. Debemos poder implementar acciones coordinadas que nos permitan poner en práctica políticas de crecimiento a largo plazo para acelerar la recuperación post pandemia orientadas, por ejemplo, a fortalecer el comercio intrarregional, a atender de manera eficiente la reconfiguración de las cadenas de valor, a implementar un ambicioso plan de infraestructura regional y a asegurar medidas básicas de coordinación macroeconómica.

El impacto de la actual pandemia no tendrá precedentes. Hoy en día el número de casos de contagios en los países de ALC supera los 70.000 y se han producido más de 2.000 muertos, una tendencia que lamentablemente irá en ascenso en las semanas siguientes y que generará efectos de múltiples dimensiones. La menor actividad económica de los principales socios comerciales de la región hace prever una fuerte reducción en el comercio internacional y las inversiones, la prohibición a los viajes impactará sobre los flujos de turismo (con un impacto muy marcado en los países del Caribe), la reducción de las remesas internacionales afectará especialmente a los países de Centroamérica y los menores precios de los commodities de exportación impactarán mayormente en los países de América del Sur. A esto se sumará la reducción de la actividad interna de estas economías derivadas de las políticas de confinamiento que están siguiendo para reducir la velocidad de propagación de la pandemia.

Ante la magnitud de estos impactos, la acción colectiva regional no es una opción, sino una necesidad. Para poder avanzar en este sentido se requiere una visión política sostenida, no solo orientada a atender la acuciante coyuntura sino también con una visión compartida del futuro. La capacidad de una iniciativa de integración para cumplir sus compromisos de desarrollo, en última instancia, depende de la existencia de líderes -ya sean particulares, gobiernos o instituciones regionales- que logren conciliar las visiones individuales con las del conjunto en pos de un interés común. Ese interés común tiene que ser poner en pie a América Latina y el Caribe luego de esta pandemia.

El fortalecimiento de la integración regional tiene que ser uno de los caminos para superar las dificultades de esta emergencia, que precisamente obliga a cerrar las fronteras de los países como uno de sus aspectos más paradigmáticos. Más allá de las disparidades políticas que tengamos, el enemigo común debe incentivarnos a trabajar en conjunto en pos de un proceso de recuperación lo más rápido posible para luego reencauzar el tránsito hacia el necesario desarrollo económico y social de la región. Desde el INTAL hemos puesto en marcha iniciativas tanto orientadas a monitorear los impactos del covid-19 sobre el comercio y la integración en la región, como a acompañar a los países mientras atraviesan estos complejos desafíos. Pero, sobre todo, queremos contribuir a diseñar, modelar y apoyar, en conjunto con los responsables de los diferentes esquemas subregionales, el proceso de desarrollo sostenido de América Latina y el Caribe de cara a las próximas décadas.

La crisis debe llamar a sacar lo mejor de nosotros. De apelar al potencial creativo de nuestros jóvenes. De encauzar el esfuerzo de quienes trabajan en todas nuestras cadenas de valor. De aprovechar el inmenso caudal técnico e intelectual de nuestros científicos. Y lo mejor de nosotros se potencia cuando trabajamos juntos. Tenemos sueños, ideas y diversidad, solo tenemos que sumar más y más jugadores para participar en el mismo equipo regional.

Rescatando las palabras de Jean Monnet , uno de los padres de la Unión Europea: Make men work together, show them that beyond their differences and geographical boundaries there lies a common interest . («Haz que los hombres trabajen juntos. Demuéstrales que, más allá de sus diferencias y límites geográficos, existe un interés común»). ¡Hagámoslo!

(*) El autor es Director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) perteneciente al BID

La Nación


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